En un principio la canción se llamaba Sofía, pero
como en el disco ya había una con nombre de mujer, pasó a llamarse Feliz. This is my job, no soy de nadie, cuenta su protagonista, una prostituta que
se sienta a cenar frente a un cantante dispuesto a escucharla para hacer luego
una canción con sus confesiones. Qué hermosa mujer en la cornisa, canta
Manuel Moretti, el líder de Estelares. Describe a una mujer imaginaria, que
saca franceses de su cartera y confiesa que un tiempo atrás solía castigarse.
Ahora mirame. Ves: soy una reina, dice Sofía en la voz de Moretti, que por un
momento parece caer en la trampa más condescendiente del que escribe desde los
márgenes: darse por satisfecho con retratar el vacío ajeno. Pero hay un verso
que saca a la canción de su cómoda guarida de “otra de prostitutas”, retrato al
natural de una mujer que trabaja en el oficio más viejo del mundo: es la línea
en que la Sofía de Moretti recuerda que sólo una vez, lejos de acá, se despertó
mejor. Pero no me atreví: ¿que garantías tenía de ser feliz?, confiesa la
mujer, y su pregunta excede flagrantemente a su personaje para abarcar casi
todo un disco. Ardimos –tercer opus del grupo– retrata un mundo en el que nadie
tiene ninguna garantía de nada. Y mucho menos de ser feliz.
.........
¿Llueve? Entonces Feliz. Suena perfecto en una
mañana de lluvia. Y también en el Música Cretina de esta semana. El párrafo de
acá arriba es el comienzo de una notita que conseguí escribir en Radar cuando --por fin-- salió el demoradísimo tercer disco de Estelares. Por
entonces nadie les daba mucha bola. Salvo los fans de siempre, claro. Hago
cuentas: fue hace casi... ¡diez años! Hay que joderse...
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