jueves, 12 de noviembre de 2020

Pet Shop Boys, "You only tell me you love me when you're drunk"

Alguien dijo: Escuchá/ ¿No sabés lo que te estás perdiendo?

Siempre me gustó esa hermosa línea de diálogo de Jerry Maguire, la película que le dio carta blanca a Cameron Crowe para regalarnos Casi famosos, ese perfecto “You got me at Hello” que –no encuentro un equivalente igual de contundente en castellano– podría traducirse algo así como “Me entregué con el Hola”. Bueno, yo suelo entregarme de la misma manera con los títulos de ciertas canciones. Cumpliendo mi rol de Cretino oficial, confieso que cada vez que agarro un disco suelo ir como perro hacia el hueso olisqueando ciertos bautismos contundentes. Puede fallar, pero cada acierto tiene premio. Uno de ellos es esta pequeña obra maestra de los Pet Shop Boys, escondida en su disco Nightlife. Bueno, no tan escondida en su momento, ya que protagonizó alguno de los carísimos videos promocionales que acompañaron su edición, pero como fue un fracaso –fue el único simple del dúo que ni siquiera entró en los rankings bailables– supongo que lo escondieron en algún lado, y si te he visto no me acuerdo. Sólo decís que me amás cuando estás borracho es de esos títulos que lo dicen todo, un hola que no necesita ningún argumento más, de hecho en la antología de letras de Neil Tennant titulada One hundred lyrics and a poem, el tema aparece en el puesto 98 –no es un ranking, el orden es alfabético– y apenas si agrega debajo del texto un lacónico: “Una relación deshaciéndose”, y una fecha: 1994. Tuvo que esperar un lustro para llegar al disco. En la época de Supernova, me hice fan del tema por una versión acústica en vivo que apareció en uno de los simples, y nunca fue recopilada en las antologías que rescatan los Lados B del grupo ni en la versión de Nightlife aumentada a tres discos que salió hace un par de años (confieso que, como no tengo el simple sino una versión grabada que en su momento me pasó la discográfica, lo busqué inútilmente en ambas ediciones). Pero si uno pone empeño en rastrearla aparece en las redes, y ha sonado más de una vez en Música Cretina: es raro escuchar a Tennant cantar el tema acompañado sólo por una guitarra acústica, una elección que delata esa no-tan-evidente influencia country del dúo. Sin embargo, la que suena en el no-programa de esta semana es la del disco, codo a codo con otra canción de separación, el Bilongis de Kiko Veneno. Leo por ahí, en una nota que apareció cuando se reeditó Nightlife en su versión extendida, que el disco reúne una serie de canciones que iban a formar parte de un musical. Es más, Tennant también cuenta que fueron a verlo a Brian Eno a San Petersburgo, donde vivía entonces, para que produzca el álbum. Eno al final declinó la oferta, y cuando el musical finalmente se hizo no tuvo mucho que ver con Nightlife, que según el buen Neil es una suerte de homenaje a esos discos crepusculares de Frank Sinatra, orquestados por Nelson Riddle, cuyas letras cuentan historias que suceden después de la medianoche, cuando todo parece tener un significado más profundo, romántico o trágico. ¡Haga doble ese trago, cantinero! Para la época en que salió el libro con sus letras, Tennant también confesó que nunca se olvidó cuando de chico leyó en algún lado que John Lennon dijo que para Strawberry Fields Forever había intentado que la canción sea como una charla con un amigo, algo que también decía Sinatra sobre sus temas, y agregaba que si bien nadie incluye a Madonna entre los mejores letristas, ella nunca se equivoca a la hora de enfatizar la sílaba exacta. Pero la parte de la entrevista que más me gusta es cuando confiesa que siempre fue frío y desapasionado cuando se trata de llevar sus experiencias a sus letras, al punto de ser capaz de estar en medio de una discusión con un amante y de pronto darse cuenta que una de las frases que se están tirando por la cabeza es un título perfecto para una canción. Y entonces, claro: Solo decís que me querés cuando estás borracho. 

miércoles, 11 de noviembre de 2020

Kiko Veneno, "Bilonguis"

