jueves, 10 de abril de 2014

The Raveonettes, "The end" (The Doors)


Podés imaginarte lo que podría ser/ tan libres y sin límites/ desesperadamente necesitados de la mano de algún extraño/ en una tierra desesperada

Los Raveonettes son un dúo sueco, una suerte de versión presentable de los hermanitos Reid. Si los Jesus & Mary Chain jugaban a ser la gilette del acople en el tobogán del bubblegum, Wagner y Foo son, no sé, apenas una pluma. Pero igual garpan. Esta novedad es una versión que hicieron de aquella oda a las tierras indómitas, físicas y mentales, que originalmente presentaron en este mundo Jim Morrison y sus muchachos. Recuerdo haberla escuchado más de una vez a oscuras en mi cuarto de aquel departamento familiar en un noveno piso de una torre de Villa Martelli, mientras las ruedas de los autos sobre el asfalto de la vecina General Paz eran el único sonido ambiente. Lo más cercano a una experiencia drogota en mi adolescencia. Sin drogas, claro. Podría decir que la culpa la tuvo Alfredo Rosso, con aquellas notas sobre Morrison en la Cerdos. Pero no. Ahí estaba yo, cargando con mi libro de letras de la editorial Espiral, aún creyendo que Morrison era un poeta. Los suequitos, mientras tanto, no van tan lejos. Si Palo resumió en El rosario en el muro el momento más climático de The End con aquel Madre, quiero tu sexo, los Raveonettes lo dejan afuera de su versión. Simplifican, lo que también puede ser una forma de poesía. “Estamos orgullosos de presentar nuestra versión del clásico de los Doors”, escribieron en su muro. “Quisimos hacer esta canción en particular porque ha sido una tremenda inspiración para mucha de nuestra música. Este es un homenaje a los Doors y en particular a Jim Morrison y Ray Manzarek, que lamentablemente ya no están con nosotros”. El tema está incluido en un homenaje a los Doors –A psych tribute-- recopilado por el sello Cleopatra, que incluye también a Clinic y The Black Angels, entre otros. Me gusta, eh. Es una versión sin ninguna grandilocuencia. Eso que nos abochorna de nuestra adolescencia, despojado del exceso, pero aún así manteniendo su esencia. Este es el fin, hermoso amigo. De nuestros planes elaborados, el fin. De todo lo que permanece en pie, el fin. Claro que sí. Se llama el fin de la infancia. Y sucedió hace tiempo. Pero qué bueno poder recordarlo, sin tener que pasar por eso otra vez. Gracias Sun Rose Wagner y Sharin Foo. Larga vida a los Raveonettes. La banda de sonido ideal para un jueves soleado, y de paro. El final perfecto para el Música Cretina de esta semana.  

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