martes, 9 de marzo de 2021
Encuentro en Sansueña
Aquella vez que lo entrevisté por última vez en su departamento de la calle San José, en el mismísimo centro de Montevideo, Eduardo Darnauchans me explicó cómo era que contaba los años. “El día que pasé los 40 en lo único que pensé era en que le había ganado a Lennon. ‘No puede ser’, me dije. ‘Qué derecho tengo yo a tener más tiempo en este mundo que él.’ Después, a los 42, le había ganado a Presley. Yo siempre conté los años así. Por eso ahora que cumplí 53, pienso en llegar a los 55, que fue la edad que tenía mi padre cuando falleció.” No pudo ser: el Darno murió apenas unos meses después de aquella charla, sin llegar siquiera a celebrar sus 54 años. El domingo 7 de marzo se cumplieron 14 años de su despedida, y bajo este contundente sol de marzo me toca evocarlo, sin poder evitar pensar que en apenas un mes finalmente estaré superando su edad. Un par de semanas atrás, en la búsqueda de información para dedicarle un texto en Musica Cretina a su tema A mis hermanos, encontré esta foto, que merecía guardarse para un momento especial. Me gustaron las risas, me gustó la sensación de camaradería, me gustó el gesto del Darno, tan característico. Pero me gustó, más que nada, poder ver a Luis Alberto y a Eduardo en la misma foto. Su autor es Rubén Giménez, y la encontré en la biografía del Darno que escribió Marcelo Rodríguez. Fue sacada en un hotel del barrio de Pocitos, durante una rueda de prensa previa al show que Los Socios del Desierto dieron en el Teatro Plaza de Montevideo, en abril de 1999. Por entonces, el Darno escribía en el semanario Posdata, y seguramente estaba presente ahí en su rol de cronista. Me acuerdo que una de las razones por las que tardé en entrar en la música del Darno fue por una recomendacion errada, que recibí cuando recién empezaba a explorar la música uruguaya, un siglo atrás. Alguien me dijo que, si Jaime Roos era Charly García, el Darno era Spinetta. Creo recordar que a Eduardo Berti le sucedió lo mismo. O al menos comentamos la misma boutade. Porque, dentro de ese marco, era inevitable no entender nada sobre la obra de Darnauchans. De más está decir que al entrarle por otro lado, llevado por mejores guias, para mi el Darno pasó a ser indispensable. Pero aún así me gusta verlo en la misma foto con el Flaco, que también por estos días estuvo multiplicándose en las redes, víctima de aniversarios. Ahí los tienen, a los dos Flacos: el del Bajo Belgrano, y el de Tacuarembó. Riéndose cómplices, como debe ser.
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