lunes, 8 de julio de 2024

Música Cretina 2024 #2

ESTO NO ES UN PROGRAMA

26.6.2024

Lado A

“Eres igual que las olas/ me besas y te vas”

1.- I Am Kloot, Over my shoulder
2.- Alfonso Barbieri c/Palo Pandolfo, Renacer
3.- Juliana Hatfield, Why can’t we love each other
4.- Harmonettes, Can’t go halfway
5.- Trío Melódicos, Piénsalo bien
6.- Andrés Calamaro, Madre escuchame (Los Gatos)
7.- Andre Williams, When love shoot you in the foot
8.- El Siempreterno, Para siempre no es suficiente

Lado B

“La canción que me aprendí para ti/ no era esa”

9.- Lykke Li, Rich kids blues
10.- Christina Rosenvinge c/Benjamin Biolay, La idiota en mi (mayor)
11.- Syl Johnson, (She’s so fine) I just gotta make her mine
12.- Lucinda Williams, Changed the locks
13.- Los Pimpollos, Me toco (Divinyls)
14.- Arthur H, Nancy et Tarzan
15.- Fricción, Sin plegarias

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jueves, 4 de julio de 2024

Lucinda Williams, "Changed the locks"

"Cambié mi número de teléfono para que no puedas llamarme a casa/ Y no puedas decirme esas cosas que me hacen caer de rodillas"

Ella se llama Lucinda Williams y canta versos como éste en el nuevo Música Cretina. En realidad viene cantando cosas así desde siempre, desde que saca discos, y más específicamente desde el álbum donde salió originalmente este temazo, que tiene fecha de 1988, y es el tercero de su cosecha. Cambié el tipo de ropa que uso, para que no puedas encontrarme por ningún lado/ Y no me puedas distinguir entre la multitud, y no puedas llamarme gritando mi nombre, sigue cantando Lucinda desde el que fue el primer simple de un disco bautizado simplemente con su nombre, casi una nueva presentación en sociedad, pero que entonces no sirvió demasiado. Si bien los críticos celebraron su aparición, y sus colegas empezaron a prestarle atención, hubo que esperar una década, hasta el éxito del contundente Car wheels on a gravel road (1998) para que nadie se pudiese dar el lujo de ignorarla. Cambié el nombre de esta ciudad para que no puedas seguirme/ Y no puedes tocarme como antes, y no puedes hacer que te desee más, se sigue desgarrando mientras tanto Lucinda, pero lo hace rockeando con la “implacable crudeza” de sus canciones. O al menos así las definió el escritor norteamericano Bill Buford, en un inolvidable perfil que escribió para The New Yorker. “Son implacables porque tratan implacablemente sobre el dolor, el anhelo o un deseo sexual que no podés sacarte de la cabeza, pero la mayoría de las veces tratan sobre la pérdida, y generalmente sobre perder algún imposible hombre desastre, que tiene más encanto y carisma de lo que una sociedad civilizada debería permitir, y que nunca cumple ninguna de las promesas que hizo cuando estaba borracho, drogado, caliente, enamorado, encarcelado, dolorido, loco, en rehabilitación o en algun otro estado romántico esencial pero frustrantemente atractivo de manera inexplicable”. Todo eso canta Lucinda desde siempre, y también desde este temazo, que supo versionar Tom Petty para la banda de sonido de la película She’s the one. Pero hagan la prueba, escúchenlo al buen Tom, y después vuelvan a Lucinda: no hay forma que vuelvan a poner la version de Petty, se lxs aseguro. O al menos eso es lo que viene pasando todos estos días, en los que la Williams y esta canción ocupan más y más mi cabeza. Porque a ella sí le creo que cambió la cerradura de su casa, su numero de teléfono, la clase de auto que maneja, la clase de ropas que usa, las vías debajo del tren, el nombre de la ciudad y todo lo que haya que cambiar ya que nadie puede dejar de ser quién es y de hacer lo que hace. Y entonces acá estoy, escribiendo sobre uno de los temas del nuevo no-programa en vez de hacer todo lo que tengo que hacer. Porque solo con música todo esto esto puede apenas acercarse a ser soportable. Y si es cretina, mucho mejor. 

