viernes, 29 de diciembre de 2023

Índio da Cuíca, "Shirley"

Sus ojos son hermosos/ como las estrellas

Son tiempos raros, extraños, dolorosos. Tiempos en los que parece que solo se puede pensar en lo que nos hace la vida rara, extraña, dolorosa. Pero es necesario que la vida siga, no se cómo, pero que siga. Una de las formas de que siga es seguir haciendo lo que nos permite, justamente, sentirnos vivos. Por estos días, cuando saludo a los amigos y conocidos que les toca cumplir años, lo que insisto es en que celebren. Hay que seguir celebrando, no hay que permitir que estos tiempos nos quiten también eso. Y hay que permitirse la música, qué tanto. Por eso déjenme seguir presentando a los que forman parte del último Música Cretina. El tipo de la foto se hace llamar Indio da Cuica, acusa 70 años, y es un personaje de la música popular brasileña desde hace más de medio siglo. Su nombre viene un instrumento de percusión muy particular, donde no hay que golpear el parche sino tirar de él, un clásico dentro del samba de Brasil y con el que Indio hace milagros. Por eso se convirtió en un personaje, llegando a girar por el mundo acompañando artistas como María Creuza, Alcione o Roberto Carlos, e incluso durante muchos años como parte de un espectáculo de variedades de Brasil en el que le tocaba hacer su gracia: tocar la cuica como nadie. Durante todo su tiempo de esplendor como artista popular, Indio fue acumulando un puñado de canciones propias que siempre soñó con grabar, un sueño que pensó que nunca se cumpliría cuando la edad y su cuerpo ya no le permitieron seguir ganándose la vida con la cuica, y se dedicó a pintar casas. Fue entonces cuando se cruzó en una calle de su Río de Janeiro natal con un fan del instrumento y por lo tanto de su arte, y le terminó contando ese sueño perdido. Responsable del site Cuiqueros, dedicado a la cuica, Paulinho Bicolor se juntó con Gabriel de Aquino, que había ganado un grammy por un rescate similar del sambista octogenario Martinho da Vila, y con Renato Godoy, que forma parte del sello independiente QTV, donde se reúne a lo mejor de la escena alternativa y experimental carioca, y juntos el año pasado hicieron realidad Malandro 5 estrelas, el maravilloso disco solista de Indio da Cuica, un milagro que suena como un disco de samba sin tiempo, donde su protagonista, por supuesto, demuestra su talento con su instrumento pero ademas presenta un repertorio propio que es nuevo y parece clásico. Un ejemplo de ese mundo mágico suena casi al comienzo de un no-programa al que todavía me gusta decirle nuevo, con un tema dedicado a la mujer que lo acompaña en la foto que ilustra estas líneas, Shirley, pareja de Indio desde hace más de 30 años. Suyos son, al decir del cantante, unos ojos que parecen estrellas. Algo que podemos enterarnos porque los sueños perdidos también se encuentran, y es posible llevarlos a cabo cuando más perdidos parecen. No se si eso quiere decir algo en estos tiempos en el que no podemos ver hermosura ni estrellas, pero prefiero no decir más y dejar que suene la música. Y si es cretina, mejor.

jueves, 28 de diciembre de 2023

Ola Belle Reed, "My epitaph"

