domingo, 30 de junio de 2013

Jim White, "The wound that never heals"


Ella no piensa mucho en lo que ha hecho/ o en las cosas curiosas que siente/ Para ella es sólo una enfermedad que se contagió desde chica/ Una pequeña cosas que ella llama/ La herida que nunca se cura

El domingo amaga empezar, y lo mismo sucede con este tema del gran Jim White. Junto con Joseph Arthur, Jim White supo ser el otro artista “convencional” de los comienzos de Luaka Bop, el sello de David Byrne. Por eso llamaron mi atención entonces, cuando asomaron, y desde entonces les pongo fichas. Y siempre garpan. Cuento corto antes que canción, La herida que nunca se cura cuenta la historia de una mujer que va despachando a sus parejas, una por una. Es del segundo disco de White, llamado No such place. Hace poco el amigo Verdesio me consiguió el original, y así pude leer una suerte de explicación de la filosofía del buen Jim, perdida en el arte de tapa: “El principio que me ha guiado desde hace mucho años fue la famosa línea final de Las Palmeras Salvajes, de William Faulkner, que afirma: ‘Entre la tristeza y la nada, elegiré la tristeza’. Un día le confié esa triste verdad a mi misterioso amigo, Diego Riewald. Me miró durante un momento, y después empezó a reír incontrolablemente, contentándome: “Ok man, pero para mi la idea de ‘nada’ es mucho más interesante”. Hasta este día, la risa de Diego suena feliz en mis oídos. Gracias, sir”. Una risa similar es constituyente de algo llamado Música Cretina. Y por eso es que La herida que nunca se cura suena en el Lado B del último no-programa, entre el Canario Luna y Nacho Vegas. Pasen y escuchen. 

viernes, 28 de junio de 2013

Nacho Vegas, "El hombre que casi conoció a Michi Panero"


Es hora de recapitular/ las hostias que me ha dado el mundo

Viernes y nublado, ideal para Nacho Vegas. Tengo que confesar que cuando empecé a notar el runrún alrededor del asturiano, no me impresionó demasiado. Le pegué una escuchada al Cajas de Música, y nada. Sabía de él porque había sido parte de Manta Ray, un grupo que había acompañado a Javier Corcobado en uno de mis discos preferidos de su discografía, Diminuto cielo (1997). No era poco. Pero cuando llegó a mis manos el simple de El hombre que casi conoció a Michi Panero, con una portada al estilo Saúl Bass y El hombre del brazo de oro, me rendí incondicionalmente. Y a partir de entonces no me defraudó ni una sola vez. Eso trataba de explicarle la otra noche a Nico Lantos, que confesaba estar en el lugar donde yo estuve antes de ver la luz. No desperdicies el tiempo, Nico. Es hora de recapitular las hostias que nos ha dado el mundo. El otro día en el Recoleta el frío no ayudaba a entrar en su mundo, pero el sonido era impecable, lo que permitía escuchar las letras, algo clave en el mundo de Nacho. Fracasé una vez, fracasé diez mil/ y aún así alzo mi copa hacia el cielo/ en un brindis por el hombre de hoy/ y por lo bien que habita el mundo. Amén. Lo dicho, ideal para un viernes, y nublado. Y también cretino, por eso suena en el lado B del último no-programa, entre los cretinísimos Jim White y Future Bible Heroes. Pasen y escuchen. 

jueves, 27 de junio de 2013

Kiko Veneno, "La vida es dulce"

Quiero sentir el peso del mundo/ Volver a oír entre las olas del mar/ Del mar profundo/ La voz lejana que me susurra: ‘La vida es dulce’

Kiko Veneno no tiene medida. Su último disco, recién salido en España, se llama Sensación térmica, y arranca con este temazo. No hace falta decir mas. Volvé Kiko, que ya te extrañamos. Pero a tocar estos temas. Y Joselito con Coki. Los zapatos nuevos/ pa' qué los quería/ si no tengo suelo. No somos dignos. Por eso es que es ideal para completar el sentido de este sol de mediodía de jueves. Y cierra muy cretinamente el Lado A del no-programa de esta semana. La vida es dulce, no se olviden.

miércoles, 26 de junio de 2013

Future Bible Heroes, "All I care about is you"


No me importa si todo está en mi cabeza/ y no me importa si es complicado/ de pronto ya no deseo más estar muerto

Buenos días miércoles, buenos días cretinos. Stephin Merrit volvió al ruedo, en este caso con un nuevo disco de sus Future Bible Heroes, en el que brilla con luz propia este Todo lo que me importa sos vos, un tema de amor bien redondo, celebratorio, desgarrado y confesional, bien para Campos Magnéticos. De hecho, no me extrañaría que Seba Rubin ya lo hubiese traducido y todo. No me importa si querés ir despacio/ y no me importan ciertas cosas que no se/ simplemente no me importa/ porque si no es raro no es romance. Por eso enseguida lo hacemos Cretino, y aparece casi cerrando el Lado B del no- programa de esta semana... ¡Pasen y escuchen!

martes, 25 de junio de 2013

Franco Battiato, "Up patriots to arms"


No tengo yo la culpa si existen espectáculos/ con humo y rayos láser/ y el escenario está lleno/ de necios que se mueven/ La música contemporánea es peor aún.

