Hola/ Soy el tipo que está sentado a tu lado/ Y lee el periódico por encima de tu hombro/ Esperá/ No pases la página/ Todavía no terminé/ La vida es/ tan incierta
Cínico y arrebatado a la vez. Ese es Lyle Lovett. Un cretino
perfecto. Aunque muchos ya se lo deben haber olvidado, amo y sigo amando a
Lovett desde hace tiempo, desde que lo percibí como el Randy Newman del nuevo
country. Hace poco sacó un nuevo disco, un álbum de covers buscando liberarse
de un contrato con una discográfica. No se pintó “esclavo” en la cara, como
Prince cuando peleaba con Warner, pero el disco se llama Release me –que en
términos discográficos significa edítenme, pero también libérenme--, y en la portada
aparece atado de pies a cabeza, como un personaje de un dibujo animado. No sucedió demasiado con el disco. Pero los que lo amamos,
lo hacemos a partir de esa obra maestra que es Joshua judges Ruth (1992), que
aún hoy cada vez que lo escucho me deja sin aliento. Es el disco al que volver,
el que hay que poner cada vez que uno siente que tal vez sea justificable esa
intrascendencia en la que se perdió su nombre, mucho después de su romance con
Julia Roberts, y su aparición en las películas de Altman, algo que sucedió justo
después de ese discazo. Ahí fue cuando Lyle entró brevemente en el mundo del
espectáculo, lamentablemente a partir de sus curiosos rasgos, el novio raro de
la Roberts, La bestia de la bella. De hecho, mi primer nota para Página/12 fue
un perfil de Lyle Lovett que escribí para el No, pero terminó saliendo en
espectáculos, culpa de Julia, cuándo no. Pasaron 20 años (!!!!!!) de Joshua, a
partir del que algunos llegamos a ir también un poco más atrás, hasta Pontiac
(1987), que tiene el seudo cuento corto carveriano que titula el disco, o el
Lyle Lovett and his Large Band (1989), de donde sale este Here I am, que abre con
contundencia el Lado B del Música Cretina de esta semana. Y sirve para arrancar
cualquier día con una sonrisa en el rostro, además.
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