Cuando me vaya de esta vida/ dejenme partir en paz

Se las presento: la señora de la foto es un mito de la música country norteamericana, la reina de la canción de los Apalaches. Su nombre es Ola Belle Reed, y es su voz la que trae y lleva, la que cuando hagan play en el nuevo Música Cretina y de pronto la escuchen todo se detendrá, nada tendrá importancia salvo ella, salvo la canción, salvo su voz. Porque yo repito mucho que las canciones son mi religión, en lo único que creo, pero voces como la de Ola Belle forman parte de otro evangelio: no necesitan canciones, suenan y no importa nada, son la verdad y punto. Cuando Caetano Veloso dice que el rock norteamericano es la verdad y el británico es un pensamiento sobre la verdad, está hablando de esta clase de voces, aunque acá de rock lo único que haya es el dolor y la rebeldía ante ese sufrimiento, por la sola virtud de cantarlo. Los versos con los que arrancan estas líneas forman parte de uno de los grandes clásicos de Ola Belle Reed, My epitaph, un tema que grabó a los 56 años, cuando ya era toda una leyenda. Según cuenta su hijo David, que por entonces tenía apenas 19 años y es quien la acompaña en guitarra, la canción recuerda a un joven muerto en un accidente de auto. No tenemos ninguna promesa/ de que el mañana llegará, canta Ola Belle, que según David compuso el tema sin necesidad de utilizar ningún instrumento. Cantó nomás, y así habrá sido: con esa voz alcanza. Antes de grabarlo, allá por 1972 --en la casa de Gei Zantzinger, el productor que la había llamado para hacer un disco con su grupo de entonces, integrado por su familia: su hermano, su marido y su hijo--, Ola Belle se lo cantó a su David, que se las ingenió con los acordes y así quedó. El disco en cuestión se llama como ella, y esa versión es la que Alison Krauss eligió para un compilado que editó la revista británica Mojo, celebrando la aparición de su segundo disco junto a Robert Plant. Krauss tambien eligió para ese disco temas de Louvin’ Brothers, Everly Brothers o Ralph Stanley (los de Plant fueron Low, Calexico y Bert Jansch, entre otros). Ola Belle Reed nació en Lansing, Carolina del Norte, el corazón del bluegrass, en 1916. Fue la cuarta entre trece hermanxs, y uno de los dos millones de migrantes que abandonaron los Apalaches buscando trabajo durante la Depresión. Tocó y cantó su música desde pequeña, componiendo sus propias canciones, y llegando a liderar su propia banda, algo que no era muy común para una mujer durante aquella época. Se convirtió en un clásico casi sin darse cuenta, con sus canciones incorporándose al canon de la época, y también --posteriormente-- trascendiéndola. Regrabó My epitaph en 1976 para un disco pensado como su autobiografía y recibió en 1978 un doctorado honorífico de la Universidad de Maryland. Un infarto en 1986 la dejó postrada por el resto de su vida e incapaz de hacer música, siempre acompañada por su familia, con los que siempre interpretó sus canciones. Murió en 2002, a los 86 años. Pero esa voz, esa mirada, ese banjo y sus canciones claramente nos siguen avisando algo. Entre otras cosas, que la vida no promete nada, y que hay que partir en paz cuando llegue la hora de irse es apenas parte de lo que tiene para decirnos. Lo demás, cada unx deberá descubrirlo, antes y despues de las canciones y las voces. Porque hay mas, no tengo dudas. Sino no habría tanta música queriendo acompañarnos y decirnos cosas. Música siempre Cretina, qué tanto. 


lunes, 25 de diciembre de 2023

The Sadies, "So far for so few"