(Ah, la foto que ilustra este post es del neoyorquino Greg Allen, fue tomada en Agoura Hills, California, y fue tapa del disco Lucinda Williams, de 1988). 


martes, 2 de julio de 2024

Lykke Li, "Rich kids blues"

"Tengo el blues de los chicos ricos/ y no tienen nada que ver con vos"

Así como me preocupo en informarles que acabo de sacar un nuevo libro, no quiero olvidarme de anunciarles que hay un nuevo Música Cretina esperándolxs para que lo dejen sonar. Y ya que estamos en tema, vaya un breve agregado sobre el origen de los textos de Quiero verte otra vez, el libro en cuestión, editado por Mansalva: en el prologo digo que son historias nacidas de una suerte de laboratorio de escritura que comenzo acá, en estos posteos online, y cuando digo estos posteos, no quiero dejar de mencionar que me refiero también a las cosas que vengo escribiendo desde hace ya tiempo para algunos de los temas elegidos para el no-programa. En algún momento me cuestioné lo de sentarme a escribir para el ingrato y avaro Zuck, eso de generar contenido a cambio de nada, ocupar --generalmente-- mis mañanas aliviando la picazón de mis manos pidiendo escribir en vez de ponerme a trabajar. Escribiendo, claro. Pero lo cierto es que si no escribo lo que pica, no tengo un buen dia. Y si me saco de encima esas historias que piden existir, descubrí que se me hace más fácil seguir escribiendo las otras, las que salgo a buscar. Así que terminé haciendo las paces con eso, y fue el comienzo de un caminito que llevó hacia textos mas largos y mas libres, que fueron encontrando la forma de convertirse en columnas y contratapas. Mas de una de esas mañanas me descubrí empezando a escribir un posteo y en la mitad darme cuenta que eso era una columna, y bueno, adiós posteo, hola contratapa. Así que déjenme brindar con un mate tardío por las ganas de escribir por escribir, y ahora si, sigamos con el nuevo Música Cretina, que recién estamos desenvolviendo, y que su Lado B abre con la hermosa Lykke Li, una chica que aprendí a querer enseguida, apenas escuché el discazo que la hizo famosa, Wounded Rymes, que apareció en el 2011. Les dije, este es un no-programa que nació de una carpeta olvidada en un viejo backup, con discos de aquellos años que hace tiempo que no volvía a escuchar, y el segundo de Lykke Li es uno de ellos. Recuerdo que hablamos de ella con Mariana Enriquez apenas salió, porque nos dejaba sin aliento su actuación nada menos que con Stellan Skarsgard en un video increíble, el de ese temazo que se llama Sadness is a blessing. Mas allá del redoble que recuerda al By my Baby spectoriano, la tristeza y la bronca que destila emborrachándose y cantando, cantando y emborrachándose, se derrama por el resto de los temas de un disco memorable, cuyos temas llevan la co-autoria de Bjorn Yttling (el de Peter, Bjorn and John) y que incluye este Blues de los chicos ricos, que también tiene su guiño, ese Hammond quemante que a más de uno le ha recordado el clásico 96 tears, que alguna vez supo versionar Primal Scream. Pero Lykke Li es otra cosa, y es una cosa seria. No se en que anda por estos días, googleando para elegir una imagen de la epoca para ilustrar este posteo descubrí que se cortó el pelo bien cortito, a lo Sin aliento. Bienvenido todo lo que haga esta sueca maravillosa, que no pierda jamás esa bronca que la hace única. Y la tristeza, bueno, siempre va a estar ahí. Pero mejor beberla con música. Y si es cretina, mejor. 

viernes, 28 de junio de 2024

Los Pimpollos, "Me toco" (Divinyls)

