viernes, 1 de octubre de 2021
Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota c/La Metaleira Mantequeira, "Quema el celo" y "Rock de las abejas"
La historia del grupo que bajó del monte y tomó La Moncada es una que hemos escuchado mil veces, pero la del mismo grupo que, una vez conseguido todo, lo abandonó y se volvió para el monte del que vino solo fue contada una vez, y es la de Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota. Al menos es así como me gusta pensar la parte heroica de la historia del grupo del Indio y de Skay, y de tantos otros, por supuesto, ya sea Redondos como redonditos, músicos o público, que los acompañaron, algunos más, otros menos, durante semejante viaje. Cuando todo eso ya había pasado --la toma de la Moncada bajo la forma de recitales y shows de pubs primero, teatros después y finalmente estadios hasta convertirse en el grupo mas vendedor y convocante; y el regreso al monte ante la trágica evidencia de que su particular forma de producción no podía manejar semejante convocatoria y que no tenían ganas de entrar (ni nada que ganar) en el negocio del rock en su forma corporativa-- los Redondos se tomaron su tiempo, más o menos unos tres años, y su primer regreso (o segundo, o tercero, no me hagan hacer ahora la cuenta) fue con Luzbelito, un disco que apareció de la nada después de Lobo suelto, cordero atado, aquel doble donde parecían haberlo dejado todo. Y si recuerdo esto ahora es porque me he pasado casi toda la noche escuchando una y otra vez el nuevo tesoro de su archivo que felizmente Solari ha decidido subir a las redes: las versiones de Quema el celo y Rock de las abejas grabadas en San Pablo con La Metalera Mantequeira, un grupo --si no me equivoco-- de bronces brasileños con el que fantasearon con hacer un disco justo en ese momento, rescatando temas perdidos de la carrera hasta entonces del grupo, aquellos que nunca llegaron a grabar. Quema el celo, por ejemplo, formó parte del repertorio de los Redondos pre pubs, su primerísima encarnación, mientras que Rock de las abejas ya es de la época de Un baión para el ojo idiota, los que íbamos a verlos entonces lo cantamos una y mil veces, y siempre pensamos que iba a estar en ese disco que se demoraba en salir, como todos los de los Redondos en aquella epoca en que sabíamos los temas de escucharlos una y otra vez en vivo y no por esas grabaciones que nunca llegaban. Lo que suena en estos nuevos audios subidos por el Indio es algo asi como una versión celestial de los piratas que durante años han estado dando vueltas por ahí (primero en cassettes, ahora en YouTube), pero al mismo tiempo también confirman las razones por las que el grupo --el Indio primero, pero finalmente también Skay y la Negra Poly, los principales ideólogos del viaje revisionista paulista-- terminaron archivando aquel proyecto, y es así como Luzbelito apareció y se impuso. O viceversa. De hecho, los dos temas de aquellas grabaciones que terminaron en ese disco --El blues de la libertad y el mini medley Mariposa Pontiac/Rock del país-- tienen tapados todos los huecos delatados en la aparición de estos dos temas con contundentes pianos y teclados de Lito Vitale. Claro que para estar seguro de todo esto que les cuento, además de escuchar una y otra vez los temas recién subidos, busqué algunas de las versiones piratas, y por supuesto que repasé Luzbelito, y a esta altura estoy tan --parafraseando el cántico tribunero-- "redondito, redondito de ricota” que llegué al lugar inverso del que quería estar: lejos haber destilado una opinión contundente sobre estos hallazgos estoy mas bien fanatizado y simplemente queriendo escuchar más. Y mas de todo, ya sean versiones de este proyecto que nunca llegó al disco como piratas, grabaciones en vivo, ediciones oficiales que hace tiempo que no volvía a escuchar, porque así es la onda expansiva que despiertan los Redondos, y los recuerdos. Se sabe y me gusta repetirlo: la música y los olores son las únicas máquinas del tiempo que por ahora funcionan. Pero lejos de ser sólo un viaje al pasado, la música siempre me deja pensando. Pensando en el pasado, sí, pero también en el camino que me llevó a este presente, y no solo en el camino, también en el presente a secas, donde esos temas siempre resuenan. Porque la música que realmente importa nunca habla sólo del pasado, sino que sabe también qué es lo que nos está pasando. Negro, esto es mucho más lindo/ después de la clandestinidad, arranca cantando el Indio en Rock de las abejas y me exime de la necesidad de seguir balbuceando alguna explicación para esto que me está sucediendo con estas canciones. Sólo hay que dejar que suenen, acá, ahora. Y prestar atención a todo lo que tengan para decirnos.
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