jueves, 25 de noviembre de 2021

Música Cretina 2021 #10

ESTO NO ES UN PROGRAMA

14-11-2021

Lado A

“Hoy me gustaria que te despeines/ y me vengas a cantar”

1.- Esmeray, Ayrilik olsa bile
2.- Los Gatos, Mujer sin nombre
3.- Maria McKee, I can’t make it alone (P. J. Proby)
4.- Lauryn Hill, Doo Wop (That thing)
5.- Legiao Urbana, Por enquanto
6.- Garo, Celebración
7.- Norma Tanega, A street that rhymes at 6 am
8.- Marianela, Sólo quiero despertar

Lado B

“No hagas preguntas/ si no te gustan las respuestas”

9.- Bessie Smith, I ain’t gonna play no second fiddle
10.- Almendra, Amor de aire
11.- Angelica García, Jícama
12.- Aterciopelados, Buena estrella
13.- Venus, Blues
14.- Lágrima Ríos c/Gustavo Santaolalla, Un cielo para los dos (Dizeo-Cabral)
15.- Mathieu Bogaerts, Annie
16.- Claudia, Panema Leblon
17.- Amigovio, Las mascotas mueren

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jueves, 18 de noviembre de 2021

Angélica García, "Jícama"

"Yo te veo/ pero vos no me ves"

Se los presento, hay un nuevo Música Cretina que los está esperando. Recién entonces paso a presentarles a la chica de la foto: se llama Angélica García, y saltó a la fama por el breve y rítmico tema que engalana el Lado B del no-programa de nuestro ahora fresquito noviembre, una admirable instantánea de vida inmigrante que supo ser incluida por Obama en la cotizada lista de temas anual de su reproductor digital aún antes que formase parte de un disco. Nacida en Los Angeles, pero de ascendencia mexicana y salvadoreña, García debutó discográficamente en 2016, con un álbum más tradicionalmente folk como Medicine for birds, pero yo la descubrí --como muchos, supongo-- con Cha Cha Palace, su disco del año pasado, que incluso formó parte de la lista que suelo compilar anualmente para Radar, pero que no se por qué se tardó casi un año completo en asomar en algún Música Cretina. Cantado principalmente en inglés pero también en spanglish, y abrevando de los sonidos de M.I.A. o Beck --aunque en las últimas fotos de prensa que pude encontrar online se la ve muy parecida a P J Harvey--, el desafiante Cha Cha Palace es también un homenaje al mundo latino tan a la vista en su natal Valle de San Gabriel pero escondido en Virginia, donde vive hoy. Un disco en el que no sólo incluye un dúo con su madre –cantante profesional de rancheras– en el tema La llorona, sino que también aparece la voz de su abuela en una breve viñeta sonora como La enorme distancia). Estuve tratando de decírtelo pero vos no lo ves/ yo también vivo en este país, canta García, que además de firmar la banda de sonido de la nueva temporada de la serie Vida, veo que lo último que ha publicado es un EP con rancheras electrificadas, cantado íntegramente en castellano, bautizado Echo eléctrico. Pero acá en Musica Cretina seguimos bailando con su irresistible Jícama, donde Angélica ya anunciaba: ¡I want some freedom con mi pan dulce! Y entonces pan dulce libre, qué tanto. Hay para todos, como sucede con la música. Pero ya saben lo que pensamos por acá: si es Cretina, mucho mejor. 


miércoles, 17 de noviembre de 2021

Esmeray, "Ayrilik olsa bile"

Lo puedo decir con orgullo/ si pudiera, comenzaría de nuevo este amor

El frescor de esta mañana de noviembre me permite también anunciar que hay un nuevo Música Cretina, que estrenamos el domingo pero que hoy podemos empezar a repasar. Y qué mejor que comenzar por su primer tema, obra de la chica de la foto, que en realidad es la portada de un simple. Se las presento: ella es Esmeray Diriker, más conocida como Esmeray a secas, una actriz turca de teatro, cine y series de televisión, que es recordada en su país principalmente por una canción nostálgica de fines de los años setenta y comienzos de los ochenta, dedicada a los jóvenes que estaban lejos de casa, realizando el servicio militar, que por aquel entonces en Turquía duraba dieciocho meses. Tal vez por eso es que en la antología Istambul 70, donde descubrí el pegadizo tema que abre el no-programa de noviembre, ni la nombran en el texto que acompaña la edición. Presentando su contenido desde la portada como Psych, disco, folk classics, las liner notes aclaran que en la occidentalización de la Turquía posterior a la caída del Imperio Otomano estilos musicales como el tango, el jazz o el rock se divulgaron en el país casi al mismo tiempo que en el resto del mundo. Después de explicar que en los sesenta existió algo llamado Anatolian Pop, dedicado a reinterpretar los temas tradicionales locales al estilo occidental, Murat Meric --que firma el texto-- se entusiasma contando todo lo rockeros y originales que llegaron a ser muchos de los artistas incluidos en el disco, pero --quizá avergonzado por una popularidad tan ajena al rock y sus derivados-- nada dice de Esmeray. Nacida en 1949 en Emirgan, un barrio ubicado cruzando el Bósforo, del lado europeo de Estambul, la joven Diriker es una afro-turca, cuyos padres llegaron a Turquía desde Marruecos, y que comenzó a actuar en teatro desde muy pequeña, para pasar luego al cine. El tema que descubrí en Istambul 70 aún a pesar de sus antologadores, y que abre un Música Cretina ideal para arrancar la semana, fue el lado B del simple de la foto, cuyo lado A es una canción con la que Esmeray ganó un concurso televisivo en 1974, que lleva la autoría de su marido: Unutama beni, traducible como No me olvides. La misma firma lleva el tema que nos ocupa, Ayrilik olsa bile, algo así como --gracias traductor de google-- Incluso si nos separamos. Antes de alejarse de la música Esmeray alcanzó a grabar varios simples y siete cassettes, y hacia el final de su vida llegó formar parte del elenco de varias telenovelas turcas antes de que el cáncer se la llevase en 2002. No quiero belleza ni riqueza/ vos sos la única felicidad en la que puedo pensar, arranca cantando Esmeray, la turca negra, que sufrió discriminación durante toda su carrera en un país demasiado obsesionado en encontrar una homogeneidad nacional, donde --obviamente-- no entraban los afrodescendientes. Tal vez por eso es que su voz invita a la nostalgia, y sus canciones hablan de amores perdidos, de olvidos a los que esquivar, de un mundo que supo disfrutarse pero que ya no está. Balas que pican tan cerca, que quizás por eso sea tan imposible no ponerles el pecho aun con tanto sol, noviembre y verano por delante. Ya saben, todo se pasa mejor con música, no importa lo amargo que sea. Y si es Cretina, mejor.

jueves, 28 de octubre de 2021

Claudio Gabis c/Charly García, "Maradona blues"

Yo ya no existo sin pasado/ entre la oscuridad y la luz

Uno de los más hermosos temas perdidos de Charly García, y que por supuesto no está en Spotify pero suena en el último Música Cretina, lleva un nombre que explica por sí solo las razones por las que tiene un lugar de privilegio en esa hipotética lista. Se llama Maradona blues, y fue grabado en Madrid, la mismísima noche en la que el mundo conoció la noticia de que a Diego le había dado positivo el antidoping luego del partido con Nigeria y se quedaba fuera del resto del Mundial de los Estados Unidos. Se grabó en la capital española porque García aceptó la invitación de Claudio Gabis para sumarse a un disco que estaba produciendo Alejo Stivel, que imaginaba un puente entre el rock y el blues madrileño --donde el ex Manal vive desde hace años, y ha realizado una celebrada labor docente-- y el de Buenos Aires. El proyecto se terminó llamando Convocatoria, y participan de un lado Fito Páez, Andrés Calamaro, Ricardo Soulé y Ricardo Mollo, entre muchos otros. Y del otro aparecen Joaquín Sabina, Coque Malla, Pedro Guerra y Luz Casal. El resultado final de semejante desfile fueron dos discos, atribuidos a Claudio Gabis y La Selección --un bautismo grupal que tiene cierto guiño a La Pesada--, y el primero tiene fecha de 1995, o sea al año siguiente de aquel Mundial. Pero el tema con Charly García de ese disco, que además lo inaugura, es Jugo de tomate, el clásico de Manal. Increíblemente, para que Maradona blues viera la luz habría que esperar dos años más, ya que la segunda parte apareció recién en 1997, con mucha menos promoción que la primera. Pero antes que quejarse hay que celebrar que finalmente el tema haya llegado a buen puerto, ya que nunca estuvo en los planes originales del proyecto, que simplemente soñaba con poder contar con Charly, que por esos días estaba terminando La hija de la lágrima en Nueva York. Gabis cuenta que lo llamó para invitarlo, que García aceptó, se subió a un avión y se apareció por Madrid. Descansó la jornada de su llegada, y por la noche viajando en taxi al estudio fue que se enteró de la noticia futbolera. El plan original era grabar justamente Jugo de tomate, y a eso se dedicaron apenas comenzó la sesión. Gabis recuerda que Charly agarró la botella de J&B que le estaba reservada, le dibujó una línea por la mitad con un marcador y anunció: “Tenemos que tener terminado el tema para cuando lleguemos acá, porque después ya no respondo”. Así sucedió, precisa el guitarrista y homenajeado, pero el asunto es que, una vez hecho lo que habían venido a hacer, siguieron tocando de madrugada --Gabis calcula que sólo estaba con Charly y el baterista, porque según su recuerdo el bajista se fue a la medianoche--, y surgió entonces el tema por el que estamos contando todo esto, en realidad una improvisación que se terminó grabando media docena de veces, con diferentes letras, todas inventadas en el momento. “Todas geniales”, según Gabis. García había llegado por tres días, pero esa noche fue la única que se apareció por el estudio, y el Maradona blues terminó tomando la forma que hoy todos conocemos gracias al trabajo de producción de Stivel, que terminó combinando lo mejor de todas las versiones que fueron grabadas aquella noche. Un accidente no es pecado/ y no es pecado estar así, canta García y cantamos todos cuando escuchamos y recordamos aquel tema y aquellos años del Diego, al que por estos días se lo estará recordando ya que se viene su primer cumpleaños sin él en este mundo. “Espero que estés en el club de los 27, con Kurt Cobain, Brian Jones y gente buena”, escribió García el año pasado para despedirlo. Y agregó: “Esperame ahí que invita la casa. No te equivoques con el paraíso”. Como reza la letra del Maradona blues: Ahora es cara o cruz. Con la moneda en el aire, suele ser la música la mejor compañía en ese revoleo. Y si es Cretina, mejor.    

