Sabés que no puede soportar el día/ apagá las luces
Aunque sus autores lo nieguen, e incluso esgriman pruebas
contundentes al respecto, el sexto y último disco de la extraordinaria pareja
musical integrada por Richard y Linda Thompson sigue siendo considerado como
uno de los grandes discos de separación de la historia del rock. No es raro que
no se les de vela en este entierro: los autores de algunos de los mejores
discos de este curioso mini-género suelen negarlo todo, una y otra vez, con la
necedad de amantes infieles pescados in-fraganti. Y sino pregúntenle a Dylan,
que aún hoy sostiene contra viento y marea –contra el idiot wind, digamos-- que
Blood on the tracks es un homenaje a los cuentos de Chejov. Y también le sigue
encontrando coartadas Calamaro para negarle dicha cualidad a su enorme
Honestidad brutal. Pero Richard y Linda tienen un detalle contundente a favor:
es verdad que los temas que terminaron en Shoot out the lights habían sido
grabados dos años –y archivados, eso sí-- antes de que la pareja atravesase una
de las separaciones mas publicas del rock durante los ochenta. Pero, como
suelen aceptar los que las hacen, las canciones lo saben todo antes. Y los ocho
temas de este disco editado finalmente en 1982 están protagonizados tanto por
amantes insatisfechos o parejas que se deshacen, y también cuentan historias de
muerte y violencia. “Terminó siendo la banda de sonido para una telenovela
elaborada”, lo sintetizó Joe Boyd, su productor. No ayuda el hecho de que en la
portada los Thompson no aparecen juntos. Richard está sentado solo –¡y sonriendo!--
en la esquina de un cuarto con el empapelado resquebrajado, mientras de la
pared cuelga un retrato de Linda. Pero también hay una explicación para esto:
por entonces ella estaba embarazada, así que se negó a ser fotografiada. Cuando
llegó el momento de la sesión para la tapa, mandó su retrato preferido,
diciendo: cuélguenlo de la pared. Y eso hicieron. Pero para lo que no hay
ninguna explicación es para el hecho de que Linda recién había dado a luz
cuando Richard le anunció que su pareja había terminado, y que se iba con otra.
Y es aún menos explicable que, a pesar de eso, hayan decidido realizar igual la
pequeña gira norteamericana preparada para acompañar la edición del disco. La
pareja –o ex pareja, en realidad--, que ha mantenido buenas relaciones durante
todos estos años, cuenta tanto en la biografía de Patrick Humphries sobre
Richard como en el librillo que acompaña la reciente reedición del disco por
Rhino Handmade que la bautizaron como The Tour from Hell, porque Linda se la
pasó deprimida y borracha, destruyendo camarines en ataques de furia contra su
marido y contra el fin de su vida tal como la conocía, y al mismo tiempo
robándose el show arriba del escenario, cantándose todo, al tiempo que le
pateaba los tobillos a Richard durante sus solos de guitarra. Un comportamiento
ciertamente poco habitual en un dúo que hasta entonces se había comportado
arriba y abajo del escenario con la clásica mesura británica, y seguramente esa
explosión en público haya sido en gran parte la responsable de que el disco
ocupe semejante lugar en la memoria de los cronistas de la época, al punto de
que la Rolling Stone lo ubica dentro del Top 10 de sus discos de los 80. Aunque
también haya ayudado el descubrimiento, por parte del rock norteamericano, del
inmenso guitarrista que es Thompson. "Creía que ya nadie hacía eso con la
guitarra en un disco", llegó a decir en su momento nada menos que Lou
Reed. Eso si, el tema que da nombre al álbum se desmarca, al menos
literalmente, de toda esa historia. Porque fue compuesto por Thompson –que
durante mucho tiempo junto a Linda fueron devotos musulmanes-- en referencia a
la invasión de Afganistán por parte de la Unión Soviética. Sin embargo, la
bronca contenida más allá de cualquier hecho puntual está ahí, estallando en
cada frase, cada solo. Las luces apagadas, las ventanas cerradas. Tal como se
sufre en los barrios de la clase media británica. Dejá bajas las persianas
/ah, dejá el dolor dentro, canta el buen Richard en este viernes de invierno y
lluvia, y también en el lado B de un Música Cretina tan pero tan clásico, que
sigue teniendo nuevas historias para contar.
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