Sólo te pido por favor/ llevatelo todo

Uno de mis ídolos en esto de las canciones, que son algo así como los únicos dioses a los que les rezo, se llama José María López Sanfeliú, pero todos lo conocemos como Kiko Veneno. Imposible no admirarlo, se trata del tipo que inventó personajes-canciones como Lobo López o Joselito, que están más vivos que quienes los escuchan e incluso que quienes los cantan. Kiko es el que dijo eso de que querer asegurarse que su sombrero esté bien roto para que los rayos puedan entrar en su cabeza, el que pide que nos limpiemos el culo con papel de celofán, el que sabe escuchar lo que dice la gente. No se en qué anda Kiko Veneno por estos días --hay disco nuevo, parece--, pero dice presente en este último Música Cretina con uno de sus temas mas entrañables, fruto de su década perdida, la primera de este siglo, cuando se anotó con un manifiesto por la libertad en contra de las discográficas --que siempre le hicieron la vida imposible, justo es decirlo--, y luego apenas si pudo editar un único álbum durante esos diez años, el hermoso El hombre invisible. De allí viene el tema de donde sale el verso con el que comienzan estas líneas, que para Kiko ejemplificaba entonces que se estaba atreviendo a cosas nuevas, porque ese llevatelo todo hasta entonces para él era más de José Luis Perales que propio. Pero vaya si lo hace suyo en este Bilonguis, que parece el nombre de otro de sus personajes, pero en realidad es un tema de separación, cuyo título viene de esos “personal belongings” que los aeropuertos o terminales insisten que los viajeros vigilen y no dejen olvidados al partir. Es más caro el remedio/ que la enfermedad/ ya no creo en la receta/ que me van a dar, canta Kiko, que pide no tener que sorprenderse encontrando recibos de compasión, trocitos de corazón, ni alitas de cucaracha secas en los bolsillos del pantalón. Segun contó cuando salió el disco, quince años atrás, Bilonguis era el tema que le gustaba a todos, el preferido de cada músico que había escuchado los demos durante los dos años que se demoró en terminar un disco por el que pasaron algunos de sus mejores amigos como invitados, desde Raimundo Amador (por cortesía de Universal), Jorge Drexler (por cortesía de Dro) y Jackson Browne (por cortesía de él mismo, je, tal como se puede leer en el disco). Es un tema que compuso durante una mañana, reveló. Fue saliendo automáticamente, con algo de folk y algo de rumbera: una canción sencilla, que --dijo-- llega a la gente. Las nubes vienen cuando quieren/ en medio de la tormenta, sigue cantando Kiko, siempre simple, siempre profundo. Y entonces sí, claro, y por favor, llévenselo todo. Lo que nunca van a poder llevarse es la música. Y si es Cretina, menos.  

martes, 10 de noviembre de 2020

Música Cretina 2020 #4

ESTO NO ES UN PROGRAMA

3-11-2020

Lado A

“Llevo tanto tiempo aquí dentro/ quiero salir”

1.- John Mayall, Somebody’s acting like a child
2.- Entre Ríos, Lima
3.- Baxter Dury, Lisa said
4.- Liz Phair, Uncle Alvarez
5.- Los Gatos, Sueña y corre
6.- Yoko Ono c/The Polyphonic Spree, You and I
7.- Latin Playboys, Manifold de amour
8.- Cracker, How can I live without you

Lado B

“Te estoy esperando/ como una maceta seca”

9.- Gnarls Barkley, Charity case
10.- Tim Maia, Um dia eu chego lá
11.- Bettye Lavette, Joy (Lucinda Williams)
12.- Pet Shop Boys, You only tell me you love me when you’re drunk
13.- Kiko Veneno, Bilonguis
14.- Odetta, Another man done gone
15.- Joe Henry, Odetta
16.- Ratones Paranoicos, Sucio gas

lunes, 9 de noviembre de 2020

Joe Henry, "Odetta"