¿Todavía estás ahí?/ Avisame si recibís el mensaje

Este lunes de navidad necesitaba su lado cretino, así que acá estamos. Con un no-programa recién salido del horno, que intenta mediar entre este espíritu bipolar de tormenta-te-inundo y sol-te-voy-a-secar-el-cerebro con el que transitamos el fin de un año al que recibimos de la mejor manera y miren cómo nos paga el desgraciado. Es obvio igual que acá no mediamos nada entre nadie, sino que vamos por nuestro propio camino, así que los invito a que pasen, hagan play, y escuchen con el gorro rojo y la barba blanca puesta, asi ponen ustedes el espíritu navideño y yo solo tengo que agregar la música. Y dicho esto les presento a los chicos de la foto, que son los que inauguran este nuevo Música Cretina: se llaman The Sadies, son de Toronto, Canadá, y son la banda más querida por todos los cretinos, honorarios o no. Casi que no se puede cerrar los ojos y poner el dedo sobre alguna lista de temas sin dar con alguien que los considere como sus amigos. Yo los conocí en mi época de fanatismo por André Williams, ya que cuando volvió del abismo fue el grupo de los hermanos Good el que le hizo la segunda. Los Good, los buenos de esta historia digamos, son dos: el mayor es Travis, el menor es Dallas. O era, mejor dicho, porque a la temprana edad de 48 años de pronto abandonó el edificio en febrero del año pasado, o sea que en un par de meses se van a cumplir dos años en este infierno terrenal sin su bondad. Leo por ahi que la muerte fue por un infarto, justo cuando le habían empezado a tratar una afección congénita del corazón que una semana antes nadie sabía que estaba ahí. En el estado del mundo en que vivimos, no queda otra que contradecir a Woody Allen, que bromeó en Deconstructing Harry que los republicanos lo eran sólo porque no les llegaba suficiente sangre al cerebro. Lo lamento Woody, parece que los buenos --los Good, o al menos uno de ellos-- lo son sólo porque venimos fallados. Lo intenté todo por llegar a vos/ no se que más hacer, cantan los Sadies, y nos retratan a todos los que, realmente, no sabemos qué más habría que hacer. Por ahora estamos acá, donde no está más Dallas, que sí alcanzó a grabar, durante la pandemia, el disco en el que figura el tema con el que abre este no-programa navideño, titulado So far for so few, o sea: Tan lejos para tan pocos. Los hermanitos Good se criaron en un hogar lleno de música, ya que sus padres son leyenda dentro del bluegrass canadiense, pero ellos arrancaron por el punk de Toronto. Leo en los obituarios que salieron luego de la muerte de Dallas que su hermano mayor, Travis, lo sumó a bandas como Guilt Parade, Rat Crushers, Blibber o, mi nombre preferido, Satanatras. A partir de los ’90 tuvieron grupo propio cuando uno de sus amigos, Sean Dean, se compró un bajo acústico, una decisión que asentó un estilo musical alineado junto al alt-country, pero capaz de ponerse al servicio no solo de André Williams, sino de John Doe, Neko Case, Justin Townes Earle, Jon Spencer o Neil Young, entre la larga lista de nombres con los que alternaron y que los consideran sus hermanos, como se puede leer en las sentidas despedidas luego de la muerte de Dallas, firmadas por Steve Albini o Robyn Hitchcock. Tengo entendido que los Sadies siguen existiendo, pero hay un recital en vivo que se puede encontrar en YouTube en el que se respira la tensión de una despedida: fue grabado el año pasado justo después de que quedasen tres, y antes de que Mike Belitsky, el baterista, tuviese que pasar por el quirófano. Por entonces no sabían si iban a poder seguir haciendo eso que hicieron durante toda su vida y alcanzaron a filmarlo, con nada menos que Ron Mann --otro amigo de la casa-- haciendose cargo del rodaje. Spoiler: Belitsky salió bien de la operación y según veo los Sadies siguen girando por el mundo con su música, capaces de ir bien lejos por unos pocos, que es justamente lo que hay que hacer, una y otra vez. Es la razón por la que existe este no-programa, ni más ni menos. Aunque casi ni nos movamos de donde estamos. Y aunque el disco que Dallas Good alcanzó a grabar y ver editado antes de que la Parca lo viniese a buscar esté inevitablemente lleno de mensajes que en este mundo en el que vivíamos, y que no hace mas que despedirse una y otra vez, es imposible que no considerarlos, claro, como una despedida. ¿Andás por ahí, Dallas? Por favor avisanos si recibís este mensaje. ¿Andan por ahí, todxs? Por favor avisen si reciben estas musiquitas. Siempre cretinas, porque sabemos que es la mejor manera de conservar todo lo que uno no quiere dejar partir y, también, con ellas se despide mucho mejor todo lo que debe irse de una vez. 

domingo, 24 de diciembre de 2023

Tüssi Dematteis, "The Buenos Aires affair"