miércoles, 27 de octubre de 2021

Música Cretina 2021 #9

ESTO NO ES UN PROGRAMA

19-10-2021

Lado A

“No voy a desistir/ aunque me digan que ya no hay nada más”

1.- Charly García c/Patricio Bisso, All I do the whole night through (Freed-Brown)
2.- Estupendo, No soy un extraño (Charly García)
3.- The Ronettes, Be my baby
4.- Moro Satragni c/Charly García, Cómo me gustaría ser negro
5.- Marianela, Rara
6.- Laura Ros, El karma de vivir al sur (Charly García)
7.- Claudio Gabis c/Charly García, Maradona blues

Lado B

“Pronto verás/ resurrecciones en el mundo”

8.- Small Faces, Tin soldier
9.- Fabiana Cantilo, Tu arma en el sur
10.- Sandro c/Charly García y Pedro Aznar, Eso que se hace de a dos
11.- Donovan, Mellow yellow
12.- David Lebón, Dos edificios dorados
13.- Paralamas c/Fito Páez y Brian May, El vampiro bajo el sol
14.- Charly García, Solo un poquito nomás


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miércoles, 20 de octubre de 2021

Moro Satragni c/Charly García, "Cómo me gustaría ser negro"

Si yo fuera un ciudadano de primera/ amparado por una constitución

Hay un nuevo Música Cretina y, como todo parece estarlo en estos días, está dedicado a Charly García, que este fin de semana va a estar celebrando --quien lo hubiese dicho, después de haberlo visto como lo hemos llegado a ver-- su cumpleaños número 70. Recuerdo aquellas escalofriantes piernas popotitos en tapa del Suple Si durante el fin de siglo, piel y hueso. O sino, como escribí alguna vez durante aquellos años: víscera y no chorizo. Porque en el asado García no había lugar entonces para ninguna entremés, sofisticación o embutido. Lo que ves es lo que hay dijo Say No More, y la palabra se hizo carne. Alguna vez Gloria Guerrero dijo, refiriéndose a los dos Luna Park del Adiós Sui Generis que funcionó como las patas la fuente del rock rocal ante el negocio musical de entonces, que el trabajo de García siempre fue exhibir a la vista de todos lo que se estaba cocinando en los rincones de cada casa. Hasta que esa gran antena que fue Charly no pudo recibir más nada que su propio dolor, y eso fue lo que puso sobre la mesa. La entrada es gratis, la salida vemos, más que ser una frase para sus fans, supongo que debió ser como García sentía --¿siente?-- su vida, y acá estamos todos, celebrando los 70 años de ese trayecto. Pero, claro, en esta semana de festejos a la que se ha sumado incluso el clima, al fin y al cabo no estamos hablando de Charly, sino de nosotros, de lo que nos hizo, de los recuerdos que eternizó para nosotros, de las canciones que nos hablan y seguirán hablando, esté o no presente. Siempre fue así, al hablar de García siempre hablamos de nosotros, porque esa es la gran cualidad de su música y su figura, aún cuando el verso con que arrancan estas líneas hacen referencia a una canción que ofrendó para otros y es un tesoro casi privado entre sus fans. Porque, a pesar de ser un tema suyo, en realidad asomó al mundo en el disco que hizo Oscar Moro --acompañado por Beto Satragni-- cuando la separación de Serú Girán abrió la puerta para ir a jugar para todos sus integrantes. Charly y David tenían con qué, Pedro se moría por hacerlo de una vez por todas, pero para Moro debe haber sido todo un dilema. “¿Qué iba a hacer en un disco solista?”, se sinceró para la revista CantaRock. “¿Un solo de batería en un lado y ponerme a bailar sobre el otro?”, agregó con una risotada, como para explicar el nacimiento de Moro-Satragni, aquel disco que se grabó como un desfile de amigos, con Ricardo Mollo --¡me había olvidado!-- tocando guitarra en un tema, muchos Jade --ex compañeros de Satragni-- aportando lo suyo, incluso Spinetta regalando una canción para el proyecto. Por supuesto que los ex compañeros de grupo de Moro no se quedaron atrás, y por ahí está Lebón, pero especialmente el que puso la cara y la voz fue Charly, con este Cómo me gustaría ser negro, nuestro tesoro para los fans que buscábamos temas secretos, como Iba acabándose el vino o Afuera de la ciudad, por ejemplo. Además eran épocas de fin de dictadura, y unx buscaba claves por todos lados, y en un tema que por momentos parece una tontería y en otros saca pecho, encontrábamos un slogan anti milicos en ese verso de acá arriba, que seguía diciendo: Yo te podría decir/ que me cago en tu amor/ cómo me gustaría ser negro/ y con mucho olor. Y ese “cago” se podía escuchar esta vez --casi-- claramente, sin el “piip” de Peperina. Eran otros tiempos entonces, Charly no podía hacer nada mal en aquella época. “Charly presidente”, le gritaban en los recitales. “Charly emperador del universo”, decían sus tarjetas personales en la época Say No More. En este hermoso miércoles primaveral, en tiempos en que parecemos estar haciendo todo mal, y ni hablar de García, no viene mal recordar los mejores días, las noches más especiales, nuestras canciones más propias. Las de Charly siempre se anotan en esas listas. Y ahí se quedarán. 

martes, 19 de octubre de 2021

Charly García c/Patricio Bisso, "All I do the whole night through" (Freed-Brown)

Todo lo que hago durante la noche/ es soñar con vos

Así es como se traduce el verso que titula el tema con el que abre el nuevo, nuevísimo Música Cretina que acabamos de estrenar, que para estar a tono con la semana está dedicado a Charly García, pero no es cuestión de dejar de ser cretinos. Así que quien inaugura nuestra celebración es el ukelele y la voz del artista de la foto, el genial Patricio Bisso, que acompañó a Charly García en una hermosísima y delicada versión de un tema incluido en la banda de sonido de Pubis angelical, lo que lo convierte en la única voz cantante de aquel otro disco que todos nos compramos --ya que era un álbum doble-- con Yendo de la cama al living, el debut solista de García post Serú Girán. Según contó Bisso, con Charly se conocieron cuando abrió un show de la compañía de danza que integraba Zoca. En esa nota realizada por Facu Soto y publicada en Soy, Bisso también recuerda que Federico Moura lo iba a ver todas las noches cuando encarnaba a Evita y gritaba: “Devuelvan las manos, devuelvan las manos”, y que lo grabó hablando para un tema del disco Recrudece. Supongo que su aparición en Pubis tiene que ver con su regreso a Buenos Aires justo para sumarse a la vibrante escena porteña de la que participaban las Bay Biscuits --con las que supo colaborar-- justo antes del fin de la dictadura, magma fundacional de lo que luego sería la banda de sonido de la primavera alfonsinista, que en gran parte abrevaba de esa sangre azul del rock nacional reunida alrededor de la figura de Charly García como Rey Midas de la banda de sonido de la época. Reverenciado en Brasil por sus personajes populares en la época, cuya cumbre fue su participación en El beso de la mujer araña, pero poco recordado en Argentina, Bisso falleció en Buenos Aires en 2019, con apenas 62 años. El tema que toca para la banda de sonido de Charly fue compuesto para otra banda de sonido, la de la película Sadie McKee, de 1934. Pero se hizo conocido dos décadas más tarde al formar parte de Cantando bajo la lluvia, y sus autores son Arthur Freed Grossman y Nacio Herb Brown, aunque en el disco de Charly apenas se los menciona como Fred & Brown en la autoría del tema. Bajo este sol de martes primaveral, no está de más recordar que contra todo pronóstico García está por cumplir 70, así que no hay que dejar de soñar con él y celebrarlo. Todos caen y él sigue y sigue, contó en algún momento, a la hora de hablar de las jornadas interminables de sus grabaciones, pero la frase adquiere otro significado al recorrer sus grabaciones y sus discos, en el que muchos de los participantes --como Bisso-- ya no están entre nosotros. En cambio, como el dinosaurio de Monterroso --no los de su canción, por suerte--, cada vez que despertamos Charly sigue ahí.  