Odetta, Odetta.../ Por favor acompañame

Un amigo al que le gusta viajar por el norte de África me dijo alguna vez que lo primero que te preguntan es si crees en Dios. Y que hay que contestar que si, porque alguien que no cree para ellos es sospechoso. Estabamos en una sobremesa bien satisfecha cuando nos contó esto, y cuando me preguntó qué respondería yo, le dije que en Dios no se si tanto, pero que yo creía en Dylan. Lanzó una carcajada, y me dijo que en una de esas si quienes me preguntaban eran tuaregs, tendría me iría bien con esa respuesta, porque tienen un buen sentido del humor. Los versos de acá arriba son de un tema del enorme Joe Henry, titulado Odetta, un nombre que, como explicó cuando presentó el tema --que fue el primer adelanto de su hermoso Reverie--, se le apareció así, solo, casi de la nada. Por supuesto, aceptó, la unica Odetta que conoció en su vida es la cantante, pero al componerla intentó escaparle de la trampa que significaba que se refiriese sólo a ella. Pero no hubo caso, y al final la Odetta del afro, la guitarra, la mirada seria se le metió en la canción, como un rezo, una plegaria, alguien a quien la voz cantante le pide que lo guíe para lo alejarse del camino, para llegar a buen puerto, para seguir adelante. No se que dirían los tuaregs de eso, porque ademas de ser una boutade como respuesta se trata de una mujer, pero es imposible escapar de la fuerza de esa primer imagen de Odetta, la de su primer disco, el que Dylan acusa por haberlo impulsado a tomar una guitarra, y del que dice que se sabe todas las canciones. Pero no solo estamos hablando de Bob, no en vano cuando a Harry Belafonte le ofrecieron en los 60 tener un programa de televisión, lo unico que exigió es poner a una jovencita llamada Odetta cantando sus canciones. Y aunque los ejecutivos no estaban muy convencidos, la imagen de una joven negra luciendo orgullosa su pelo crespo en todas las pantallas de norteamérica junto al increíble poder de su voz, fue como una cachetada en la cara. Como dijo Rosa Parks, la señora que no quiso ceder el asiento e incendió a un país que merecía ser incendiado: “Todo lo que yo hice ya estaba en las canciones de Odetta”. Conocí a Joe Henry por un disco increible que produjo hace ya casi veinte años, al comienzo de este nuevo siglo. Estoy hablando del enorme disco de regreso de Solomon Burke, una gema llamada Don’t give up on me, una frase que puede ser el pedido hacia una amante, para que no le pierda la confianza. Pero también es un pedido para que no se pierda la fe. La fe en Dylan, la fe en Odetta, la fe en el gran Solomon, un hombre religioso si los hubo. Yo si hay alguien que le tengo siempre fe es a un tipo como Joe, porque cada uno de sus discos, los propios y lo que ha producido, siempre garpan. Quienes lo seguimos fielmente supimos en el último tiempo que suspendió fechas, que se guardó, que estuvo enfermo. Por lo que leo por ahí parece haberse repuesto, pero desde aquel “camino hacia la curación definitiva” con el que trató de tranquilizarnos Luis Alberto, no me permito relajarme con estas cosas. Así que espero que estés y sigas bien, amigo Joe. Y gracias por la música. Supongo que no te molestará que haya pegado en el último Música Cretina la voz de Odetta con esa canción suya que terminó rezando por ella, ponerlas juntas, haciéndose compañía. Vamos a necesitar mucho de eso, muchos abrazos, muchos encuentros, muchas llamadas y respuestas. Algo que la música sabe hacer bien. Eso si: para mí por favor que sea Cretina. 

viernes, 6 de noviembre de 2020

Latin Playboys, "Manifold de amour"

