Estoy acá esperando por alguna señal/ esperando hasta el fin de los tiempos
Así es como estamos, esperando. Esperando que algo comience, esperando que algo termine. Ese algo no es el año: ya tenemos un año nuevo pero, como pocas veces recuerdo que haya sucedido, poco hay para festejar. Tal vez haya que esperar nomás hasta el fin de los tiempos, como canta con mucha convicción Mariska Veres al frente del cuarteto holandés Shocking Blue, a los que pueden ver en la foto en todo su esplendor. Y pueden escuchar --la razón por la que estamos hablando de ellos-- cerrando el Lado A del último Música Cretina del año que ya hemos sacado casi a las patadas. Formados en la segunda mitad de los años sesenta, Shocking Blue consiguió durante esa época un par de hits en el mercado anglosajón, lo que los ha convertido en el grupo de rock for export de su país. El más conocido tal vez sea Venus, que alcanzó el número uno en Estados Unidos tanto interpretado por las británicas Bananarama en los ’80 como en su versión original, editada en el verano del ’69, y que es la que se ha escuchado recientemente en la banda de sonido de la serie Gámbito de dama. En el mismo disco en el que apareció Venus, el álbum debut de Shocking Blue, At home, hay otro tema que llamo la atención en los ’90 a un grupito de Seattle, al punto que lo incluyó en su primer repertorio, y su versión destacaba tanto en sus recitales que terminó como Lado A de su simple debut. El tema se llama Love buzz y aquel grupito es nada menos que Nirvana. El autor de estos temas es siempre el mismo, el guitarrista Robbie Van Leeuwen, un nativo de La Haya que era uno de los protagonistas de una escena que leo por ahí que se llamo nederbeat, ya que antes de formar Shocking Blue ya habia pegado algún hit en Holanda con un cuarteto llamado The Motions. Pero la clave del nuevo grupo de Van Leeuwen es la deslumbrante Mariska, que formaba parte de Bumble Bees cuando fue convocada para reemplazar al cantante original de Shocking Blue, que tuvo que cumplir con el servicio militar. Nacida en 1947, en una familia mezcla de hungaros y alemanes, su padre era el violinista romaní Lajos Veres, y creció tocando el piano a su lado en La Haya hasta que empezó a alternar en grupos de la escena de su ciudad. Una chica a-go-go y gótica al mismo tiempo, su vozarrón resultó ideal para un grupo con un sonido psicodélico e incluso heavy, algo así como una Grace Slick al frente de Black Sabbath, como suena en este irresistible Send me a postcard, un simple que forma parte del repertorio del segundo opus del grupo, Scorpio’s dance (1970). Antes de que la soledad me rompa el corazón/ mandame una postal, canta Mariska y también cantó Bob Mould en la versión que realizó para su disco Sunshine rock (2019). Sigo leyendo y me entero que, pese a tener un sonido claramente cercano a lo que entonces era la escena progresiva internacional, siempre fue promocionado y vendido como un grupo pop, y que la versión original de Send me a postcard fue redescubierta por el grupo Ladytron, que la incluyó en su compilado Softcore jukebox (2003). Por favor no me decepciones/ no hay mejor amante que yo en toda la ciudad, sigue cantando Mariska, que según cuenta la leyenda no bebía ni se drogaba, sólo era amante de los gatos, y su ética laboral fue la que mantuvo al grupo unido y grabando sin parar hasta mediados de los ’70, donde cada uno tomó su propio camino. Murió en 2006, con apenas 59 años. Pero sigue esperando y esperando, hasta el fin de los tiempos, cada vez que suena Send me a postcard, uno de esos temas que te agarran del cuello y no te sueltan, como suele suceder con esa música que nunca te abandona, que siempre te acompaña, que siempre tiene algo para decirte. Una música que, como todxs sabemos, y más en este 2024 tan apichonado y recién estrenadito, si es cretina, mucho mejor.
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