No quiero nada mas/ cuando pienso en vos me toco

Mañana de viernes invernal, pero con sol, qué importa el frío entonces. Y si además hay un nuevo Música Cretina, ni te cuento. Y sobre todo lo demás, apenas dejenme decirles esto: en plena dictadura militar, Carlos Trillo y Guillermo Saccomanno hacían una sección dentro de una revista de historietas llamada Skorpio. Ambos eran jóvenes entonces, pero yo era todavía más joven, y como estaba descubriendo el mundo buscaba pistas por todos lados, y leia esas páginas con noticias sobre el mundo de la historieta con avidez. Ya ni recuerdo qué cosas leía ahi, pero no me olvido jamás del epígrafe de aquella sección que era un pequeño refugio durante esos tiempos de plomo. Era una frase atribuida a Francois Truffaut, que decía: “Hablemos solo de cosas que nos gustan”. Bajo esa enmienda, entonces, volvamos a esta mañana de invierno, al frío con sol, y al verso con el que comienzan estas líneas, que se remata con un o-o, y que vengo cantando y silbando durante estos últimos días. Una y otra vez melodía y letra invaden mi cabeza como aquellos marcianos dementes de Tim Burton destruyendo Las Vegas, pero en este caso construyendo en mi cotidianeidad un muro de satisfacción y olvido propiciado por la alegre repetición de este hermoso estribillo, interpretado por un dúo que ya no existe, bautizado Los Pimpollos. En realidad, el agradecimiento debería corresponder al grupo australiano Divinyls, autores del tema original, un bombazo que opacó toda una carrera de una década dentro de la escena australiana, que arrancó en los ’80 pero que en 1991 dejó de importar cuando su cantante Chrissy Amphlett le cantó al mundo eso de I touch myself, cuyo estribillo, leo por ahí, es obra de un tal Billy Steinberg, nada menos que el tipo que firmó Like a virgin de Madonna, entre otros exitazos. Aquel estribillo de ‘me haces sentir como una virgen’ no se refería precisamente a la religión pero el mundo por entonces hizo todo para no darse por enterado, pero no había forma de fingir locura ante este directísimo Me toqueteo de la voz cantante de Divinyls, aunque veo por ahí un simple de la época para el mercado hispano y con el título traducido que me saca una carcajada: el título dice Me abrazo. No se puede negar que lo dieron todo. Lo cierto es que fue tal el éxito mundial del simple, que la Amphlett lo estuvo cantando durante todo el resto de su vida, hasta su prematura muerte por cáncer a los 54 años. Ella ya no está, pero el tema sigue y sigue. En este caso, gracias a la inestimable ayuda de la deliciosa versión acústica del dúo de la foto, Los Pimpollos, que a diferencia de la cancion original de Divinyls es un grupo que no solo ya no existe sino que está tan olvidado que no hay forma casi de conseguir información sobre ellos ni siquiera en internet. Lo único que consegui fue esta foto, que es la portada de uno de los simples que aún quedan en su Bandcamp, que incluyen traducciones de Richard Hawley o Kings of Convenience, pero ni rastros de este tema de Divinyls. Eso sí, aún se pude escuchar Chicago Bulls, el mejor tema pop dedicado al grupo del buen Michael desde este lado del mundo, después de Jordan, claro. Los Pimpollos estaban integrados por Paula Trama y Hernán Blinder, que se habían conocido en un taller de poesía y recién seis años después de ese encuentro cantaron por primera vez juntos, en un recital de Paula. Como yo soy su fan incluso desde antes de Cemento, cuando la invité a participar del ciclo Martes de Poesía y Música me contó que el dúo incluso estaba preparando un EP, titulado Justicia divina, que no se si llegó a salir alguna vez, pero al menos quedaron algunos simples. Cualquier oyente de Música Cretina se habrá dado cuenta que nuestro dulce son las versiones y las traducciones, y Paula Trama siempre ha demostrado un particular talento y dedicacion para esos menesteres. Por aquella época, además de las traducciones con Los Pimpollos, estaba preparando todo un repertorio con otra poeta, María Paz Levinson, que subían a un blog bautizado holotemas, atrevidas y deslumbrantes versiones de Velvet Underground, Johnny Cash y Robert Wyatt, que sobrevivieron a la disolución del proyecto y terminaron sumándose al repertorio del grupo con el que Paula disfruta actualmente de un merecidísimo reconocimiento, Los Besos. Pero los acusticazos de Los Pimpollos quedaron en el olvido, especialmente este Me toco, que reapareció para este nuevo Música Cretina porque anduve husmeando en un viejo archivo con carpetas que hace tiempo que no abría, y desde que hice play no me lo pude sacar de la cabeza, así que acá estoy, compartiéndolo. Saquen los acordes, aprendanse los versos, y a cantarla por ahí, que se lo merece. Y para los que piden que Música Cretina sea un playlist de Spoty, sepan que de ser así esta clase de grabaciones quedarían afuera (de hecho, quedan afuera cuando armo, resignado, cada una de esas playlist). Lo busco ahí/ quiero que lo encuentres, cantan Los Pimpollos, y cantamos todxs. Ya saben, cada tanto hay que hablar solo de cosas que nos gusten. ¿No es cierto, Francois? Y son cretinas, mejor.  