martes, 5 de octubre de 2021

Música Cretina 2021 #8

ESTO NO ES UN PROGRAMA

23-8-2021

Lado A

“Tratando de ser normal/ sin ocultar que me vuelvo loco”

1.- Lowell George, What do you want the girl to do
2.- Aterciopelados c/Sergio Dias, Vida de cachorro (Os Mutantes)
3.- S. F. Seals, How did you know?
4.- Allen Toussaint, Computer lady
5.- Susana Baca, Enciéndete candela
6.- Kathryn Williams, Easy & me (Lee Hazlewood)
7.- Astroboy, Mi reserva

Lado B

“Si quieres ver, ven/ no preguntes”

8.- The Raincoats, Only tonight
9.- Brian Chambouleyron, El mate lavao (Rafael Amor)
10.- Khaled, Mani hani
11.- The 6ths c/Anna Domino, Here in my heart
12.- Estelares, Feliz
13.- Eurythmics, This is the house
14.- Gal Costa, Autotune autoerótico


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viernes, 1 de octubre de 2021

Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota c/La Metaleira Mantequeira, "Quema el celo" y "Rock de las abejas"



La historia del grupo que bajó del monte y tomó La Moncada es una que hemos escuchado mil veces, pero la del mismo grupo que, una vez conseguido todo, lo abandonó y se volvió para el monte del que vino solo fue contada una vez, y es la de Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota. Al menos es así como me gusta pensar la parte heroica de la historia del grupo del Indio y de Skay, y de tantos otros, por supuesto, ya sea Redondos como redonditos, músicos o público, que los acompañaron, algunos más, otros menos, durante semejante viaje. Cuando todo eso ya había pasado --la toma de la Moncada bajo la forma de recitales y shows de pubs primero, teatros después y finalmente estadios hasta convertirse en el grupo mas vendedor y convocante; y el regreso al monte ante la trágica evidencia de que su particular forma de producción no podía manejar semejante convocatoria y que no tenían ganas de entrar (ni nada que ganar) en el negocio del rock en su forma corporativa-- los Redondos se tomaron su tiempo, más o menos unos tres años, y su primer regreso (o segundo, o tercero, no me hagan hacer ahora la cuenta) fue con Luzbelito, un disco que apareció de la nada después de Lobo suelto, cordero atado, aquel doble donde parecían haberlo dejado todo. Y si recuerdo esto ahora es porque me he pasado casi toda la noche escuchando una y otra vez el nuevo tesoro de su archivo que felizmente Solari ha decidido subir a las redes: las versiones de Quema el celo y Rock de las abejas grabadas en San Pablo con La Metalera Mantequeira, un grupo --si no me equivoco-- de bronces brasileños con el que fantasearon con hacer un disco justo en ese momento, rescatando temas perdidos de la carrera hasta entonces del grupo, aquellos que nunca llegaron a grabar. Quema el celo, por ejemplo, formó parte del repertorio de los Redondos pre pubs, su primerísima encarnación, mientras que Rock de las abejas ya es de la época de Un baión para el ojo idiota, los que íbamos a verlos entonces lo cantamos una y mil veces, y siempre pensamos que iba a estar en ese disco que se demoraba en salir, como todos los de los Redondos en aquella epoca en que sabíamos los temas de escucharlos una y otra vez en vivo y no por esas grabaciones que nunca llegaban. Lo que suena en estos nuevos audios subidos por el Indio es algo asi como una versión celestial de los piratas que durante años han estado dando vueltas por ahí (primero en cassettes, ahora en YouTube), pero al mismo tiempo también confirman las razones por las que el grupo --el Indio primero, pero finalmente también Skay y la Negra Poly, los principales ideólogos del viaje revisionista paulista-- terminaron archivando aquel proyecto, y es así como Luzbelito apareció y se impuso. O viceversa. De hecho, los dos temas de aquellas grabaciones que terminaron en ese disco --El blues de la libertad y el mini medley Mariposa Pontiac/Rock del país-- tienen tapados todos los huecos delatados en la aparición de estos dos temas con contundentes pianos y teclados de Lito Vitale. Claro que para estar seguro de todo esto que les cuento, además de escuchar una y otra vez los temas recién subidos, busqué algunas de las versiones piratas, y por supuesto que repasé Luzbelito, y a esta altura estoy tan --parafraseando el cántico tribunero-- "redondito, redondito de ricota” que llegué al lugar inverso del que quería estar: lejos haber destilado una opinión contundente sobre estos hallazgos estoy mas bien fanatizado y simplemente queriendo escuchar más. Y mas de todo, ya sean versiones de este proyecto que nunca llegó al disco como piratas, grabaciones en vivo, ediciones oficiales que hace tiempo que no volvía a escuchar, porque así es la onda expansiva que despiertan los Redondos, y los recuerdos. Se sabe y me gusta repetirlo: la música y los olores son las únicas máquinas del tiempo que por ahora funcionan. Pero lejos de ser sólo un viaje al pasado, la música siempre me deja pensando. Pensando en el pasado, sí, pero también en el camino que me llevó a este presente, y no solo en el camino, también en el presente a secas, donde esos temas siempre resuenan. Porque la música que realmente importa nunca habla sólo del pasado, sino que sabe también qué es lo que nos está pasando. Negro, esto es mucho más lindo/ después de la clandestinidad, arranca cantando el Indio en Rock de las abejas y me exime de la necesidad de seguir balbuceando alguna explicación para esto que me está sucediendo con estas canciones. Sólo hay que dejar que suenen, acá, ahora. Y prestar atención a todo lo que tengan para decirnos. 

jueves, 30 de septiembre de 2021

Susana Baca, "Enciéndete candela"

La señora de la foto es Susana Baca, la heredera de Chabuca Granda, la voz negra del Perú, que como todo lo que no es blanco, blanquísimo en su país --y en muchos de nuestros países, no nos hagamos lxs gilxs-- necesita ser descubierto afuera de sus fronteras para conseguir reconocimiento dentro. Más de una vez lo ha contado Baca, cómo su María Landó fue despreciado por las discográficas locales, porque era poesía y, según decían, no le interesaba a nadie, hasta que llegó a los oídos de un tal David Byrne que estaba en su momento de gloria con su sello Luaka Bop, la incluyó en una antología titulada Afro-Peruvian Classics: The Soul of Black Perú y la vida fue otra para la gran Susana negra. Leo por ahí que la Baca decía que le sucedió incluso a Chabuca, eso de sentir que tuvo que ser primero reconocida fuera del Perú para finalmente poder ser Chabuca también en su país. Una cantante que cuando conoció a Baca, y la escuchó versionar sus temas, le dijo que si hacia sus canciones nomás no iba a llegar muy lejos, y la tomó bajo su ala. Fue su asistente, y en su casa Susana asegura haber escuchado por primera vez autores como Silvio Rodríguez, Pablo Milanés o Bola de Nieve, y fue también Chabuca la que, al escucharla musicalizar los poemas de Neruda o Vallejo le dijo al poeta César Calvo que ella cantaría sus versos. Y así fue como nació María Landó, el tema que finalmente terminó presentandola ante el mundo. “Su voz suave y distinta es tan linda como las de las mejores cantantes del pop, pero tiene fuerza como para crear su propia tradición”, es el elogio que le dedicaron en el New York Times, y si lo menciono es porque es una frase que celebra la propia cantante, hija de madre bailarina y padre músico, es decir heredera de una tradición artística y musical, que sin embargo sufrió en carne propia la discriminación por su color de piel cuando le negaron sin ninguna explicación una beca, a pesar de ser reconocida como la artista de su escuela. Maestra en un pueblo andino en su juventud, ganadora de dos Grammys como cantante, uno por una colaboración con Calle 13, y actualmente en actividad incluso varada en un pueblo casi sin conexion con internet durante la pandemia --donde grabó un disco a capella en el que incluyó una versión de, entre otros temas, Vengo a ofrecer mi corazón, por la que Fito Páez le hizo llegar sus elogios--, Baca cuenta que cuando se lanzó a recopilar temas de la tradición afroperuana en su país ni siquiera los protagonistas de esos recuerdos querían recordarlos. “Decían que eran cosas de negros, del tiempo de los esclavos, y que no se acordaban, como si quisieran borrar esa historia, porque así se lo hicieron sentir durante mucho tiempo”, recordó alguna vez la cantante, que suena en este último Música Cretina con un tema tradicional como Enciéndete candela, incuido en el primer disco completo con su nombre que grabó para Luaka Bop en 1997, en el siglo pasado, y que aún reverbera hoy en los activos 77 años de una señora que canta bajito pero canta, canta suave pero también canta fuerte, llevando siempre el color de su piel como bandera. 

