jueves, 17 de diciembre de 2020

Nico Landa, "El Mondongo"

Tengo un amigo jamaiquino o cubano/ no estoy seguro porque no quiere hablar

Se los presento, aunque quisiera que no necesitase presentación: el tipo de la foto se llama Nico Landa y es el autor del que tal vez sea mi disco de la pandemia, o al menos eso parece querer decirme Spotify cuando me muestra la lista de lo que más escuché durante este año en esa plataforma, y me doy cuenta que incluye casi todos los temas del hermosísimo y contagioso Hasta la alegría siempre, apenas su tercer disco solista en una larga carrera que incluye su participación en Los Auténticos Decadentes, la formación de Los Animalitos, y canciones grabadas con Andrés Calamaro, David Byrne y siguen las firmas. Descubro por ahí que el nombre de este trabajo íntegramente realizado en pleno confinamiento es en realidad un grito de guerra que viene de hace mucho tiempo atrás, al punto que bautizó una canción de Los Animalitos y fue el título de una hermosa nota que en su momento le hizo Santiago Rial Ungaro en Radar, pero celebro que lo haya rescatado para dar la cara ante este 2020 porque resume el espíritu necesario para atravesar todo esto que aún estamos atravesando. “Nos reímos mucho cuando Macri se puso a hablar de la revolución de la alegría”, le decía Landa a Santi en aquella nota. “Y me chupa un huevo eso, para nosotros es un grito de guerra: lo de la alegría es algo genuino, que nos permitió enfrentar cada situación que nos tocó a vivir. Nosotros vamos a ensayar como si fuera el último día del mundo”. No puedo evitar pensar en la canción de Travis que suena en el Música Cretina que comparte con Landa, y nos recuerda que esto no es un ensayo, que esta es la toma final. La única, bah. Y lo mismo sucede cuando escucho todos y cada uno de los temas del disco de Nico, pero de una manera, cómo decirlo, casi en reversa. O sea, no me hace tomar conciencia de que esto es lo único que hay recordándomelo, sino que haciéndome olvidarlo. Porque se acaba todo cuando suenan las canciones de Hasta la alegría siempre, de pronto estoy en puro presente, disfrutando de cada verso, y no pienso en nada mas, el cerebro –ese insecto que toleramos porque nos habla, como decía Luis Alberto—deja justamente de hablarme. Y de pronto me entero que puedo cantar todos los temas, que paladeo cada verso. Como el que abre estas líneas, que debe ser lo más pavo que hay, pero siempre me hace reír. Cuenta Landa que el disco nació cuando en plena pandemia le empezó a mandar a su productor Frano Aguilar los temas en guitarra, grabados con el celular. “Y todo terminó en un álbum que parece re producido, pero esta hecho en su comedor, donde tiene su estudio”. Lo cierto es que para este no-programa casi todos los temas de Hasta la alegría siempre venían peleando por un lugar. Tuve paciencia cuando no tenía nada/ y ahora lo tengo y no lo quiero largar, canta Landa en El Mondongo y no hay mucho más que decir. Bah, si, hay más, una frase memorable tras otra – Todo lo que tenés son dos alas en los pies/ y un pekinés que se crió en el conurbano, y puedo seguir--, pero más que nada lo que tiene es presente y más presente, la única estrategia posible para enfrentar estos días que siempre son los últimos. Una idea que habría que recordar más allá de la emergencia, porque cuando se vaya la marea del fin del mundo, no es que vamos a poder empezar a ensayar y ensayar. Acá estamos, esto es lo único que hay… y hasta la alegría, siempre.   

(La imagen que ilustra estas líneas es de Cecilia Salas, fotógrafa desde hace mucho tiempo del Suple No de Página/12, que en este caso tomé prestada del más que recomendable site musical Silencio)


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