Canta, mi canarito/ para amenizar mi dolor
Hay un nuevo Música Cretina y, como el canario de Jayme Silva que rescató Marisa Monte, canta para hacernos olvidar lo que haga falta. Y también para recordar, porque las canciones y el canto son como el hilo de Ariadna, que según la mitología le permitió a Teseo salir del laberinto después de ultimar al Minotauro, pero también --no hay que olvidarse-- nos puede llevar de regreso al lugar donde sucedió todo. Toda cara tiene su seca, pero acá la única moneda es la de la canción, ese pasaje de ida y vuelta, y la que los vende y también los corta es la buena de Marisa, que en un disco como Universo ao meu rededor mezcló canciones nuevas con aire de clásicos junto al rescate de viejos sambas olvidados. Uno de ellos es el que suena casi al comienzo de este nuevo y flamante no-programa, obra de un tal Jayme Silva, “un mulato alto, elegante y simpático”, según lo describe Ruy Castro en Chega de saudade, su indispensable historia de la bossa nova. Nacido en Alagoas pero criado en Río de Janeiro desde muy chico, Silva trabajaba como zapatero al servicio del Ejército, y en sus horas libres también tocaba la pandereta y era ocasional compositor. Si su nombre no ha sido olvidado es gracias a Joao Gilberto, que para su segundo disco --O amor, o sorriso e a flor, que incluye monumentos de la bossa nova como Samba de uma nota só o Corcovado-- inmortalizó O pato, que originalmente se llamó Aves no samba, y desde fines de los años cuarenta formaba parte del repertorio de Garotos da Lua. Jayme se lo había acercado a Milton, el coordinador del grupo, que solía tocar en la radio. Aunque era prácticamente un desconocido --no lo habían visto jamás en la radio ni en los bares donde solían reunirse los músicos--, el grupo comenzó a tocar el tema, y para cuando Joao Gilberto entró como cantante ya era uno de sus clásicos, aunque nunca llegaron a grabarlo. Sería el propio Gilberto el encargado de hacerlo más de una década después y así rescatarlo del olvido, de la misma manera en que Marisa hizo lo propio con Meu canário medio siglo más tarde, en un disco que también rescata temas de Casemiro Vieira, Argemiro Patrocinio e incluso un inédito de la primera época de Novos Bahianos, firmado por Moraes y Galvao. Cuenta Ruy Castro en su libro que Jayme Silva reapareció recién en escena cuando debió acercarse a la discográfica de Gilberto para arreglar el cobro de sus derechos autorales por el tema, cuya autoría es compartida con Neusa Teixeira, y del que aún hoy su viuda --Silva murió en 1973-- sigue cobrando regularmente. Además de arreglar los temas burocráticos, Silva se acercó entonces a Joao para hacerle escuchar el resto de sus composiciones, con la esperanza de que grabase alguna otra. “Pero Gilberto quedó decepcionado”, escribe Castro. “Todos sus otros sambas eran en la línea de O pato: tenía O sapo, A vaca, O marreco... ¡Una granja completa! Y ninguno era igual de bueno”. Vaya uno a saber si el buen Joao llegó a escuchar Meu canário, pero su piu-piu ciertamente recuerda el cuein-cuein del tema que le aseguró un lugarcito en la historia grande de la bossa nova. Gracias a los arreglos, hay que decirlo, de Tom Jobim, que nada casualmente escribió en la contratapa del disco una post data que decía: “Los niños adoran O pato”. Y lxs Cretinxs adoramos a Marisa Monte y su canario. Y ese piu-piu que aparece casi al comienzo del Lado A de un Música Cretina para estrenar, y que lxs invito a dejar sonar en este nublado mediodía de lunes otoñal.
(La imagen que ilustra estas líneas es del fotógrafo carioca Murillo Meireles, y formó parte de la prensa del disco Universo ao meu rededor).
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