(La foto que ilustra este post fue tomada por el peruano Raúl García que, además de trabajar para varias publicaciones y agencias internacionales, se ha dedicado a retratar la escena de rock under de Lima)

martes, 28 de septiembre de 2021

Khaled, "Mani hani"

Se los presentaría pero no hace falta, en la foto se presenta solo. Una de las canciones que suena en el nuevo Música Cretina es de este hombre, bautizado como Khaled Hadj Ibrahim según todas las biografías que repaso en internet, conocido incialmente como Cheb Khaled --Cheb quiere decir joven, y es un apodo común entre los cantantes de su estilo-- pero desde hace mucho tiempo simplemente como Khaled, una de las grandes figuras del Rai argelino, un ritmo popular que mezcla tradiciones musicales del norte de África y Medio Oriente, y un hitazo en Francia para la época de la que debe ser la foto, a mediados de los años 80. Oriundo del puerto de Oran, en la costa del Mediterráneo, al que Khaled rebautizó como Crazyville, su nacimiento fue en 1960, por lo que su vida está atravesada primero por la liberación de Argelia y el panarabismo, y luego por la aparición de los extremismos religiosos. Músico desde los diez años, con su primer simple grabado a los 14 y un éxito temprano en su ciudad, leo por ahí que se hizo famoso internacionalmente a mediados de los 80, cuando el gobierno argelino convenció al socialista Jack Lang, el ministro de cultura de Miterrand, de que la difusión del Rai podía ser de interés cultural en Francia. Una razón de la popularidad de Khaled y sus compañeros de generación tal vez haya sido que rompieron con la idiosincracia de los cantantes locales, que hablaban en metáforas. “Cuando canto Rai, soy directo: bebo alcohol, amo a una mujer, y sufro. Voy directo al punto”, explicó. Por eso es que en Argelia habían comenzado prohibiendo el genero, pero cuando esa sinceridad también fue blanco de los extremistas religiosos, el gobierno cambió su táctica, lo que obligó a los cantantes a buscar el exilio, porque las amenazas se intensificaron, y terminaron recalando en París o en Londres. En el caso de Khaled, una vez que la rompió en Francia, no tardó en explotar internacionalmente: recuerdo haberlo descubierto por el disco que hizo con Don Was a comienzos de los 90, cuando daba vueltas por alguna discográfica sin que nadie le prestase atención y --por supuesto-- terminó en mi casa. Con cada trabajo internacional su Rai se fue mezclando con el funk, el jazz y la world music, pero el tema que suena en este Música Cretina viene de un álbum del 2004, Ya-Rayi, conocido por haber sido con el que volvió a las fuentes. Es un disco que milagrosamente tuvo edición argentina, tal vez el único de Khaled editado oficialmente por acá, de hecho recuerdo haberlo reseñado para La mano. El tema que pueden escuchar en el Lado B del último no-programa es el que abre el disco, que comienza con el sonido de un piano interpretado por Maurice Medioni, famoso en Orán antes de Khaled, creando casi un viaje en el tiempo dentro del tema, en el que el sonido de los salones de té de los años '50 dan paso al de una nueva generación cercana a la calle, la de un Khaled que hoy en día sigue vigente, al punto de que el año pasado, en plena pandemia, sacó un simple dedicado a la ciudad de Beirut, destrozada por una terrible explosión en su puerto. En este martes nublado pero aún así de primavera, los invito a que pasen y escuchen el nuevo Música Cretina y el Rai de Khaled, que celebra con una sonrisa el libre paso de la música de generación a generación, bebiendo y enamorándose a pesar de todas los extremismos, las pandemias y las explosiones. O justamente en respuesta a ellas.    


Estelares, "Feliz"

En un principio la canción se llamaba Sofía, pero como en el disco ya había una con nombre de mujer, pasó a llamarse Feliz. "This is my job, no soy de nadie", cuenta su protagonista, una prostituta que se sienta a cenar frente a un cantante dispuesto a escucharla para hacer luego una canción con sus confesiones. Qué hermosa mujer en la cornisa, canta Manuel Moretti, el líder de Estelares. Describe a una mujer imaginaria, que saca “franceses” de su cartera y confiesa que un tiempo atrás solía castigarse. Ahora mirame. Ves: soy una reina, dice Sofía en la voz de Moretti, que por un momento parece caer en la trampa más condescendiente del que escribe desde los márgenes: darse por satisfecho con retratar el vacío ajeno. Pero hay un verso que saca a la canción de su cómoda guarida de “otra de prostitutas”, retrato al natural de una mujer que trabaja en el oficio más viejo del mundo: es la línea en que la Sofía de Moretti recuerda que sólo una vez, lejos de acá, se despertó mejor. Pero no me atreví: ¿que garantías tenía de ser feliz?, confiesa la mujer, y su pregunta excede flagrantemente a su personaje para abarcar casi todo un disco. Ardimos –tercer opus del grupo– retrata un mundo en el que nadie tiene ninguna garantía de nada. Y mucho menos de ser feliz. “Ese tema cuenta una anécdota totalmente inventada”, cuenta Moretti, “pero me gusta porque la escribí de una sentada, como si estuviese viendo eso que nunca sucedió. Y esa frase me parece tan clave, dentro de la canción, que terminó llevando ese título. Aunque el tema no sea la felicidad, precisamente.” .

...

Hay un nuevo Música Cretina, creo que ya se los dije, y en el lado B suena este tema de Estelares que en su momento me obsesionó tanto, que hasta le dediqué una nota en Radar --de la que sale el párrafo de acá arriba-- cuando finalmente se editó el disco que lo contiene, el que casi los destruye por el tiempo que tardaron en grabarlo, pero que finalmente fue el que los terminó haciendo lo que hoy son, un grupo clásico, honrosos eslabones encontrados --y no perdidos-- entre el rock platense de los 80 y la escena indie de la segunda década del nuevo siglo. Hace casi dos décadas de Ardimos, lo que vivimos del nuevo siglo desde que escuché por primera vez Feliz, y su poder como canción y como oráculo sigue tan fuerte como entonces. No hay garantías, lo sabemos, pero también sabemos que la felicidad existe. No se ustedes, pero yo estoy seguro que el camino hacia ella está tapizado de canciones. Muchas suelen sonar en Música Cretina, un no-programa del que no se puede decir que sea feliz, pero que trata de estar siempre, llueva o truene, y también con el sol de una nueva primavera, qué tanto. 

(La foto que ilustra este post es de Julieta de Marziani, y forma parte del arte original de Ardimos). 

jueves, 23 de septiembre de 2021

Lowell George, "What do you want the girl to do" (Allen Toussaint)

Así que pensás que la chica está loca/ como para tragarse tus mentiras como si fuesen buenas

Así es como comienza el nuevo Música Cretina que intenta abrirle la puerta a la primavera --¡vamos Prim, acá estamos, acercate!--, y así es como arranca también la letra de What do you want the girl to do, el hermosísimo tema de Allan Toussaint que versiona el gran Lowell George desde su único disco como solista, el más que apropiadamente titulado Gracias, me lo comeré aquí. Especialmente desde que leo, en una de las tantas notas sobre George que se puede encontrar online, que el bajista Fred Tackett considera que --más allá de los signos de sobredosis y el hígado destruido que reveló la autopsia luego de su ataque fatal de corazón-- Lowell en realidad murió por la pizza completa que se comió él solo en una de las paradas del omnibus de gira, mientras el resto de sus acompañantes compartía otra. Sí, el buen George dijo definitivmente adiós durante la gira presentación de un disco que estuvo grabando durante dos años y medio, y del que participaron Jim Keltner, Nicky Hopkins, J. D. Southern, Bonnie Raitt y muchos otros, tantos que en las liner notes del disco original George asegura no recordarlos. Líder de esa maravilla de los '70 que supo ser el grupo Little Feat, su muerte a los 34 años y cuando recién estaba intentando abrirse camino como solista, convirtió su nombre en una suerte de código entre entendidos. Recuerdo que alguna vez Andrés Calamaro me dijo que era el disco que más veces se había comprado, porque tenía que tener siempre uno en su discoteca. Presentado originalmente por Toussaint en esa obra maestra conceptual que es Southern nights, y luego versionado tanto por Buzz Scaggs como por Raitt --que le cambió el “girl” por “boy” en el título-- antes de que Lowell George hiciese su magia, el tema que abre aquella gema de despedida es el que también inaugura un nuevo no-programa que tanto se hizo esperar, pero ya está con nosotrxs, por lo que lxs invito a disfrutarlo

