martes, 28 de septiembre de 2021

Estelares, "Feliz"

En un principio la canción se llamaba Sofía, pero como en el disco ya había una con nombre de mujer, pasó a llamarse Feliz. "This is my job, no soy de nadie", cuenta su protagonista, una prostituta que se sienta a cenar frente a un cantante dispuesto a escucharla para hacer luego una canción con sus confesiones. Qué hermosa mujer en la cornisa, canta Manuel Moretti, el líder de Estelares. Describe a una mujer imaginaria, que saca “franceses” de su cartera y confiesa que un tiempo atrás solía castigarse. Ahora mirame. Ves: soy una reina, dice Sofía en la voz de Moretti, que por un momento parece caer en la trampa más condescendiente del que escribe desde los márgenes: darse por satisfecho con retratar el vacío ajeno. Pero hay un verso que saca a la canción de su cómoda guarida de “otra de prostitutas”, retrato al natural de una mujer que trabaja en el oficio más viejo del mundo: es la línea en que la Sofía de Moretti recuerda que sólo una vez, lejos de acá, se despertó mejor. Pero no me atreví: ¿que garantías tenía de ser feliz?, confiesa la mujer, y su pregunta excede flagrantemente a su personaje para abarcar casi todo un disco. Ardimos –tercer opus del grupo– retrata un mundo en el que nadie tiene ninguna garantía de nada. Y mucho menos de ser feliz. “Ese tema cuenta una anécdota totalmente inventada”, cuenta Moretti, “pero me gusta porque la escribí de una sentada, como si estuviese viendo eso que nunca sucedió. Y esa frase me parece tan clave, dentro de la canción, que terminó llevando ese título. Aunque el tema no sea la felicidad, precisamente.” .

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Hay un nuevo Música Cretina, creo que ya se los dije, y en el lado B suena este tema de Estelares que en su momento me obsesionó tanto, que hasta le dediqué una nota en Radar --de la que sale el párrafo de acá arriba-- cuando finalmente se editó el disco que lo contiene, el que casi los destruye por el tiempo que tardaron en grabarlo, pero que finalmente fue el que los terminó haciendo lo que hoy son, un grupo clásico, honrosos eslabones encontrados --y no perdidos-- entre el rock platense de los 80 y la escena indie de la segunda década del nuevo siglo. Hace casi dos décadas de Ardimos, lo que vivimos del nuevo siglo desde que escuché por primera vez Feliz, y su poder como canción y como oráculo sigue tan fuerte como entonces. No hay garantías, lo sabemos, pero también sabemos que la felicidad existe. No se ustedes, pero yo estoy seguro que el camino hacia ella está tapizado de canciones. Muchas suelen sonar en Música Cretina, un no-programa del que no se puede decir que sea feliz, pero que trata de estar siempre, llueva o truene, y también con el sol de una nueva primavera, qué tanto. 

(La foto que ilustra este post es de Julieta de Marziani, y forma parte del arte original de Ardimos). 

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