¿Qué se siente, Occidente?/ Aquí quemando puentes vinimos por vos

Lo confieso: no tengo espíritu navideño. Supongo que la culpa la tienen mis padres, que --como sus diferentes religiones les generaron tantos problemas a la hora de formar pareja-- eligieron criarnos sin permitir que ninguna ordene nuestras vidas. Una decisión que no hago más que agradecer cada vez que regreso a ella, pero que dejó a mi niñez sin pesebre, arbolito, Papá Noel y demases. Los regalos, eso sí, nunca faltaron. Pero también tengo claro que, a esta altura de mi vida, no puedo culpar a nadie por una costumbre (o ausencia de) que ya he adoptado como propia: la navidad no significa nada especial para mí, salvo en funcion de los demás. Los ritos tienen lo suyo, son narraciones destiladas, canciones solo con estribillo: son irresistibles, o sea. Por eso acá estoy, celebrando la inminencia de la navidark a mi manera, y en este caso es recordando que en el último Música Cretina --ya viene uno nuevo, a no desesperar-- hubo un estreno que es como un regalo de pompón rojo, barba blanca y jojojo. Nada menos que un adelanto exclusivo del próximo disco de Tüssi Dematteis, la voz cantante de la cretinísima banda montevideana La Hermana Menor, reconvertido a solista tardío, y que es quien canta el verso con el que arrancan estas lineas. Parecería hablar del tiempo que nos toca, pero en realidad lo que canta nuestro oriental se refiere a algún viaje a su occidente porteño de otras épocas, y la letra toda está llena de referencias al respecto. En la foto lo pueden ver al Tüssi disfrutando de otros veranos, los labios pintados: es una postal de Punta Rubia, una década atrás, cuando aún existía La Hermana Menor y mi vida estaba a punto de cambiar para siempre. Y aquí vamos otra vez. ¿Qué se siente? Que hay puentes quemándose, claro. Y que esa profecía que es mi maldición, la de un futuro oscuro pendulando entre Bastilla o Varsovia, toma hoy la forma --efímera, espero-- de un nuevo Versalles de influencers que no saben ni sonarse los mocos. Para que este mal sueño se termine antes de convertirse
en pesadilla recurrente es que invoco a la música. Vamos Tussi, es tiempo de que nos sigas cantando eso de que te dicen que, cuando hablás lento, tu acento se parece al de Jaime Roos. El muerto que parla, habla de vos, de mi, de todxs nosotrxs. Eso es lo que hacen las canciones. Es de lo que trata la música. Y si es cretina, mucho mejor.

martes, 19 de diciembre de 2023

Música Cretina 2023 #5

ESTO NO ES UN PROGRAMA

11-12-2023

Lado A

“Cada susurro/ de cada hora en vela”

1.- Vandera, Like
2.- Madness, Baby burglar
3.- Lyle Lovett, Peel me a grape (Dave Frishberg)
4.- Clydie King, Ain’t my stuff good enough
5.- Tigre Ulli, San Juan
6.- Soccer Mommy, Losing my religion (R.E.M.)
7.- El Canijo de Jerez, La plaga moderna

Lado B

“Aquí quemando puentes/ vinimos por vos”

8.- A. Savage, Elvis in the Army
9.- Willie Bobo, Dichoso
10.- Hamilton Leithauser + Rostam, A 1000 times
11.- Lurdez Da Luz & Quebrante, Para Celia Sanchez
12.- Lloyd Cole, Warm by the fire
13.- The Blind Boys of Alabama, You can’t hurry God
14.- Liz Phair, Free ride (Nick Drake)
15.- Tüssi Dematteis, The Buenos Aires affair

Escuchar

sábado, 16 de diciembre de 2023

Willie Bobo, "Dichoso"