Buenos (medio) días, martes. Buenos (medio) días cretinos. Hace ya varias semanas que no puedo sacarme esta canción de Franco Battiato de la cabeza. En realidad, todos y cada uno de sus versos. Las barricadas se alzan/ por cuenta siempre de la burguesía/ que crea falsos mitos de progreso. ¿Cómo no amar a un artista que pone semejante frase en una canción pop? Siempre me interesó Battiato, desde que en una Tren de Carga o Twist y Gritos –revistas enigma, que contenían vastos mundos por explorar, prácticamente a la salida de mi infancia-- leí una reseña de La Voz del Amo, su disco tecno de mediados de los 80, el primero (¿y único?) editado oficialmente por estos lares. Aún así, tengo que confesar que nunca profundicé demasiado en su música. Pero el otro día, antes de su demoradísimo debut porteño, se me ocurrió entrevistar en la radio a Andrea Prodan para que anticipara el show. “La nariz de Battiato es como un cuchillo que corta hasta el inconciente”, aseguró el hermano de Luca, que se entusiasmó tanto con la visita de Battiato, que me empujó a sumergirme en su obra. Ahí estoy, desde entonces. La fantasía viene de la gente de aquí/ y no de las estrellas/ A rebelarse, estúpidos, que el agua de los ríos/ desciende muy crecida. Así es como termina el flamante Música Cretina de esta semana. Y así es como elijo arrancar mi (medio) día. 

lunes, 24 de junio de 2013

Ethan Johns, "Don't reach too far"


Oh señor, qué me estás haciendo/ Las siete campanas están sonando/ Y está clareando

Buenos días lunes, buenos días cretinos. Se hizo esperar, pero vamos a por todo, y entonces hay un nuevo no-programa. Que comienza así, con este temazo de Ethan Johns, que para muchos recuerda demasiado a Gloria, de los Them. El espíritu está ahí, hay que conceder. Hijo de un legendario productor –que falleció hace poco, si mal no recuerdo--, Ethan a su vez es productor de artistas como Ray Lamontagne, Laura Marling y Ryan Adams, entre otros pibes. Según confiesa Ethan, fue Marling la que lo incitó a grabar sus propios temas, Lamontagne lo invitó a abrir sus shows, y Adams le produjo –y toca la batería—en el primer simple de su nuevo disco (había grabado otro una década atrás), llamado If not now, then when. Con una pequeña ayudita de sus amigos –todos visitaron el estudio durante la grabación del álbum—Johns completó un serio candidato a integrar cualquier lista de discos del año. Por lo pronto, por aquí lo homenajeamos como corresponde, marcando cuatro y arrancando el Música Cretina de esta semana con el buen Ethan y su amigo Ryan. Pasen y vean... ¡y escuchen!

sábado, 15 de junio de 2013

Defensa de la derrota, por Roberto Fontanarrosa

Se apoyará, primero, los brazos estirados, las palmas de las manos contra la pared. Respirará hondo y acompasadamente varias veces, hasta que el frío de la pared le llegue. Cerrará los ojos, no mucho tiempo. Sentirá entonces, penetrándole, un reposo húmedo. Será la tristeza. Algo tibio. Intimo, casi fraterno. Decididamente poético. Eso. Poético. Se sentará entonces, sin mirar a nadie. Le punzarán algunas miradas furtivas. De reojo. No deberá hablar casi. Ni insultar. Deberá callar largamente. Sentirá entonces, creciéndole, un orgullo callado, quieto. Será la dignidad. Lo tomará del hombro, llenando con blandura el silencio que acompaña a los fracasos. No deberá llorar. Nunca. Tal vez apretar fuertemente la mandíbula. Un instante. Se pondrá de pie. Sentirá entonces, en el pecho, detrás de los labios, un escozor denso y aguachento. Será el romanticismo, que envuelve en una gasa tenue todas las derrotas. Tomará entonces su frágil fama, su trémulo orgullo antes impecable, se vestirá con ellos cuidadosamente, casi con cariño, y se marchará. No habrá las historias resonantes de la victoria, las felicitaciones sofocantes de la victoria. Estará solo. Y tendrá que caminar lento, pero no muy lento. Una mano en el bolsillo y un gesto vacío en la cara. Apenas una palidez quebradiza en la piel cubierta paternalmente por la solapa levantada. No habrá ni un solo amigo. Ni uno. O tal vez uno que respetará el momento, el silencio, la tristeza, que dejará caer casi con temor, o con respeto, una palmada leve sobre el hombro, como temiendo romper algo, como temiendo que se le desprenda al vencido ese fino revoque de melancolía, de nostalgia.
El vencido sacudirá una vez la cabeza, o dos, en agradecimiento, sin hablar, porque una palabra, un gesto amartillado en falso, puede precipitar el llanto. Y el vencido digno no se permitirá llorar ante terceros. Se marchará solo. Se preparará en su casa un café fuerte, negro, espeso y caliente. Se tomará la cara con las dos manos, para apretarse aun más sobre los párpados esa poesía inútil de las derrotas. Para fijarse sobre los pómulos todo el romanticismo suave e impalpable de las derrotas. Se podrá permitir, ahora sí, un gesto nervioso, un puñetazo corto y duro al aire dulzón de la cocina o bien sobre la mesa. Se podrá permitir, ahora sí, llorar con un llanto comprimido, convulsivo, desesperado y hondo contra el marco de la puerta del comedor. Deberá luego lavarse la cara, secarse los ojos con una toalla. Mirarse al espejo preguntándose si tenía realmente necesidad de llorar.
Y se sentará en el sillón de mimbre.
Tomará su café. No se sentirá tan mal, después de todo.









Fontanarrosa se la cuenta
Editorial Encuadre
118 páginas
Rosario, 1973