(Ah, y la imagen que ilustra este texto, y que tan bien presenta a nuestro homenajeado, es obra de Elizabeth George, su mujer en el momento de su muerte, y la encargada de tirar sus cenizas en el Pacífico. Está incluida en el sobre interno de Thank’s I’ll eat it here)     

miércoles, 11 de agosto de 2021

Los Tres c/Lalo Parra, "La negrita"

Que será de mi/ si te vas, amor

“Ya, vamos a tocar foxtrot”. Pasándole una guitarra, eso fue lo primero que le dijo Roberto Parra a Álvaro Henríquez, el líder del grupo chileno Los Tres, cuando se conocieron, en la casa de su hermano, el poeta Nicanor, en el barrio de La Reina, en Santiago. “Así que enganchamos al tiro”, resumió. Por entonces Los Tres aún eran sólo tres jovenes músicos --aún no se les había sumado Ángel-- que venían de tocar rockabilly en su natal Concepción para integrarse a la bohemia artística de la época en la capital chilena, aun regida por el pinochetismo. Henríquez fue testigo privilegiado de esa movida como parte del fenómeno que fue la puesta de La negra Ester, una obra teatral basada en unos versos de Don Roberto dedicados a una prostituta. Inventor de las cuecas choras, vinculadas a la marginalidad, y el jazz huachaca, o sea vulgar, tan hermano de Violeta como Nicanor, Roberto siempre fue el cantautor y poeta de cantina de la familia Parra, creador innato --como leo por ahí-- de sincretismos entre el folklore local y la música importada. Con Lalo, otro de sus hermanos, formaron un dúo que exploró esos vínculos, pero para Los Tres funcionaron como sus particulares aduaneros de la felizmente porosa frontera de la musica del grupo con la cueca chilena, una particularidad que fue el ingrediente clave para alcanzar la popularidad --continental, por supuesto, pero especialmente dentro de Chile-- con su Unplugged de MTV, en la segunda mitad de los años 90. Contó alguna vez Henríquez que haberlo conocido a Roberto fue lo que les permitió a él y a sus amigos abrir los ojos al hecho de que la cueca no era sólo eso que hacían todos los grupos folklóricos oficialistas de la época. En el libro de memorias fotográficas --literalmente: compila las fotos que fue sacando durante la historia del grupo-- del bajista Roberto Titae Lindl, Álvaro también recuerda otra de las cosas que le decía el venerable Parra cuando formaban parte del elenco de aquella obra basada en sus poemas: “Alvarito, tenemos que hacer una ramada en cualquier lonjita de terreno que nos den, y nos vamos mitimota”. Por eso es que, cuando murió en el 1995, les propuso a sus compañeros de grupo que hicieran una fonda en serio, como tributo a don Roberto. Al decir fonda, Henríquez se refiere a los bailes que proliferan en ocasión de las fechas patrias, ya sea en locales, en la calle o en carpas armadas para tal fin, reuniendo alcohol, comida y música en vivo. Los Tres lanzarían por primera vez su propia fonda bajo una enorme carpa al año siguiente de la muerte de don Roberto, y la bautizaron La Yein Fonda, con tal éxito que siguieron repitiéndolo año tras año, y un disco en vivo con ese nombre --grabado en uno de esos eventos-- forma parte de su discografía oficial. Lo que suena casi al final del Lado A del que todavía es el último Música Cretina es un tema otro disco, que el grupo hizo en homenaje explícito a Roberto y Lalo Parra, bajo el título de Peineta, recordando que en los bajos fondos y en las quintas de recreo se decía que tocar bien, es decir lograr interminables punteos como los que hacía Don Roberto en acordes en sol mayor, era como peinarse con la guitarra. Peineta reúne un registro en vivo del grupo acompañados por Roberto Parra, un año antes de su muerte, con temas grabados cuatro años después en estudio con el Tío Lalo, como lo llamaban, que moriría recién en 2009. En el libro de Titae hay algunas fotos de esas sesiones, una de las cuales lo muestra con una guitarra eléctrica, la primera vez que tuvo una en sus manos. “No había tocado antes una, y estaba alucinado con el sustain”, se enorgullecía Henríquez cuando salió el disco. Lo que se puede escuchar en este no-programa, justamente, es el preciso momento en que Lalo Parra graba por primera vez con una guitarra eléctrica, en una versión del tema La negrita, un clásico del folklore chileno. Tan lejos de ti/ no podré vivir canta y toca Lalo, y acá estamos sin embargo, tan lejos y viviendo. 

lunes, 9 de agosto de 2021

Salif Keita, "Folon"

Se los presento, el tipo de la foto se llama Salif Keita, y su increíble voz suena a poco de empezar el que –pese a que ya pasaron muchos días y muchas cosas desde su estreno– sigue siendo el último no-programa. Tuvimos sol, tuvimos tormenta y no paramos de llorar despedidas, pero acá estamos, lunes nublado y frío, siempre con Música Cretina para hacernos compañía. Apenas arranca el Lado A, lo que suena es Millones de Casas con Fantasmas, pero ya hablamos de eso, así que ahora toca hablar del buen Salif, la voz de oro del África. “Lo primero que se percibe cuando Salif Keita sale a escena para ponerse bajo las luces y escuchar una ovación de un público expectante, es su rostro. Es de un blanco casi traslúcido, como si fuese el de un fantasma, con labios gruesos y una nariz ancha”, escribió Quincy Troupe, profesor de literatura norteamericana y caribeña en la Universidad de California en San Diego y quien ayudó a Miles Davis con su autobiografía. “Keita es un albino africano en una banda de músicos y cantantes profundamente negros. La experiencia de ver un negro blanco, como a veces son llamados los albinos en el oeste de África, al frente de semejante grupo, es en principio shockeante. Pero cuando las primeras notas salen de su garganta, es imposible no impresionarse con su voz. Primal y embrujada, esa voz llena el cuarto sin problemas y recuerda la de un muezzin, retumbando desde una mezquita al crepúsculo y al amanecer”. Troupe lo describió así a fines del siglo pasado, en las páginas de la revista del New York Times, cuando su figura recién comenzaba a instalarse como una de las fundamentales dentro de la escena de las Músicas del Mundo. Nacido en 1949 en Djoliba, al oeste de Bamako, la capital de Mali, Keita no tuvo una infancia fácil, ya que ser albino en Africa es tomado como un signo de mala suerte. Condenado a la soledad tanto por su familia como por su comunidad, siempre ha destacado el hecho de que la dificultad de ser albino en África comienza con la imposibilidad de soportar la contundencia del sol. “Para mi familia, me transformé en una carga, ya que no podía trabajar en el campo”, explicó. “Sólo me podía dedicar a ahuyentar con mis gritos a los pájaros de los sembrados. Así fue como fui desarrollando mi voz”, bromeó. Aunque su vocación en un principio decantó hacia la enseñanza, sus estudios se cortaron a causa de los problemas de visión propios del albinismo y finalmente Keita decidió dedicarse a la música. Pero el sistema de castas de la sociedad de su país hace que no esté bien visto que un descendiente de la realeza –y la familia de Salif supuestamente desciende de Sundjata Keita, quien en 1240 fundó el reino de Mali– se dedique a tales menesteres. Así que, para seguir la que sería su vocación durante el resto de su vida, Salif debió abandonar su hogar, comenzando así una larga carrera que –medio siglo mas tarde– lo ha terminado convirtiendo en un mito que hace tiempo fue bautizado como el Caruso africano. Leo por ahí que Keita decidió un par de años atrás que su álbum del 2018, Un autre blanc, era el último, porque le costó mucho grabarlo, y –dice– la gente ya no escucha discos. Sin embargo, una rápida busqueda online permite constatar que ya estuvo tocando en vivo en este verano europeo, en Francia y en Italia, al menos. Así que, mientras cruzamos dedos esperando que alguien lo convenza de grabar un nuevo disco, dejemos que suene en esta nueva semana que nos recuerda que –ay– lo peor del inverno sigue entre nosotros. Lo que se escucha casi abriendo este Lado A es un tema acústico que cierra y bautiza su hermosísimo disco Folon, del año 1995, cuyo título quiere decir "En el pasado". No importa lo que sucediera/ En el pasado nadie quería saber, canta Salif y cantamos todos, aunque tengamos claro que querer no es saber, y este presente hiperinformado en que vivimos es la mejor prueba de eso. Pero la voz siempre sabe, de eso no hay dudas, así que sólo hay que querer escucharla. 

domingo, 1 de agosto de 2021

Los Locales en La Luna

Acabo de encontrar un recuerdo de Palo Pandolfo que merece compartirse al sol de este domingo de invierno. Es un testimonio de lo que eran los recitales de Los Locales, el grupo que tenía con Daniel Riga, y que quedó inédito. En la primera mitad de los 90 cada vez que había una fecha libre solían tocar en La Luna, un pub de Palermo --en Cabrera y Medrano-- por el que pasó toda la escena rocker de la época. Lo sé porque vivía cerca y solía terminar mis noches ahí. Alguna vez alguien me pasó el cassette de la foto, y desde entonces lo he cargado de aquí para allá en cada mudanza: una terquedad que con el tiempo termina convirtiéndose en archivo. No tiene sentido que semejante documento siga guardado, y por eso hay que compartirlo. Así que acá está: pasen y escuchen al Palo más espontáneo que puedan encontrar, justo en el camino que iba del punk profundo a la explosión latina de su Maderita.  

