¿Todavía estás ahí?/ Avisame si recibís el mensaje
Este lunes de navidad necesitaba su lado cretino, así que acá estamos. Con un no-programa recién salido del horno, que intenta mediar entre este espíritu bipolar de tormenta-te-inundo y sol-te-voy-a-secar-el-cerebro con el que transitamos el fin de un año al que recibimos de la mejor manera y miren cómo nos paga el desgraciado. Es obvio igual que acá no mediamos nada entre nadie, sino que vamos por nuestro propio camino, así que los invito a que pasen, hagan play, y escuchen con el gorro rojo y la barba blanca puesta, asi ponen ustedes el espíritu navideño y yo solo tengo que agregar la música. Y dicho esto les presento a los chicos de la foto, que son los que inauguran este nuevo Música Cretina: se llaman The Sadies, son de Toronto, Canadá, y son la banda más querida por todos los cretinos, honorarios o no. Casi que no se puede cerrar los ojos y poner el dedo sobre alguna lista de temas sin dar con alguien que los considere como sus amigos. Yo los conocí en mi época de fanatismo por André Williams, ya que cuando volvió del abismo fue el grupo de los hermanos Good el que le hizo la segunda. Los Good, los buenos de esta historia digamos, son dos: el mayor es Travis, el menor es Dallas. O era, mejor dicho, porque a la temprana edad de 48 años de pronto abandonó el edificio en febrero del año pasado, o sea que en un par de meses se van a cumplir dos años en este infierno terrenal sin su bondad. Leo por ahi que la muerte fue por un infarto, justo cuando le habían empezado a tratar una afección congénita del corazón que una semana antes nadie sabía que estaba ahí. En el estado del mundo en que vivimos, no queda otra que contradecir a Woody Allen, que bromeó en Deconstructing Harry que los republicanos lo eran sólo porque no les llegaba suficiente sangre al cerebro. Lo lamento Woody, parece que los buenos --los Good, o al menos uno de ellos-- lo son sólo porque venimos fallados. Lo intenté todo por llegar a vos/ no se que más hacer, cantan los Sadies, y nos retratan a todos los que, realmente, no sabemos qué más habría que hacer. Por ahora estamos acá, donde no está más Dallas, que sí alcanzó a grabar, durante la pandemia, el disco en el que figura el tema con el que abre este no-programa navideño, titulado So far for so few, o sea: Tan lejos para tan pocos. Los hermanitos Good se criaron en un hogar lleno de música, ya que sus padres son leyenda dentro del bluegrass canadiense, pero ellos arrancaron por el punk de Toronto. Leo en los obituarios que salieron luego de la muerte de Dallas que su hermano mayor, Travis, lo sumó a bandas como Guilt Parade, Rat Crushers, Blibber o, mi nombre preferido, Satanatras. A partir de los ’90 tuvieron grupo propio cuando uno de sus amigos, Sean Dean, se compró un bajo acústico, una decisión que asentó un estilo musical alineado junto al alt-country, pero capaz de ponerse al servicio no solo de André Williams, sino de John Doe, Neko Case, Justin Townes Earle, Jon Spencer o Neil Young, entre la larga lista de nombres con los que alternaron y que los consideran sus hermanos, como se puede leer en las sentidas despedidas luego de la muerte de Dallas, firmadas por Steve Albini o Robyn Hitchcock. Tengo entendido que los Sadies siguen existiendo, pero hay un recital en vivo que se puede encontrar en YouTube en el que se respira la tensión de una despedida: fue grabado el año pasado justo después de que quedasen tres, y antes de que Mike Belitsky, el baterista, tuviese que pasar por el quirófano. Por entonces no sabían si iban a poder seguir haciendo eso que hicieron durante toda su vida y alcanzaron a filmarlo, con nada menos que Ron Mann --otro amigo de la casa-- haciendose cargo del rodaje. Spoiler: Belitsky salió bien de la operación y según veo los Sadies siguen girando por el mundo con su música, capaces de ir bien lejos por unos pocos, que es justamente lo que hay que hacer, una y otra vez. Es la razón por la que existe este no-programa, ni más ni menos. Aunque casi ni nos movamos de donde estamos. Y aunque el disco que Dallas Good alcanzó a grabar y ver editado antes de que la Parca lo viniese a buscar esté inevitablemente lleno de mensajes que en este mundo en el que vivíamos, y que no hace mas que despedirse una y otra vez, es imposible que no considerarlos, claro, como una despedida. ¿Andás por ahí, Dallas? Por favor avisanos si recibís este mensaje. ¿Andan por ahí, todxs? Por favor avisen si reciben estas musiquitas. Siempre cretinas, porque sabemos que es la mejor manera de conservar todo lo que uno no quiere dejar partir y, también, con ellas se despide mucho mejor todo lo que debe irse de una vez.
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