jueves, 27 de junio de 2024

I Am Kloot, "Over my shoulder"

"Callate la boca/ y mirá mis labios"

Ayer lo dije y hoy lo repito: hay un nuevo Música Cretina, el segundo del año. Sí, recién ahora. No se si se dieron cuenta, pero este ha sido un año, digamos, atípico. Distópico. Demencial. Pero acá estamos todavía, qué tanto. Y en realidad es el tercero, porque arrancamos 2024 con un no-programa especial, con un rescate de grabaciones encontradas de históricos sí-programas. Si no lo escucharon, recomiendo que vayan a buscar el link al blog o al mixcloud directamente. Y ahora volvamos al verso que inaugura estas líneas, que en rigor de verdad es el que abre el flamante Música Cretina del que estoy intentándoles hablar, que comienza con un tema del hermoso disco que se puede ver en la foto. Siempre me gustó esa portada, la de los tres viejos charlando en un banco de plaza, y ni siquiera haciéndolo amablemente, sino como enojados, rezongones. Es un disco que ya tiene más de dos décadas, de una banda olvidada, con un nombre que no invita a recordarlos: I Am Kloot. Recuerdo haberlos descubierto en una antología de un sello alternativo, un disco grabable que perdí o se borró. Pero este tema se me quedó pegado, Over my shoulder. Me empeñé entonces y conseguí su disco debut, el de la foto. Un álbum atesorable, en el que estaba este tema pero, saben qué, no era la misma version que yo había escuchado en la antología. No era muy diferente, pero tenía otros timbres, generaba otra sensación. Nunca supe muy bien de qué grabación se trataba, ni pude volver a encontrarla, hasta que, hace unos años, el grupo --o lo que quedaba de él-- sacó un compilado de rarezas y lados b y ahi la encontré. Lo que yo había escuchado era el demo original de Over my shoulder, quién te dice, tal vez la razón por la que el grupo llegó a firmar su primer contrato. Hace tiempo que no pensaba en I Am Kloot pero este Música Cretina nació de un viejo archivo en un disco duro, con discos de otras epocas, que no revisaba desde hace bastante tiempo. Y ahí estaba aquella antología, y ahí revivió aquel demo, que me sonó nuevamente hermoso y único. Y por eso decidí que iba a abrir este nuevo no-programa. Ahora que se puede (no entonces, cuando los descubrí), googleé al grupo y me enteré que eran de Manchester, que formaron parte de una escena que fue llamada New Acoustic Movement (qué curioso, casi en los mismos años que acá Flopa Manza Minimal estaban en la misma búsqueda), y que se separaron en 2016. Su cantante, John Bramwell, siguió una carrera solista, y hasta aparecen discos suyos para investigar en Spotify. Hice play en uno de ellos, y su voz sigue intacta. Pero hoy es el turno de I Am Kloot, es el turno de un nuevo Música Cretina. Solía trabajar noche y día/ y nadie escuchaba ni una palabra de lo que decía, canta Bramwell desde aquel primer demo y ahora lo escuchamos, vaya si lo escuchamos. Porque los recuerdos son pasado y presente casi a la vez, y la música siempre vence al tiempo, qué duda queda. Y si es Cretina, el triunfo es mucho mejor.  

domingo, 28 de abril de 2024

Big Joanie, "Used to be friends"

¿Te acordás cuando nos fuimos por el camino/ y encontramos un sendero propio?

