lunes, 9 de noviembre de 2020

Joe Henry, "Odetta"

Odetta, Odetta.../ Por favor acompañame

Un amigo al que le gusta viajar por el norte de África me dijo alguna vez que lo primero que te preguntan es si crees en Dios. Y que hay que contestar que si, porque alguien que no cree para ellos es sospechoso. Estabamos en una sobremesa bien satisfecha cuando nos contó esto, y cuando me preguntó qué respondería yo, le dije que en Dios no se si tanto, pero que yo creía en Dylan. Lanzó una carcajada, y me dijo que en una de esas si quienes me preguntaban eran tuaregs, tendría me iría bien con esa respuesta, porque tienen un buen sentido del humor. Los versos de acá arriba son de un tema del enorme Joe Henry, titulado Odetta, un nombre que, como explicó cuando presentó el tema --que fue el primer adelanto de su hermoso Reverie--, se le apareció así, solo, casi de la nada. Por supuesto, aceptó, la unica Odetta que conoció en su vida es la cantante, pero al componerla intentó escaparle de la trampa que significaba que se refiriese sólo a ella. Pero no hubo caso, y al final la Odetta del afro, la guitarra, la mirada seria se le metió en la canción, como un rezo, una plegaria, alguien a quien la voz cantante le pide que lo guíe para lo alejarse del camino, para llegar a buen puerto, para seguir adelante. No se que dirían los tuaregs de eso, porque ademas de ser una boutade como respuesta se trata de una mujer, pero es imposible escapar de la fuerza de esa primer imagen de Odetta, la de su primer disco, el que Dylan acusa por haberlo impulsado a tomar una guitarra, y del que dice que se sabe todas las canciones. Pero no solo estamos hablando de Bob, no en vano cuando a Harry Belafonte le ofrecieron en los 60 tener un programa de televisión, lo unico que exigió es poner a una jovencita llamada Odetta cantando sus canciones. Y aunque los ejecutivos no estaban muy convencidos, la imagen de una joven negra luciendo orgullosa su pelo crespo en todas las pantallas de norteamérica junto al increíble poder de su voz, fue como una cachetada en la cara. Como dijo Rosa Parks, la señora que no quiso ceder el asiento e incendió a un país que merecía ser incendiado: “Todo lo que yo hice ya estaba en las canciones de Odetta”. Conocí a Joe Henry por un disco increible que produjo hace ya casi veinte años, al comienzo de este nuevo siglo. Estoy hablando del enorme disco de regreso de Solomon Burke, una gema llamada Don’t give up on me, una frase que puede ser el pedido hacia una amante, para que no le pierda la confianza. Pero también es un pedido para que no se pierda la fe. La fe en Dylan, la fe en Odetta, la fe en el gran Solomon, un hombre religioso si los hubo. Yo si hay alguien que le tengo siempre fe es a un tipo como Joe, porque cada uno de sus discos, los propios y lo que ha producido, siempre garpan. Quienes lo seguimos fielmente supimos en el último tiempo que suspendió fechas, que se guardó, que estuvo enfermo. Por lo que leo por ahí parece haberse repuesto, pero desde aquel “camino hacia la curación definitiva” con el que trató de tranquilizarnos Luis Alberto, no me permito relajarme con estas cosas. Así que espero que estés y sigas bien, amigo Joe. Y gracias por la música. Supongo que no te molestará que haya pegado en el último Música Cretina la voz de Odetta con esa canción suya que terminó rezando por ella, ponerlas juntas, haciéndose compañía. Vamos a necesitar mucho de eso, muchos abrazos, muchos encuentros, muchas llamadas y respuestas. Algo que la música sabe hacer bien. Eso si: para mí por favor que sea Cretina. 

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