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jueves, 29 de julio de 2021

Música Cretina 2021 #7

ESTO NO ES UN PROGRAMA

13-7-2021

Lado A

“La vida es tan desprevenida y exacta/ que un día acaba”

1.- Millonesdecasasconfantasmas, Dientes
2.- Salif Keita, Folon
3.- Alina Gandini & Hotelera, La bestia pop (Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota)
4.- The Flaming Lips, Mother I’ve taken LSD
5.- Cazuza, Ritual
6.- Los Tres c/Roberto & Lalo Parra, La negrita
7.- Michelle Shocked, When I grow up

Lado B

“Salía el tren/ mientras sus sueños se alejaban”

8.- Cansei de Ser Sexy, Acho un pouco bom
9.- Wycleff Jean c/Paul Simon, Fast car
10.- Rubén Gonzalez, La lluvia
11.- Victoria Williams, Summer of drugs
12.- Javier Martínez, El hombre restante
13.- Patti Smith, Soul Kitchen (The Doors)
14.- Intoxicados, De la guitarra

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miércoles, 28 de julio de 2021

Patti Smith, "Soul Kitchen" (The Doors)

Realmente quiero quedarme acá/ toda la noche

En un miércoles frío de invierno, quiero recordarles que aun hay un Música Cretina al que casi no hemos presentado como para tirarse a escuchar con este tímido solcito mañanero. Bien abrigadxs, eso sí, como Patti Smith en el Pere Lachaise, visitando la tumba de un Jim Morrison que es uno de sus celebrados en Twelve, su disco de covers editado durante este nuevo siglo. En el texto incluido en el librillo del álbum, Smith presenta el tema contando que tuvo un sueño en el que un ángel malévolo desde detrás de unas pesadas cortinas de terciopelo le susurraba que tenía que cantar Soul Kitchen. Cuando se despertó y salió de su hogar, en la calle escuchó al tema sonando desde una radio, y como asegura ser levemente superticiosa, se dijo que lo mejor era grabarlo. Cuando lo hizo, cerró los ojos y se sintió en un lugar extraño. Escribe que fue como estar entre bambalinas, con Morrison pidiéndole en un murmullo: "Elegí una carta". Tus dedos tejen veloces minaretes/ hablan en alfabetos secretos, cantó Jim y canta ahora Patti, que escribió en uno de sus libros que fue al verlo tocar en vivo que ella pensó: esto yo lo puedo hacer. Aún está explicando que no es que  considerase que era una pavada lo que hacía Morrison o que se refiriese a que ella lo podía hacer mejor, sino que fue simplemente algo inspirador. Eso sí, la escuché contar más de una vez su único encuentro con él fue en una fiesta de lanzamiento de uno de los discos de los Doors, realizada por su discográfica. Cuenta Patti que siempre había comida en esas presentaciones, y allá iban con Robert Mapplethorpe, tratando de llevarse lo que pudiesen a casa. Aquella vez, la comida estaba en un cuartito que funcionaba algo así como una recepción, como para que cada uno se sirviera, y luego regresase a donde estaban todos, para seguir con la fiesta. Patti estaba aprovechando esa bienvenida intimidad para ir metiendo comida en su bolso, cuando escuchó a alguien decirle: “Las hamburguesas también están buenas”. Se quedó paralizada, como si la hubiesen descubierto. Se dio vuelta, buscó al dueño de esa voz profunda y lo encontró sentado solo en un rincón. Sí, acertaron, se trataba del buen Jim. Patti dice que le agradeció, metió algunas hamburguesas en el bolso, se fue sin entrar a la fiesta, y nunca más se volvieron a ver. Enciendo un cigarrillo/ aprender a olvidar, reza otro de los versos de un tema que habla de autos que pasan lentamente, llenos de ojos, y evoca una cocina del alma, donde dan ganas de quedarse, y donde, seguramente, el buen Jim nos dirá que las hamburguesas están buenas. No se si en la foto Patti estará recordando aquel único encuentro que tuvo con el cantante de los Doors, pero tengo claro que no va a quedar otra que aprender a olvidar si vamos a seguir en esto. Por suerte, la música siempre recuerda todo por nosotros. Y si es Cretina, mejor. 

viernes, 23 de julio de 2021

"La muerte no existe" (Palo Pandolfo, 1964-2021)

Saludo y pateo la mirada del dolor. Eso cantó Palo, eso cantamos todos una y otra vez, y aquí estamos, cantándolo otra vez, pero ahora Palo ya no está. Y es algo que todavía resulta difícil de creer. Cenizas y diamantes, Patria o muerte, su música exigió desde el mismísimo comienzo un ida y vuelta constante, ese todo o nada que el rock se pasa prometiendo, pero sin nunca pagar la cuenta. Desde que me acuerdo, Palo siempre garpó. Y me acuerdo de mucho. Yo fui su público. Desde el primer disco, yo fui su público. Si me esfuerzo, todavía me acuerdo de la primera vez que escuche por la radio aquel hiperdifundido Rosario en el muro en la Rock & Pop, pero me cuesta todavía menos recordar ese segundo disco de Don Cornelio, el que por entonces nadie pasaba por radio. Palo fue todo, todo junto, todo ahora. Fue punk con flores, fue dark de mediodía, fue una risotada eterna, el goce de estar vivo. Yo voy y escupo en tus aparatos, me cago en tus edificios cantó Palo y cantamos todos, cómo no, si fue nuestro Luis Alberto, pero ningún barro tal vez, barro seguro, y solo barro y mas barro hasta que haya luz. La gente no sabe y miente, inventa y fabrica. Repaso sus canciones para escribir esto e inevitablemente me detengo en frases cómo esa, porque cada letra guarda un tesoro, y Palo era alguien al que los tesoros se le caían de las manos. No podía evitarlo, quería ser dark y era poeta, quería ser del campo y era dark, quería la naturaleza pero le salía rock por los poros, en cada una de sus carcajadas de gallo, ese extraño vomito de risa que era su marca de fábrica. Por excesivo, siempre, también lo quisimos. Hay una anécdota increíble, que lo retrata: cuando arrancó con Don Cornelio el disco fue elegido como revelación en la por entonces consagratoria encuesta anual del Si, y se ganó un lugar en la foto de tapa de fin de año, al lado de los popes. Pero cuando llegó el momento de tomar la foto, anotó mal la dirección o llegó tarde, o las dos cosas, y se lo perdió. Invitado a formar parte del rock oficial, se quedó en la puerta, sin poder entrar. Ese siempre fue Palo, y por eso eso sin dudas lo querremos siempre. Parado aquí, escucho las voces, son cantos de gloria. Así arranca Cenizas y diamantes, y así es como increíblemente parece terminar todo esto, con estas voces que lo despedimos en las redes, cantos a toda su gloria. Adiós Palo, tantas noches compartidas, tantos éxtasis hechos canción, tanta poesía urbana y cotidiana, y por eso aún más poesía. Tanto rock y más rock. Siempre fuiste la flor en el tacho de la basura. Rompiste como solo vos supiste toda esta trampa.