En este domingo soleado permítanme que les recuerde que hay un nuevo Musica Cretina que ya no es tan nuevo, es cierto, pero es lo más nuevo que tenemos en materia cretina y no hemos hablado mucho por acá del asunto. Y también permítanme que me recuerde que una de las razones por las que existe este no-programa en particular es porque me entusiasmé con un tema de un grupo que se me había escapado, y cuando lo descubrí, tarde, me voló la cabeza. Ellas se llaman Big Joanie y son londinenses, ahora están de regreso y creo que por eso escuché hablar de ellas, pero el que me encanta es su disco debut, Sistahs, que es del 2019. Me pregunto cómo es que no les di bola entonces, y me respondo que tal vez porque nadie debe haber hablado mucho de ellas entonces, ya que suelo revisar bastante entre lo nuevo que aparece cuando cirujeo en cada lista de fin de año para armar la mia, la que preparo para Radar con lo que descubro en esas selecciones ajenas. Repaso un poco en las redes, y descubro que las Big Joanie antes de sacar ese debut estuvieron haciendo algo de ruido en la escena de su ciudad natal, fueron elogiadas por Iggy Pop y Kathleen Hanna, y es mas, este primer disco del que estoy enamorado lo editó Thurston Moore en su sello. Tal vez, pienso, el hecho que fuesen lesbianas les haya jugado en contra, pero son tiempos en lo que eso no importa demasiado, y tal vez incluso juegue a favor. ¿Habrá sido que las edito Thrurston cuando lo mandó en cana Kim Gordon? ¿Tendrá que ver con que al toque apareció la pandemia y todxs quedamos en pausa? Vaya uno a saber cómo es que no me detuve ante ellas en su momento, pero apenas escuché Used to be friends, el tema que abre el Lado B del que todavía es el primer Música Cretina del año, quedé prendado, y acá estoy, escribiendo. Las Joanie eran tres, pero sigo leyendo y me entero que para su regreso sólo quedaron dos. ¿Te acordás cuando nos cortamos el pelo/ y no nos importaba si se nos quedaban mirando?, se preguntan en un tema que suena de otra manera ante la noticia de que la baterista original dejó el grupo el año pasado. Además de su nuevo disco, que ahora bancan solo dos de ellas, Big Joanie forman parte del delicioso homenaje al disco Dig me out de las Sleater Kinney, de las que también quedaron dos. No hay caso, quedemos los que quedemos, y como cantan las Big Joanie originales: No podemos volver a aquellos días/ nunca seremos los mismos nuevamente. Tan cierto como que hay que permitirse agregar: por suerte. Por suerte hay domingos de sol, por suerte tengo un gato naranja maullándome mientras escribo, por suerte hay música. Y si es cretina, mejor. 

viernes, 19 de abril de 2024

Recuerdos de otra guerra y otras noches (I)