Si supieras, mi bien/ la falta que me hace tu querer

Permítanme que se los presente: el tipo de la foto nació como William Correa, pero el mundo de la música lo ha inmortalizado como Willie Bobo. La culpa del apellido la tiene la gran pianista norteamericana Mary Lou Williams, la dama del swing, que lo bautizó así luego de que grabasen juntos, a comienzos de los años ’50, por --como dice la mejor explicación que he encontrado por ahí-- “su manera sangana e ingenua de ver la vida”. Sin embargo, en el disco de Mary Lou con Willie, Piano contempo (1951), hay un tema llamado Bobo, en el que se lo puede escuchar al percusionista cantar en castellano, por lo que tal vez el apodo venga de ahí, ya que es una de las palabras que dice. Pero mejor imprimamos la leyenda, y a otra cosa. Una biografía sucinta de Bobo lo presenta como un hijo de portorriqueños que nació y se crió en el Spanish Harlem de Nueva York, rodeado de música. Comenzó con los bongos a los 14, un año más tarde se encontraba en un escenario con Pérez Prado y ya estudiaba con Mongo Santamaría, y a los 19 se había sumado a la banda de Tito Puente, apenas el comienzo de un camino musical que lo convertiría en uno de los grandes percusionistas de su tiempo, llegando a grabar en la segunda mitad de los ’60 una serie de discos solistas para el sello Verve. Uno de ellos, Bobo motion (1967), es el que incluye Evil ways, el tema que haría famoso a Carlos Santana. Poco después fue que el percusionista dejó Nueva York para instalarse en la Costa Oeste en busca de trabajo estable, primero en San Francisco y luego en Los Angeles. Confieso que así es como llegué a conocerlo, ya que Los Lobos lo versionan en el disco dedicado a la música de su ciudad que editaron en el 2021, el indispensable Native sons, que incluye covers de Buffalo Springfield, Beach Boys, The Blasters o Jackson Browne, pero también Lalo Guerrero o Thee Midniters. Y por supuesto también este encantador Dichoso, que Willie Bobo grabó en otro de esos albums para Verve, Feelin’ so good (1966), y que lleva la firma del pianista portorriqueño Nicolás Jiménez, el líder del sexteto de Joe Cuba. El cantante y guitarrista Cesar Rosas, que es el que se suele encargar de los temas en castellano de Los Lobos, cuenta que Bobo --que murió en 1983, con apenas 49 años, y su hijo Eric llegó a ser percusionista de los Beastie Boys y Cypress Hill-- era todo un personaje de la zona este de Los Angeles, y no solo recuerda haberlo ido a ver con alguna novia sino que hasta llegaron a compartir alguna fecha. Rosas cuenta también que empezó a cantar Dichoso durante la pandemia, cuando estaba encerrado en su casa y se dejaba llevar por la música y sus recuerdos, y su versión encontró naturalmente un lugar en Native sons.  Dichoso soy de ser/ el que te hace sentir dichosa, celebra tautológicamente el romanticismo de un tema que habla --en muchos sentidos y de muchas maneras-- de otra época y otros tiempos. Pero lo hace con los versos llenos de verdades, ¿no es cierto? Dichosa vos, dichoso yo: tan sencillo como eso. Por eso es que suena en el nuevo Música Cretina, a donde llegó de la mano de Los Lobos, pero en la voz y las congas de Willie Bobo. A ver si su manera sangana e ingenua de ver la vida se nos contagia un poco. 

jueves, 14 de diciembre de 2023

Madness, "Baby burglar"

Sin saber cómo rompiste todas las reglas/ a la deriva en tu barco de tontos

Hay un nuevo Música Cretina, y también hay un nuevo disco de Madness. Así que seguimos teniendo cretinadas y locuras por estrenar: a los que venimos del siglo pasado si de algo no  pueden acusarnos es de no estar a tono con los tiempos. En lo que se refiere al no-programa, si cogotean un poco y olisquean el ambiente, notarán que aún huele a nuevo, a recién llegadito, a prenda aún sin su primer lavado. Lo estrenamos el lunes, y este Baby burglar --de donde salen los versos con los que arrancan estas  líneas-- casi que abre el Lado A. Mientras los dedos se agitan buscando el link donde hacer play para dejarlo sonar, o al menos eso es lo que quiero suponer, les cuento que Bebé ladrón es el segundo simple de Teatro del Absurdo presenta: Madness,  Así es la vida, tal el metatítulo del primer disco del grupo de Camden en siete años de silencio discográfico. Los pueden ver en la foto, desplegando honrosamente cuarenta años de carrera en un delicioso retrato de familia disfuncional, porque... qué otra cosa es la cultura rock, o el ska, el 2-tone o como quieran llamarlo. En el caso de los Madness es honrosamente así: hijos de familias monoparentales, o hablaban de su vida entre ellos o se pegaban un tiro, y la ya lo ven: aún están entre nosotros, y a mucha honra. Este nuevo álbum --que fue presentado ante el mundo nada menos que por esa señora actriz que es Helen Mirren-- tiene la forma de una suerte de obra conceptual que incluye temas amasados por sus integrantes durante la pandemia, hasta convertirse en el Teatro del Absurdo en cuestión. De hecho, la aparición de este Baby burglar se puede rastrear hasta una anotación en la página del grupo que data de febrero del 2021, donde su cantante y líder Suggs asegura que se trata de una novedad “destinada a sumarse al canon de las canciones de Madness”. Eso si: por más que insista el grupo en explicar que Baby burglar nació luego de la incursión --siempre durante la pandemia-- de un ladrón en el hogar del saxofonista Lee Thompson, que es quien firma el tema, y que sus versos acusadores se permiten también recordar aquellos tiempos de juventud en que su autor no estaba extento de incurrir en semejantes pecados, no hay quien me quite de la cabeza que acá estamos hablando de otra cosa. Ajeno a tu destrucción/ convirtiendo otras esperanzas en brasas moribundas/ y sus cenizas en polvo, canta Suggs, y se me aparece la imagen de alguno de los personajes más impresentables y al mismo tiempo más poderosos de estos tiempos enloquecidos en los que vivimos. Cómo podes ser tan egoísta/ cómo podes ser tan cruel. Preguntas al aire y sin respuesta, en una canción que se mira en el espejo aunque sus autores no se atrevan a ponerle el cascabel al gato. O prefieran fingir locura para poder así abrir la puerta para que circule, vaya más allá de su destino natural. Parafraseando alguna de esas frases hechas con las que nos vienen castigando en estos días: dentro de la canción todo, fuera de la canción nada.