(La foto es de Ezequiel Pontoriero y Leo Vaca, y forma parte del arte de su último disco de estudio, Transformación, grabado junto a su grupo La Hermandad)


martes, 20 de julio de 2021

Millones de Casas con Fantasmas, "Dientes"

Busco la ficción más larga/ para entretener mi muerte

Buenos días martes, buenos días sol de invierno, buenos días Cretixns, supongo que ahora sí saben que hay un nuevo no programa, pero tal vez no todxs conozcan el tema con el que arranca, así que se los presento. Se trata de Dientes, que contiene los versos con los que arranca este post, y que abre también el disco Los desmayos, segundo opus de Millones de Casas con Fantasmas, que por entonces era un grupo paralelo de ese pozo sin fondo de música y canciones que es el rocker montevieano Pau O’Bianchi, en esa época rompiéndolo todo al frente de 3Pecados, un mito que a su vez estaba rompiéndose en ese preciso momento. Leo en una entrevista de la época que Pau resumía a 3Pecados como “catarsis con batería” y a Millones como lo mismo, pero “más tranqui, sin batería”. Estoy obligado a detenerme en este momento, y avisarle a los que me estén leyendo pero no hayan escuchado jamás a 3Pecados que esto no puede seguir asi: vayan ya mismo a buscar “Diciembra” en YouTube --lo siento, chiquis, no está en Spotify--, y se entreguen con confianza, no los va a defraudar. Fueron nuestros Nirvana del Río de la Plata, sin tiro del final pero tragedia igual, y como todos los grupos o las canciones y la música de Pau reflejan lo que significaba todo eso para él: la razón para estar vivo. Porque Pau siempre fue un tipo de piel sensible, hijo de padres divorciados, y criado por su madre y su tía, a las que considera sus padres. De hecho, en su momento me contó que su nombre artístico nació cuando, en la primera entrevista que le hicieron, le preguntaron como quería aparecer y él respondió que como Pau o Bianchi, con el diminutivo de su nombre o el apellido de su madre, pero no con su nombre completo, apellido paterno incluido. Y así quedó. Decir Pau es convocar a la mejor música de la más reciente escena indie uruguaya, que además sólo es hija de su tiempo, ya que todos sus discos --y son muchos-- existen gracias a que, cuando vuelve de su trabajo diario y rutinario, Pau --como describió más de una vez-- se arma uno, agarra su guitarra, y graba. Así nació Los desmayos, una selección de los temas que había registrado de esa manera, durante aquella última época de 3Pecados. Ese es el Pau que suena al comienzo de este Música Cretina, que golpea el cuerpo de su guitarra, murmura el nombre del tema que está por tocar, y empieza a arpegiar. No se si Los desmayos, que este año cumple una década (!!!), tuvo alguna vez una edición oficial en CD. El que yo tengo es una hermosura artesanal que viene con una nota manuscrita --véanla en la foto, ¿no es un encanto?-- que testimonia que se trata de la primer copia física del disco. Y sólo por haber sido la primera persona en haberlo pedido así. ¡Gracias Rusita por haberlo dejado en mis manos! Es sábado a la noche/ y no hay mucho para hacer, arranca cantando Pau al comienzo de este nuevo Música Cretina, que los estoy invitando a escuchar justo antes del mediodía de un martes en el que lo más probable es que haya mucho para hacer. Pero todo eso seguro que se puede hacer mucho mejor con música. Y, si es Cretina, mejor. 

martes, 15 de junio de 2021

Coki & The Killer Burritos, "Enloquecido"

Por qué te toca ese cáncer/ Por qué a vos sí/ Y a mí aún no

Hace meses que vengo cantando este tema una y otra vez, no se por qué justo ahora ya que conozco de memoria estos temas casi desde siempre, tal vez porque me hace levantar el puño, tener ganas de saltar, querer mirar a alguien a los ojos y sentir que vamos a cantarlo juntos antes de empezar a hacerlo. Supongo que eso es el rock, supongo que esa es parte de la magia de esta música, o lo es al menos para mi, esa coincidencia, ese compartir el mismo lugar antes de efectivamente hacerlo, esa invitación a estar juntos pase lo que pase, especialmente antes de que pase. Pero supongo que lo que mas me gusta de este tema de Coki & The Killer Burritos es cómo destila preguntas que no se suelen decir en voz alta, cómo va despojándose una a una de ropas que no tienen que estar ahí, pero que al mismo tiempo son la esencia del asunto. ¿Por qué tu casa no es mía?/ ¿por qué no vivo en un mar azul?, canta Coki, la gran estrella de rock que se merece Rosario, el rocker que nunca salió de allí, el tipo que no quiere ser lo que es pero que finalmente lo asumió, a tono con los tiempos que corren, que necesitan de héroes. O al menos de voces. ¿Por qué no tengo tu mismo coraje/ y dejar todo en la religión? Recuerdo haber leído por ahí que Coki ya no quiere ser llamado así, que su nombre es César Debernardi y ya. Y el grupo ahora es simplemente Killer Burritos, y así hay que buscar sus discos en las redes. Pero yo los conocí con ese nombre, y los discos que atesoro, los primeros, repiten ese nombre en el lomo, así que me permito nombrarlos así, aunque, claro, en la imagen que ilustra este post el que aparece es César, fotografiado por Máximo Conforti para la revista rosarina Barullo. Y podemos entonces, a partir de la foto, seguir con la pregunta del chiste, que bien podría estar en la cancion: ¿Doctor, qué padezco? Coki padece, sí, un osito en la foto, pero es también el gran oso del rock, el que volvió a casa manso y tranquilo, pero sabio y capaz de todo. Alguna vez lo definí como un Páez que se quedó para siempre en Ey, pero después de haber visto el especial que transmitió durante la pandemia, creo que hace tiempo pasó de ser sólo eso. En realidad nunca lo fue, pero semejante humorada como definición tenía la virtud de sintetizar para el lego de qué se trata más o menos lo que hacen los Burritos con Coki al frente. Su música y sus canciones son, qué duda cabe, el gran secreto del rock nacional que aún guarda Rosario, y hace tiempo que merece ser descubierto, más que nada porque no es pasado, nada de eso, el amigo César es presente puro y duro, y está hoy en su mejor momento. ¿Por qué esa chica es tan linda?/ ¿Por qué mis dientes cambian de color? Una de las cosas que me gusta de este último no-programa, que todavía es el nuevo Música Cretina aunque ya viene uno más nuevo, es que termina ahí arriba, con este tema de los Burritos en la cima. Se llama Enloquecido, y está en esa obra maestra que es Perdida, tercer opus del grupo, de su carrera solista. Vayan a ver, pasen y escuchen. Se llaman Coki & The Killer Burritos, o sino Killer Burritos a secas, liderados por César Debernardi, un pibe de Cañada de Gómez que pasó al frente cuando murió el líder, el que --según recuerda siempre-- era el talento de Punto G, la que era su banda de entonces. Una postal de lo que hay que aprender cuanto antes en la vida. Porque nunca somos los mejores, pero alguien tiene que ir al frente. Así que acá estamos, Libertad. Y estás mucho mejor. 

lunes, 14 de junio de 2021

Música Cretina 2021 #6

ESTO NO ES UN PROGRAMA

5-6-2021

Lado A

“Arco iris y cascadas/ fluyen por mi mente” 

1.- Shuggie Otis, Strawberry letter 23
2.- Milton Nascimento & Belmondo, Nada será como antes
3.- Terrenoire, Mon ame sera vraiment belle pour toi
4.- Leyla McCalla c/Rihannon Giddens, Rose-Marie
6.- Beth Orton, Hippy gumbo (Marc Bolan)
7.- Miley Cyrus, Plastic hearts

Lado B

“Es aburrido este viaje/ es aburrido el mismo color”

8.- Neneh Cherry c/Michael Stipe, Trout
9.- Índio da Cuíca, Jogo do malandro
10.- The 6ths c/Odetta, Waltzing me all the way home
11.- Jaco Pastorius, Portrait of Tracy
12.- Rosal, Piano bar (Charly García)
13.- Richard & Linda Thompson, Don’t let a thief steal into your heart
14.- Coki & The Killer Burritos, Enloquecido


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viernes, 11 de junio de 2021

Leyla McCalla c/Rihannon Giddens, "Rose-Marie"