Voy a navegar/ al puerto del alma

Se los presento, los muchachos de la foto son David Hidalgo y Louie Pérez, la gran usina compositora de Los Lobos, y también de un combo paralelo llamado Latin Playboys, que completan Mitchell Froom y Tchad Blake, históricos productores del que hoy tal vez sea el grupo más longevo del Este de Los Angeles, fundamentales para su renacimiento en la segunda mitad de los 90. Si estamos hablando de ellos es porque uno de los temas de su siempre sorprendente e intrigante debut --ah, esos ajíes colgando en su portada-- es una de las estrellas del flamante Música Cretina lleno de tesoros de discoteca que asomó la cabeza esta semana. El tema se llama Manifold de amour, y es casi un separador por lo breve que es, pequeño pero concentrado como un caldito Knorr de melancólica psicodelia chicana, una característica que comparte con todo el disco, lleno de trucos, sonidos, crujidos y acoples, hogar de un rebaño de proto-canciones de susurrada crudeza crepuscular. Cuenta la leyenda que Latin Playboys existe porque cuando Los Lobos empezaron a trabajar en esa obra maestra que es Kiko, indudable obra maestra responsable de un renacimiento para el grupo que se podría decir que dura hasta el día de hoy, gracias al aporte de Froom y Blake se abrió una canilla creativa que había que cerrar en algún momento para dedicarse a darle forma al disco. Pero Hidalgo y Pérez no fueron capaces de hacerlo. Aseguran que nunca les había sucedido antes nada parecido, y que no sabían muy bien qué hacer con esas musiquitas que seguían golpeando a su puerta durante la madrugada, como los fantasmas que se dejan ver ante los ojos del niño de El sexto sentido. Hidalgo me contó en una rara entrevista que tuve la suerte de hacerle el siglo pasado para Radar, que se instalaba en la cocina de su casa cuando toda su familia estaba durmiendo, revolviendo los cajones, buscando utensillos a los que sacarles algún sonido. De allí el run-run fantasmagórico de los Latin Playboys, música que se hace con lo que se tiene a mano, mientras el mundo descansa. Un cassette con esos bocetos pasó a manos de Pérez, y volvió con letras que no tenían destino preciso, a las que hubo que buscarle un lugar. Ahí fue donde entraron Froom y Blake, con más sonidos, pedales y efectos de todo tipo, hasta completar un disco que no debería haber existido, pero que la Warner --hay que darle crédito a Danny Waronker por eso, un directivo que siempre puso antes la música que los números, una especie que ya se ha extinguido, dinosaurio benévolo de otros tiempos-- se atrevió a editar en tiempos donde eso aún no era tan sencillo y todavía significaba algo. Celebrado por los críticos --que ya venían hechizados por Kiko-- pero obviamente ignorado por el mercado, un siglo después es un disco que sigue increíblemente siendo invocado, espíritu que se niega a partir. Habría que responsabilizar tanto las películas de Robert Rodríguez como The Sopranos por eso, que les reservaron un lugar en sus bandas de sonido. Lo cierto es que el grupo bautizado con el nombre de un bar nocturno ubicado sobre la avenida Broadway --hoy llamada César Chávez, por el legendario gremialista de los trabajadores agrícolas-- del Este de Los Angeles, que supo ser mencionado por César Rosas en la letra de Set me free (Rosa Lee) y cuya dilapidada marquesina aún sigue en pie, suena en el último Música Cretina. Un no-programa flamante y casi sin usar, en el que los Latin Playboy confirman bajo este sol del nuevo siglo, pandémico y todo, cada una de las palabras que cantaban una y otra vez entonces, eso de que iban a cruzar el mar, hasta llegar a su destino. 

(La foto que ilustra este post es de Anna Webber)


jueves, 5 de noviembre de 2020

Entre Ríos, "Lima"

