Uno de mis ídolos en esto de las canciones, que son algo así como los únicos dioses a los que les rezo, se llama José María López Sanfeliú, pero todos lo conocemos como Kiko Veneno. Imposible no admirarlo, se trata del tipo que inventó personajes-canciones como Lobo López o Joselito, que están más vivos que quienes los escuchan e incluso que quienes los cantan. Kiko es el que dijo eso de que querer asegurarse que su sombrero esté bien roto para que los rayos puedan entrar en su cabeza, el que pide que nos limpiemos el culo con papel de celofán, el que sabe escuchar lo que dice la gente. No se en qué anda Kiko Veneno por estos días --hay disco nuevo, parece--, pero dice presente en este último Música Cretina con uno de sus temas mas entrañables, fruto de su década perdida, la primera de este siglo, cuando se anotó con un manifiesto por la libertad en contra de las discográficas --que siempre le hicieron la vida imposible, justo es decirlo--, y luego apenas si pudo editar un único álbum durante esos diez años, el hermoso El hombre invisible. De allí viene el tema de donde sale el verso con el que comienzan estas líneas, que para Kiko ejemplificaba entonces que se estaba atreviendo a cosas nuevas, porque ese llevatelo todo hasta entonces para él era más de José Luis Perales que propio. Pero vaya si lo hace suyo en este Bilonguis, que parece el nombre de otro de sus personajes, pero en realidad es un tema de separación, cuyo título viene de esos “personal belongings” que los aeropuertos o terminales insisten que los viajeros vigilen y no dejen olvidados al partir. Es más caro el remedio/ que la enfermedad/ ya no creo en la receta/ que me van a dar, canta Kiko, que pide no tener que sorprenderse encontrando recibos de compasión, trocitos de corazón, ni alitas de cucaracha secas en los bolsillos del pantalón. Segun contó cuando salió el disco, quince años atrás, Bilonguis era el tema que le gustaba a todos, el preferido de cada músico que había escuchado los demos durante los dos años que se demoró en terminar un disco por el que pasaron algunos de sus mejores amigos como invitados, desde Raimundo Amador (por cortesía de Universal), Jorge Drexler (por cortesía de Dro) y Jackson Browne (por cortesía de él mismo, je, tal como se puede leer en el disco). Es un tema que compuso durante una mañana, reveló. Fue saliendo automáticamente, con algo de folk y algo de rumbera: una canción sencilla, que --dijo-- llega a la gente. Las nubes vienen cuando quieren/ en medio de la tormenta, sigue cantando Kiko, siempre simple, siempre profundo. Y entonces sí, claro, y por favor, llévenselo todo. Lo que nunca van a poder llevarse es la música. Y si es Cretina, menos.
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