No le preguntes cuándo va a volver/ y cuando esté en casa no le preguntes dónde estuvo
Como tantos otros discos, este se lo debo a Alfredo Rosso.
Es el segundo –o tercero, o cuarto, las vidas de los músicos de Los Angeles
tienen demasiados comienzos—de Warren Zevon, el cachetón nerd de la foto de
tapa. La verdad es que Zevon está realmente irreconocible en la portada del
disco que lo hizo famoso, al menos en el mundo del pop californiano de la
segunda mitad de los 70. Cuando lo compré en Tabú, en una edición local que por
acá supongo debió pasar desapercibida (es del 78, año de la fiebre disco),
durante muchos años fue un álbum con el que no pude presumir ante nadie. Porque
nadie lo conocía. Hasta que empecé a colaborar en Radar, y conocí a Rodrigo
Fresán, y también a Juan Forn, que directamente me llamaba Warren, porque
aseguraba que me parecía. Romántico estoico, borracho ilustrado, Zevon es un
admirable compositor de canciones, capaz de una feroz ironía, pero también de
una sensibilidad honesta, nunca sensiblera. El de las canciones de amor de
sincero arrepentimiento, pero también de un thelmaylouisismo terminal, yendo
hacia el abismo con una sonrisa en el rostro. Tenderness on the
block es un gran tema al piano, una suerte de She’s leaving
home pero californiano, no hay drama acá, simplemente hay empatía, tanto
por los padres como por ella, que tiene un novio que la espera, y si, tal vez
no esté preparada. Pero no la podes detener, mi viejo: con los ojos abiertos va
a enfrentarse al mundo. Sé cuánto duele verla irse/ pero tiene sus propias
ideas/ Ya está grande/ y tiene a un chico esperándola. Warren la escribió con
Jackson Browne, otro joven sabio de los 70. Y suena ideal para este mediodía
soleado de martes. Y también en el Lado A del nuevo Música Cretina de esta
semana.
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