Llegué por calle Corrientes/ salí por la Diagonal

Jueves soleado después de una larga noche con viento, y Música Cretina sigue celebrando su regreso, otra vez con un no-programa enteramente salido de discos físicos, compacts que ocupan un lugar real en los estantes, tesoritos de este tiempo de encierro, perlas de la memoria pero también de la curiosa cotidianeidad de un año que ya se está despidiendo casi sin haber llegado. Entre tantos homenajes y fiestas de cumpleaños de obras artísticas que se celebran cada vez más seguido por estos días, la aparición de una antología online con sus inéditos titulada Los olvidados me recordó que Entre Ríos, aquel trío integrado por Sebastián Carreras, Gabriel Lucena e Isol está cumpliendo veinte años desde su formación. Pese a que luego de la partida de su cantante original tuvo una larga década de sobrevida --y un último acto como música para instalaciones artísticas--, la más maravillosa música que aún llevo en mis oídos es la de esos dos EPs del comienzo, con el sonido mágico de esa muñequita en escena que siempre fue la pequeña y enorme Isol, dueña de una voz de esas que detienen el pensamiento, que llaman la atención del distraído y pagan todas las deudas de quien estuvo gastando a cuenta confiando en volver a encontrar eso que hizo la diferencia cuando la descubrió. Pero si voy a ser sincero no se si es por el hecho artístico que tengo tan presente esos discos, o porque coincidieron con ese extraño milagro que fue FM Supernova, donde sonaron como si fuesen hits aquel Morrissey de Leo García o Río Paraná de Suárez. Y creo recordar --corrijanme si me equivoco-- que este Lima de Entre Ríos entra en ese imaginario podio de los temas que tal vez no recordaríamos tanto sin la existencia de aquella emisora. Nunca supe de qué trata la letra de Lima, pero el verso con el que abren estas líneas me permitió remitirme al mapa y el territorio: si dice Corrientes y dice Diagonal, estamos hablando de una calle del centro porteño, no quedan dudas. Por más que su letra también se refiera a las posibilidades cortantes o al menos desgastantes de eso que llamamos lima. Capital, calle, fruta o herramienta, Lima --la canción-- arranca con unos sonidos que me recuerdan a los que el feroz viento hizo sonar anoche al golpear insistentemente algunos objetos vecinos. Un prólogo sonoro que suena tan actual e incluso con el mismo aliento de futuro que prometía veinte años atrás. Estoy vivo/ Estoy quieto/ No me muevo llevo tanto tiempo/ aquí dentro/ quiero salir, canta Isol desde entonces, cuando ya ha salido y ya se ha movido, todos lo hicimos y sin embargo acá estamos otra vez, dentro, quietos y queriendo salir. Hasta que ese momento llegue, dejemos que suene la música. Y, como digo siempre, si es Cretina, mejor. 

(La foto es de Lola García Garrido y formó parte de la promoción por la edición del disco Onda en el sello español Elefant)

miércoles, 4 de noviembre de 2020

John Mayall, "Somebody's acting like a child"

Tal vez los dos estamos equivocados/ pero alguien está actuando como un niño

Hay un nuevo Música Cretina que comienza con un tema del hombre de la foto, que se llama John Mayall y es considerado el padre del blues británico, aunque más no sea porque por sus bandas pasaron músicos como Eric  Clapton, Jack Bruce, Peter Green o, como en este caso, Mick Taylor. Compuesto durante tres semanas de vacaciones en Los Angeles, más precisamente en ese enclave místico y musical llamado Laurel Canyon, y grabado durante apenas tres días en Londres, Blues from Laurel Canyon es el primer disco que Mayall editó bajo su propio nombre, dejando de lado el agregado de The Bluesbrakers, como llamaba hasta entonces a las diversas mutaciones de su grupo de apoyo. Leo por ahí que Somebody’s acting like a child es un homenaje a Bob Hite, el cantante de Canned Heat, de los que se hizo amigo durante esas vacaciones californianas, y que incluso se parece demasiado a On the road again, el hit de entonces del grupo. Pero hoy no hace más que recordarme lo que ya he dicho demasiadas cosas aquí, eso de que las canciones lo saben todo antes que uno. Y en este caso parece ser el Música Cretina el que lo sabe todo, ya que este no-programa estaba listo hace semanas, esperando que grabase las presentaciones para subirlo, pero justo hoy que toca presentar el tema que abre el Lado A, su título parece estar refiriéndose inequívocamente a la noticia del día, las elecciones en los Estados Unidos. Vos no deberías haber sido tan egoísta/ Yo no debería haberme ido, canta Mayall, toca Taylor, y cantamos todxs. Ah, Música Cretina, nunca te pedimos tanto. Nunca quisimos ser como las páginas editoriales, con la de los chistes alcanza y sobra.