Podés imaginarte lo que podría ser/ tan libres y sin límites/ desesperadamente necesitados de la mano de algún extraño/ en una tierra desesperada
Los Raveonettes son un dúo sueco, una suerte de versión
presentable de los hermanitos Reid. Si los Jesus & Mary Chain jugaban a ser
la gilette del acople en el tobogán del bubblegum, Wagner y Foo son, no sé,
apenas una pluma. Pero igual garpan. Esta novedad es una versión que hicieron
de aquella oda a las tierras indómitas, físicas y mentales, que originalmente
presentaron en este mundo Jim Morrison y sus muchachos. Recuerdo haberla
escuchado más de una vez a oscuras en mi cuarto de aquel departamento familiar
en un noveno piso de una torre de Villa Martelli, mientras las ruedas de los
autos sobre el asfalto de la vecina General Paz eran el único sonido ambiente. Lo
más cercano a una experiencia drogota en mi adolescencia. Sin drogas, claro. Podría
decir que la culpa la tuvo Alfredo Rosso, con aquellas notas sobre Morrison en la
Cerdos. Pero no. Ahí estaba yo, cargando con mi libro de letras de la editorial
Espiral, aún creyendo que Morrison era un poeta. Los suequitos, mientras tanto,
no van tan lejos. Si Palo resumió en El rosario en el muro el momento más
climático de The End con aquel Madre, quiero tu sexo, los Raveonettes lo dejan
afuera de su versión. Simplifican, lo que también puede ser una forma de poesía.
“Estamos orgullosos de presentar nuestra versión del clásico de los Doors”,
escribieron en su muro. “Quisimos hacer esta canción en particular porque ha
sido una tremenda inspiración para mucha de nuestra música. Este es un homenaje
a los Doors y en particular a Jim Morrison y Ray Manzarek, que lamentablemente
ya no están con nosotros”. El tema está incluido en un homenaje a los Doors –A
psych tribute-- recopilado por el sello Cleopatra, que incluye también a
Clinic y The Black Angels, entre otros. Me gusta, eh. Es una versión sin
ninguna grandilocuencia. Eso que nos abochorna de nuestra adolescencia,
despojado del exceso, pero aún así manteniendo su esencia. Este es el fin,
hermoso amigo. De nuestros planes elaborados, el fin. De todo lo que permanece
en pie, el fin. Claro que sí. Se llama el fin de la infancia. Y sucedió hace
tiempo. Pero qué bueno poder recordarlo, sin tener que pasar por eso otra vez.
Gracias Sun Rose Wagner y Sharin Foo. Larga vida a los Raveonettes. La banda de
sonido ideal para un jueves soleado, y de paro. El final perfecto para el
Música Cretina de esta semana.
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