Los chicos no se van a quedar quietos/ los chicos no se van a callar
Hace poco volvieron. Después de que Paul Westerberg guardase
un escrupuloso silencio de años, solo interrumpido para componer alguna que
otra canción para la banda de sonido de una película animada –los mejores
compositores de canciones de eso que alguna vez llamamos rock andan
sobreviviendo de esa manera--, los Replacements anunciaron su regreso. No se si
siguen dando vueltas, pero que hayan regresado mejora el mundo. Supongo.
Espero. Al menos no lo hace peor, de eso estoy seguro. Este es uno de sus primeros
hits, en un milagroso registro de aquellos comienzos, año 81, con Paul casi un
niño, de pelo bien corto, haciendo caritas cada vez que se olvida la letra. Lo
encontré en YouTube buscando, en realidad, la versión acústica que editó Ken
Stringfellow en su último disco, I’d never said I’d make it easy.
Nunca dije que lo haría fácil, o sea. Por acá lo conocimos cuando nada menos
que Los Super Ratones lo invitaron a la celebración de su 25 aniversario en La
Trastienda. Una de las mitades de los Posies, integrante de los reformados Big
Star, Stringfellow es un hombre que ama el rock, o al menos ese rock. Y se sabe
todos los clásicos. Esos clásicos. Hace una versión de Thirteen, por
ejemplo, que te deja babeando. La hizo al menos en la puerta de Niceto, atrapando
con una guitarra acústica a modo de red al público que salía una vez terminado
el show. Me senté a charlar con él durante aquel viaje, en una nota de ocasión
que terminó convirtiéndose en una larga entrevista, recorriendo toda su
carrera, que nunca desgrabé. Espero que alguna vez regrese por estos pagos, así
tengo una excusa para publicarla. Recuerdo que le pregunté como estaba Alex
Chilton, y él me respondió que estaba bien, mejor que nunca. Habían vuelto a tocar con Big Star, y Ken se
estaba encargando de buscar shows. ¿Lo traería a tocar por acá? Por qué no, me
respondió. Todo es posible, decía entonces con una sonrisa. Ya no. Ya nunca
vendrá el buen Alex. Hay cosas que ya no son posibles. Pero Ken sigue dando
vueltas por ahí. Su nuevo disco es en realidad un compilado de versiones,
outtakes y demases. No se de donde sale su versión de Kids don’t
follow, que engalana el Lado A del no-programa de esta semana. Pero lo
cierto es que convierte ese furioso rock en una gran canción de fogón, a la
altura de Androgynous, ponele. Pasen y escuchen. Acomódense
alrededor del fuego. Es otra que sabemos todos. A un play de distancia, apenas.
Y mientras tanto, a soltar otra vez a los chicos en este soleado jueves
invernal, para que canten eso de Necesito algo de atención/ no una casa de
detención. Larga vida al rock. Cretino, claro.
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