Los músicos no tienen secretos/ son como un libro abierto

Debería empezar presentándoles a la chica de la foto, pero como hace días que no hablamos del asunto, antes les aviso que hay un nuevo Música Cretina, y que mi deseo es que dejarlo sonar en la tarde de este viernes sea como cerrar los ojos y entregarse al sol de invierno, que calienta despacito,  como sumergiéndose en aguas templadas, que recuerda otros soles y otras tardes, y al mismo tiempo nos reconcilia con el aquí y el ahora, con la falta que hace. Aquí y ahora lo que corresponde entonces es presentarles a Leyla McCalla, la chica de la foto, una extraordinaria cantante y compositora criada en Nueva Jersey que empezó por el cello, pero dejó de lado el camino que tenía abierto de par en par hacia la música clásica para dedicarse a perseguir canciones populares y los ritmos que le pedía su herencia haitiana, que viene de sus padres. Fue tocando en las calles de Nueva Orleans que la descubrieron los Carolina Chocolate Drops, la banda de Rihannon Giddens, a los que se incorporó hasta que, poco después, comenzó su carrera solista con el disco de donde viene el tema que suena en este Musica Cretina, Rose-Marie, una cancion tradicional haitiana que remata con los versos que abren estas líneas, o al menos esa es la traducción del creole que ofrece el sobre interno de la reciente reedición de Vari-Colored Songs, originalmente editado en 2014. La foto que ilustra este texto es del arte de aquel disco, obra de Timothy Duffy, que se ha dedicado largamente a retratar músicos populares con ferrotipo, una técnica que se usaba en la fotografía callejera del 1800 ya que imprimía directamente en positivo sobre una placa de metal. Como bien recuerda McCalla en el texto que acompaña la reedicion, mucho ha cambiado desde entonces: editó varios discos solistas, giró por el mundo y fue madre tres veces. Pero --explica-- aunque la comprensión de su propia humanidad se ha expandido, y lo mismo sucedió con su visión y sentido de urgencia como artista, la reedición de estas canciones en un tiempo tan incierto en nuestra historia global ayuda a recordar todo lo que vino antes. Y lo que vino antes, y es expuesto en las canciones de Vari-Colored Songs, es un homenaje al mismo tiempo de la vitalidad de la cultura del primer país negro en sacarse de encima el domino blanco, que fue Haití, y una inmersión en la poseía del primer gran poeta negro norteamericano, Langston Hughes, protagonista de un movimiento llamado Renacimiento de Harlem, que sucedió entre los años 20 y 30 del siglo pasado, y también pionero en la poesía de jazz, llegando a colaborar con Charles Mingus, entre otros. Es fascinante descubrir que la poesía de Hugues --amigo de Eliseo Diego, Nicolás Guillen y el pintor Miguel Covarrubias, que ilustró la portada de uno de sus libros de poemas--, tuvo amplia difusión en castellano, llegando a ser traducida entre otros por Jorge Luis Borges, que lo presentó en la revista El Hogar, donde publicó su poema El negro habla de los ríos. En su reeditado debut como solista, que no por nada lleva como subtítulo A tribute to Langston Hughes, McCalla le puso música a varios de sus poemas, entre ellos el hermoso Song for a Black Girl, que bajo el título de Canción para una muchacha negra fue incluido por Julio Gómez de la Serna en Constelación negra: Antología de la Literatura Negroamericana, un memorable volumen publicado en Barcelona en los años 50. Tirando de todos estos hilos y de todos estos recuerdos, pasados pero muy presentes en este invierno de sol y pandemia, es que desde el lado A del último no-programa llega el banjo de la buena de Leyla, que canta --acompañada por la voz y el shaker de Rihannon-- sobre alguien que no tiene madre, ni padre, ni amigos, ni familia, y le pide a Rose-Marie que encuentre una forma de vivir con él. Un deseo y un pedido que suena mas que apropiado en estos días de divisiones y quejas, y tantos dedos que apuntan hacia el otro mientras que --como decían los Cadillacs-- son los otros cuatro con los que nos disparamos. Así que, vamos, encontremos eso que a esta altura debería ser obvio pero que tanto está faltando. Y cantemos todos con Leyla, con Rihannon, después de todo, los músicos son ese libro abierto. Y la música siempre ilumina. Y, si es Cretina, incluso también nos regala unas sombras donde relajar antes de seguir adelante.  

martes, 8 de junio de 2021

Shuggie Otis, "Strawberry letter 23"


Escucho bella música/ tan feliz y ruidosa

Se los presento: este joven de sonrisa plena y guitarra en las manos se llama Shuggie Otis, y la fotografía es la que engalana la contratapa de su segundo disco solista, Freedom flight, del año 1971. Es el disco que contiene el tema que abre el nuevo Música Cretina, un no-programa que comenzó a sonar durante el fin de semana y haremos todo lo posible para que siga sonando durante estos días... “hábiles”, je, seguro, porque eso quiere decir entonces que los de descanso son los torpes, ¿no? Shuggie sí que no tenía nada de torpe, nadie se atrevería a decir algo semejante del muchacho, que para cuando esta foto fue tomada acusaba apenas 22 años y ya era el futuro, el hijo talentoso de papá blusero Johnny, un pichón de Hendrix y Sly Stone que llegó a grabar con Frank Zappa en Hot Rats antes de cortarse solo, y que con su tercer disco, el celebrado Inspiration information, se anticiparia por media década al camino que recién comenzaría a transitar Prince cuando se terminaban los años 70. Pero quedémonos un disco antes, en Freedom flight, y en esta fotografía del legendario Ed Caraeff, que firmó para la historia nada menos que la imagen icónica del buen Jimi ante su guitarra ardiendo en Monterey, y aquí inmortaliza esa deliciosa sonrisa de cumpleaños del buen Shuggie, feliz porque el presente no podía ser mejor, y su guitarra era testigo del asunto. Luego vendría el contrato devuelto por el fracaso comercial de aquel tercer disco adelantado a su tiempo, y diversos abusos de todo tipo, de pastillas, de alcohol, de lo que sea. Otis supo perderse, y también --leo por ahí-- supo volver hace apenas unos años atrás, reconociendo en las entrevistas que concedió entonces que la ansiedad le ganó la partida, y que aquel guitarrista que declinó la invitación de Billy Preston para presentarse al puesto libre que había dejado Mick Taylor en los Stones tenía un futuro promisorio por delante finalmente terminó repartiendo diarios por las mañanas, y eso cuando no desayunaba con alcohol y se tomaba el día libre. El tema que abre el Música Cretina que está esperando sonar en esta fría mañana de martes se llama Strawberry letter 23, y fue el que el propio Shuggie ha confesado que supo mantenerlo a flote durante todo aquel tiempo en blanco, ya que fue un éxito en 1977 en manos de los Brothers Johnson con producción de Quincy Jones, Quentin Tarantino lo incluyó en la banda de sonido de Jackie Brown, y Beyoncé lo sampleó en 2003. Si llegás y no me ves/ voy a estar con mi nena, avisa Shuggie, y no es cuestión de molestarlo. Hay que dejarlo con su carta de frutillas para siempre, con esa música que nos alegra el día y aleja los malos recuerdos, que abre el cretínismo Lado A de un no-programa que recién está empezando a sonar y carga con muchos tesoros para compartir.   

miércoles, 12 de mayo de 2021

Amigovio, "El trapecista"

Lo que dijiste después de besarnos:/ “Nunca entiendo las cosas que hago”

Se los presento: el chico que se tironea la remera de Madonna a lo Brando gritando ¡Stella! se llama Flavio Lira, pero en la foto --firmada por Jess Moncalvo-- hace las veces de Amigovio, su alter ego en formato solista. Como bien repasa Andrea Guzmán en la notaza por la que complotamos codo a codo para que saliese a doble página el domingo pasado en Radar, Flavio es el autor --como parte esencial de Carmen Sandiego-- de algunas de las mejores canciones de su generación, la que fue protagonista de la escena del Montevideo indie de comienzos del nuevo siglo, de la que formaron parte bandas cretinísimas como 3Pecados, La Hermana Menor o Eté y Los Problems, entre otras, y hasta se puede incluir en esa movida a Dani Umpi, otro más de lxs nuestrxs. A lo White Stripes, los Carmen Sandiego arrancaron siendo un dúo que podría haber sido incestuoso y hasta ahí llega la comparacion con la banda del buen Jack, mas que nada porque lo de Flavio con Leticia Skricky lejos de acercarse al power rock arrancó siendo dark, confesional e intimista, y terminó rocker recién cuando se les fueron sumando canciones e integrantes. Un repaso por sus mejores temas confirma cualquiera de estas afirmaciones, y todas ellas ya han brillado en este no-programa, entre ellas la encantadora y leomasliesca Ocupaciones y oficios (Quisiera ser guía turístico/ llevaría los grupos a los lugares que recorrí contigo), la irresistiblemente futbolera y seudo punk villera Piba chorra (Aguante el vino y aguante la cerveza/ y aguante todo para estar de la cabeza), la emotivamente épica Avalon en Larravide (Avalon, Avalon/ disco que me gusta y a vos no) y esa obra maestra de la evocación sentimental de tiempos idos que debió haber sido hit pero que fue perversamente titulada Eructo de Semen --nada gratuito, era el nombre de la banda evocada en la letra, que sonaba a lo que se suena/ con ese nombre-- y entonces olvídenlo muchachxs. Se de lo que hablo porque tuve la suerte de haberlos visto en todas sus encarnaciones, de un lado y el otro del charco, ya sea en el que creo que fue su debut abriendo para La Hermana Menor en el BJ montevideano, como rockeandola a morir en el Festipulenta porteño. Y lo mismo con Flavio en su encarnación como solitario cantautor desastre con casiotone, desgranando los temas que terminaron en este esperadísimo debut solista, en plan Pet Shop Boys meets Stephin Merritt, todo va a salir mal, ocurrirán desastres y tu corazón terminará rompiéndose. Porque de eso va Amigovio, y Flavio sabe cómo hacerlo mejor que nadie. Como el vino que tiñe tus labios/ Yo me burlaba pero ahora extraño, canta Flavio en el tema que cierra el lado A de un Música Cretina que ya debería haberle dejado su sitio a un no-programa nuevo pero no, acá seguimos, entusiasmados, cantando. Algo que, si lo pensamos bien, no deja de ser triste como un consejo, el horóscopo del año pasado, el primer mosquito del verano. Pero así suele ser también ese milagro salvador llamado música. Y mucho más si es cretina.