Hace un tiempo que partí/ Sin saber adónde ir/ Y aquí estoy/ Tan feliz
Conocí a Max Capote una larga noche montevideana de
años atrás, arrastrado a algún antro por el Peve, y creo que esa misma noche me
presentaron a Gustavo Verdesio. Así que se podría decir que fue una noche sin
desperdicio. Con nombre de detective privado, o dibujo animado, Capote es
Fabián Acosta, el Phil Spector del Cerrito de la Victoria, que encontró su
nombre –como no podía ser de otra manera-- en una olvidada película mala, 8 mm, protagonizada
por Nicholas Cage. “Hay un personaje ahí que toca en una banda llamada Max
California, trabaja en un porno shop, y lee novelas de Truman Capote escondidas
dentro de revistas porno”, me contó alguna vez Max para una nota en la que lo
presenté en Radar. “Y me gustó porque hace justo lo contrario de lo que haría
todo el mundo, que es esconder revistas porno dentro de un libro. Así que, de
la cruza entre Max California y Truman Capote, quedó Max Capote.” Después de
intentar con bandas sin suerte, Acosta se encerró a producir temas en su
estudio del Cerrito, sin ningún prejuicio: toda clase de grupos, solistas y
estilos pasaron por ahí. Fue Dani Umpi el que lo devolvió a los escenarios, y
los Astroboy --¿se acuerdan?—su primer grupo de acompañamiento. Lo volví a ver
en Buenos Aires, años después, y en su banda, vestido de uniforme, como una
suerte de Angus Young rioplatense, se podía disfrutar de Leroy Machado. A pesar
de ser un chiste kistch desde el comienzo, componiendo un personaje de eternos anteojos
negros y vaso de whisky en la mano, también desde el comienzo Max Capote tuvo
grandes canciones en su repertorio. Temas de dos minutos, deformidades que
vampirizaban otros estilos, bubblegum con picante, la gilette en el tobogán. Con
el tiempo, y los discos, el picante y la gilette fueron apareciendo menos, pero
esas pequeñas máquinas del tiempo disfrazadas de temas, con sonido de clásicos
pero nuevos, siguieron ahí. Esta novedad sirve como la mejor muestra de lo que les cuento. Lo acompaña el
puertorriqueño Sie7e, y es un adelanto del inminente Aperitivo de Moda, su demorado tercer disco, después del extraordinario Grandes éxitos (2005), y ese difícil
segundo disco que fue Chicle (2008), cuya edición original venía como en una absurda caja de pochoclo. A pesar de que cierto guiño cómplice parece haberse perdido,
la boa de plumas al cuello en la foto de tapa es algo que promete. Habrá que
ver. Mientras tanto, la guitarra slide de Sin mentirte alcanza para hacer
correr hacia atrás las agujas del reloj durante cualquier mediodía de domingo,
con o sin sol. Y con muy buen gusto prácticamente abre el Lado A del último
Música Cretina. Acá te vamos a esperar/ seguí el camino de tu luz. ¡Pasen y
escuchen!
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