miércoles, 13 de diciembre de 2023

Vandera, "Like"

Entender que el fulgor se puede apagar/ y cantar en la luz y en la oscuridad

Antes que hablar de otras cosas, mejor contarles esto: hay un nuevo Música Cretina. ¿Ya se enteraron? Un no-programa flamante, prácticamente a estrenar, de ocasión... ¡Y qué ocasión! Pero ya quedamos que era mejor no hablar de ciertas cosas, asi que hablemos del tema cretino con el que abre esta emisión aún más cretina, cuyo autor es uno de los tres protagonistas de la foto que ilustra este post, el que está a la derecha, más precisamente. Se llama Carlos Vandera y forma parte de este equipo de rosarigasinos tan cercano a mi corazón. El equipo más rocker, claro. O más canción, no sea que el fantasma de Pappo se enoje por decirle rock a Páez, mas que nada porque no son estos días de enojarse con ninguno de los propios. Hay que juntarse, como suelen hacerlo Coki, Fito y Carlos, algo que demuestran en esta foto que apareció en las redes el día del estreno de la serie El amor después del amor, uno de los éxitos del año, qué duda cabe. Pero en lo que a mi respecta, uno de los éxitos de antes que se terminen estos doce meses con los que nos obligan a medir nuestro paso por este mundo es este tema de Vandera, con el que inaugura su nuevo disco, Outlet, en realidad un compilado del que este tema es el único estreno. El mundo en llamas/ y vos le ponés que te gusta, canta Carlos, bien a tono con los tiempos, y hace días que no puedo sacármelo de la cabeza. Al punto de que armé rápido un nuevo no-programa para dejarlo sonar y poder compartirlo. Vandera formó parte de una generación rocker rosarina que asomó en la escena a fines de los ’80, integrando uno de aquellos grupos que llegó al disco para quedar en nada con la crisis que clausuró aquella década. Certamente Roma se llamaba aquel grupo, y creo que todavía tengo su único vinilo en mi colección. Vandera tuvo una carrera solista, y después se incorporó a la banda de Fito, creo que para ese disco que según recuerdo es el que lo trajo de regreso a nuestro rosarino más famoso: El mundo cabe en una canción. Fue el que al menos lo juntó con los amigos de la foto, Vandera y Coki, y también el comienzo del repaso de su historia en vivo, o al menos eso recuerdo que fue lo que sucedió cuando los Killer Burritos pasaron a ser su banda y en ese repertorio brillaban los temas rescatados de los ’80. Vandera también estaba ahí, claro, y ahí se quedó, pero este recopilatorio --el primero de una serie de antologías temáticas o mejor dicho rítmicas de los temas de su carrera: este lleva de subtítulo Not funk, por ejemplo-- recuerda que antes que nada hay una historia propia, llena de canciones. “Las cosas ya llegaron hasta aquí/ era tan obvio que iba a ser así”. Y sí, acá estamos. Entendiendo, antes que nada, que está bien cantar en la luz, pero es fundamental hacerlo también en la oscuridad. Por eso es que hay un nuevo no-programa, aunque también era obvio que era lo que tenía que suceder. Porque si algo nos puede salvar, es la música. Y si es cretina, mucho mejor.