martes, 24 de marzo de 2020

Julio Bustamante, "Sur del corazón"


El viento pasa las páginas del libro/ en el silencio de la tarde del domingo

Ya no es domingo pero hagamos como que si. Morrissey siempre lo supo, todos los días son como domingos. Pero no lo estaba disfrutando, nada de eso: angustiado por la perspectiva, convocaba a la bomba atómica. Pero dejemos tranquilo al botón rojo, no lo necesitamos para el apocalipsis. La voluntad por el drama de Mozz tiene su contracara en este lento fade out de eterno fin de semana que estamos viviendo juntos, en cámara lenta, como quien se queda hipnotizado por un accidente sin darse cuenta que el cuerpo que está ahí tirado es el propio. Así que no nos vayamos de tema, volvamos a este martes que se interna en una semana que será como un domingo eterno. Como ya todos deben saber, hay un nuevo Música Cretina que inaugura esta tan cancelada temporada 2020, y entre los reunidos para la ocasión aparece un tal Julio Bustamante, que —como se puede leer en el verso que inaugura estas líneas— lejos de renegar por el domingo celebra el silencio de semejante día en su Valencia natal, mas bonita todavía —dice— cuando se queda sin tráfico y vacía. Se convierte en un sueño de verano/ mientras paseas por sus calles mas antiguas, canta Julio, y yo me entrego a que el viento pase las páginas, me dejo llevar por viejas callejuelas, y recuerdo que supe por primera vez del buen Julio durante un lejano viaje a Madrid —antes del virus, antes de todo, aún en el siglo pasado— en el que una noche terminé en un bar donde estaba presentando el disco que incluye esta canción. La canción se llama Sur del corazón y tiene aliento de clásico aunque entonces era nueva, y el disco lleva por nombre Entusiastas, y la populosa presentación tenia gusto a revancha, porque Bustamante era una pequeña leyenda, algo así como el último hippie valenciano, que había participado de la puesta local de... ¡Tommy! Entusiastas era el primer disco suyo que salía por una multinacional, Virgin, que a tono con la alternatividad de aquellos años había inaugurado un sello llamado Chewaka con afán de ponerse al dia. Creo también que todos sabíamos que el proyecto estaba condenado, que el buen Julio era tan de otra época que no tendría ni una oportunidad en los nuevos tiempos, pero por eso justamente todos brindábamos y celebrábamos, o al menos eso hacían los presentes, haciendo buen uso de la barra libre. Como viajero de otra parte del mundo yo no entendía muy bien lo que sucedía, y en ese viaje lo que hacia era sufrir cada vez más mi incapacidad de comunicarme realmente con la chica que me había llevado hasta esa fiesta. O tal vez nos comunicábamos tan bien que lo entendíamos todo sin decirnos nada, con los imposibles habiéndole ganado en silencio la pelea a los posibles, así que no era necesario amargarnos de más. Si no me equivoco, esa misma noche fue que terminé huyendo de esa celebración ajena para tocar el timbre en la Calle del Pez, subir al cuarto piso, y ofrecer para una fiesta más privada unos versos dedicados a otra frustración pero que dialogaban perfectamente con la nueva, que decían: “No quiero ser el estúpido que llama/ para acusarte a la tres de la mañana”. Pero —otra vez— no nos vayamos de tema, y volvamos a Bustamante y al Sur del corazón, un tema que si llego a armar un especial de canciones con silbidos no debería estar ausente, y que habla de una ciudad vacía, de una amante que parte saludando, y de esas playas que nunca nos van a abandonar, estemos donde estemos, esas que llevamos con nosotros donde vayamos, esperándonos siempre, en el sur de nuestro corazón. Ah, por cierto, de entonces a ahora Bustamante nunca la pegó, claro. Pero siguió sacando discos por su cuenta, o en pequeños sellos. Todos esos discos, cuyos títulos año tras año fui anotando en una libreta, y perseguí —o mas bien hice perseguir— mas infructuosamente que otra cosa, hoy esperan al alcance de la mano en Spotify. Todos menos este, el de la multinacional, tal vez porque nadie en Virgin —o quien sea dueño ahora del sello— sabe que lo tiene, ni le importa. Vaya uno a saber lo que semejante anécdota tiene para decir del mundo en el que vivimos hasta anteayer. Pero en mi mundo, en el que aún sigo viviendo mal que me pese, Sur del corazón es un clásico, un éxito, lo silbo donde vaya, y los invito a silbarlo conmigo, en el nuevo, nuevísimo no-programa que nos espera —dónde sino— al sur de nuestro Cretino corazón.

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