miércoles, 15 de julio de 2020

Andy Adler (1963-2020)

La noticia de su muerte llegó el viernes pasado, justo cuando acabábamos de terminar el especial dedicado a Rosario Bléfari. Y fue demasiado. Por eso postié en Faceook lo de la garra charrúa y tiré la toalla. Pero durante todo el fin de semana me quedé pensando en Andy Adler, y en que le debía una despedida. Así que déjenme hablarles un poco más del tipo cuya foto ilustra estas líneas: la tomé la noche en que Sonic Youth tocó en Montevideo, y creo que fue la última vez que lo vi. Lo conocí a través de Angel Atienza, que allá lejos y hace tiempo fue uno de los que me ayudó a entrarle al universo musical montevideano. Por entonces la había pegado editando un cassette --todo era en cassette por entonces-- titulado Las criaturas del pantano, un rejunte de la generación que subía al escenario del Juntacadáveres, ideal para aquellos tiempos grunge aunque fuese más killer rock que otra cosa. El éxito lo había tomado medio desprevenido al siempre genoroso Angelito, porque no era ésa justamente su música, pero no por eso dejó de curiosear por ahí, y cuando charlamos sobre el asunto me mostró una cinta que tenía de uno de los integrantes de aquellas bandas, diciéndome que ésa era la posta. Y lo era. Se trataban de apenas tres o cuatro temas acústicos, cantados en inglés, interpretados por alguien al que hasta entonces desconocía, un tal Andy Adler. Me impresionaron tanto esas versiones --Angel confiaba en poder convencerlo para que grabase un poco más, hasta completar un disco-- que empecé a preguntar por él, y las versiones que me llegaron eran algo imprecisas. Supongo que no tenía aun los interlocutores ideales, y que tampoco supe bien dónde buscar, pero me impresionó tanto eso poco que escuché, que lo puse en mi lista. Recuerdo que en la época que iba a cubrir el Festival de Punta del Este --donde lo conocí al Tussi, por ejemplo, aunque apenas si nos saludamos entonces-- alguien me había dicho que estaba por allá, se había instalado porque su novia tenía una librería o algo así. Los detalles se me escapan, la memoria me resulta complicada, como cantaba alguien por ahí, je. Pero de pronto Andy volvió a aparecer en la mira, recuerdo que gracias a internet pudimos primero encontrarnos online, y así fue como llegó a mis manos Ases del Beat, y terminó primero reseñado en el suplemento No (junto con Ex, de La Hermana Menor), y luego creo q incluso armé alguna pequeña nota. Y después gracias al Eté alcancé percibir más claramente su figura (es brillante su aparición en el video de Malditos banquetes, gracias Stoll por todo lo que nos das). Recuerdo con cariño haberle encargado un perfil de Andy a Mariana Enriquez para La mano (¿habrán sido las únicas apariciones de Andy en la prensa argentina?), pero lo cierto es que siempre fui postergando lo que más me interesaba, sentarlo a hablar largo y tendido, sabiendo qué preguntarle. Cuando pensé que yo ya estaba listo, Andy ya no estaba ahí, se había enfermado y recluido, y ya no contestaba mensajes. Como han contado muchos por acá, hace años que esperábamos que llegase la noticia que llegó recién el viernes pasado. Y leyendo las notas de despedida, los recuerdos de sus amigos (el mejor es el del Tussi, sin dudas), queda claro que para todos ellos Andy fue también una figura algo incompleta. Ya sea por tenerlo demasiado cerca, como por mirar desde muy lejos y no saber encontrarlo, hay algo difuso en todos sus retratos. Sabiendo todo esto, y también aceptando mis propias limitaciones (¡no debe haber nada más difuso que esto que estoy escribiendo!), prefiero volver a aquella primera intuición que tuve. Siempre pensé en Andy como el Luca uruguayo, más que nada por su vocación por hacer que el rock local cambie de época, se ponga al día, se abra a otras influencias. Si Prodan metió al rock argentino de prepo en los 80, cuanto más leo me doy cuenta que el inapresable Andy hizo lo propio con las orejas de todos los que fueron sus interlocutores, de Cambalache punk en adelante. Como la obra que dejó dispersa es escasa, y no le hace plena justicia, prefiero volver a aquella imagen iniciática y eterna, la de su figura sentada en las tribunas vacías del Centenario en el documental Mamá era punk, diciéndole adiós a la Garra Charrúa, hambriento de algo más, lo que sea pero más. Y si puede ser rock, mejor. Yo te saludo, Andy. Seguro que no soy el mas indicado para recordarte, pero atesoro esa imagen que construí de vos. Y agradezco y devuelvo esa memoria. Para que otros pregunten, busquen e imaginen. Esa ruta de descubrimiento y compañía que tan bien nos regala el rock cuando abraza su función de lenguaje secreto y sabe ser cultura.