Estos días llenos --o vacíos-- de noticias de una guerra que no termina de suceder me hacen recordar otra guerra, otros días y, especialmente, otras noches. Allá lejos y hace tiempo, lo que quiere decir el siglo pasado, yo era un joven que no sabía qué hacer con su vida pero tenía bien claro qué era lo que no quería hacer, como el personaje de John Cusack en Digan lo que quieran. Trabajaba en el depósito de una fábrica de ropa en Nuñez y llamaba a la radio para dejar mensajes, y asi fue como terminé entrando en ese mundo que tenía mas que ver con lo que estudiaba --Ciencias de la Comunicación-- que con mi trabajo diario. Siempre me gustó escribir, asi que mi sueño era poder vivir de eso, y como también me gustaba la música, la cultura rock, y la efervescencia alrededor del estallido de esa cultura en los medios masivos con la llegada de la democracia, fue el mejor de los descubrimientos darme cuenta de que era posible escribir para esas radios a las que llamaba. El asunto era tratar de convertir eso en un trabajo. El primer lugar para el que escribí fue Piso 93, pero era un programa de culto, y si bien fue un gran aprendizaje y un disfrute, no había plata involucrada en ese ida y vuelta. Pero había gente interesada en lo que yo había demostrado que era capaz de hacer y que, aparentemente, no había muchos haciendo. Asi fue como terminé entrando en Mitre, un medio que por entonces acababa de comprar Clarín --aunque, según creo recordar, no se podía decir abiertamente--, en una epoca en que el diario tenía un proyecto popular y masivo, y la radio estaba decidida a modernizarse y acercarse al lenguaje de las FM. De hecho, la radio tenía su frecuencia modulada, la 100 --como pasó a llamarse entonces--, y mi primer pie en ese mundo fue empezar a escribir textos para un programa temático muy popular: Los queridos 70, al que luego se le agregó Los 80 en fuga. Mas que programas eran segmentos horarios, porque la 100 pasaba mas que nada música, y en castellano, esa fue su revolución entonces. Esos segmentos trabajaban con la nostalgia, en el caso de los '70 una nostalgia del pasado inmediato, pero con los '80 era la nostalgia por venir, ya que por entonces la década aun no había terminado. Mis textos debían aceitar esa nostalgia; eran cortos, podían leerse en las aperturas de los temas, o incluso con algunos separadores, y se referían tanto a la música que se escuchaba como a su contexto. Compraba semanarios usados, buscaba noticias farandulescas o bizarras de la época, las resumía en textos cortos, tipeaba tres hojas por semana con sus correspondientes copias en carbónico, y cobraba mi dinero. Escribía para la radio y me pagaban por hacerlo, el primer objetivo estaba logrado. Pero yo quería dejar la fábrica y vivir de eso, de lo que me gustaba hacer, y para poder hacerlo tenía que entrar a la radio. La primera puerta que se abrió fue escribiendo publicidad para los pequeños anunciantes de Mitre, pero como dije, era un joven idealista a lo Cusack según Crowe, y no me gustaba escribir publicidad. Estaba en contra de mis --ejem-- principios. Gracias a que inventé el nuevo slogan de la 100 --“la 100 se mueve, movete con la 100”-- logré finalmente escapar de esa oficina y pasar a formar parte del equipo creativo de la radio. Terminé compartiendo un cuartucho sin ventanas con Saborido y Quiroga, y estaba disposición del programa o segmento que requiriera de mis habilidades. Solía escribir avances de los programas, algo asi como mini radioteatros --radioclips, les llamábamos-- sobre temas de actualidad o efemérides (recuerdo uno sobre la muerte de Charlie Parker, otro sobre el golpe en Chile, que nunca se emitió porque a alguien le pareció muy zurdo para el segmento... y tenía razón), e incluso llegué a armar una historia de Boca en capítulos (de Boyé en adelante, hablé con todos) y hasta guionear las apariciones de un personaje llamado La Nena para las transmisiones de los partidos de Boca --Mitre tenia los derechos-- narrados por Caldiero. Hice de todo desde ese cuartucho para Mitre y la 100, pero lo más inesperado a lo que me terminé dedicando fue a la Guerra del Golfo, y acá es cuando llegamos al punto donde empecé estos recuerdos, vinculados a una guerra sin noticias que puede o no llevarnos a un conflicto capaz de escalar hasta hacerse mundial. Pero supongo que, como esto se ha hecho largo, podemos seguir en un próximo posteo con este relato de primeros trabajos, John Cusack, radio, guerra y, especialmente, trasnoches.

(Continuará)