Mi amor, no deberías gritarme/ mientras estoy limpiando mi arma
Si, ya se, ya se. Una frase como esta no es lo ideal para andar posteando justo un día antes de la segunda marcha de Ni Una Menos. Pero les aseguro que no fue con eso en mente que incluí este tema del texano James McMurtry en el aun reluciente Música Cretina de esta semana, y también hay que aclarar que tampoco el buen McMurtry lo compuso con ningun asunto relacionado con la marcha de mañana en la cabeza. Copper canteen está lejos de la poco ubicua contundencia --con respecto a la víspera, claro está-- de Johnny Cash cantando al comienzo de esa obra maestra que es Delia's gone algo así como Si no la hubiese matado/ me hubiese casado con ella. Porque lo que pinta McMurtry --o el personaje que protagoniza su canción, mejor dicho-- en ese admirable primer verso no es un crimen a punto de cometerse sino apenas una queja marital dentro de la particular contidianeidad conyugal posible en un lugar como Texas. Algo que queda claro en el devenir del resto de la canción, un oscuro retrato de una pareja resignada justo antes de ingresar al último acto de sus vidas. Aun cuando la frase siguiente al verso inicial continúe crudamente con la queja, completando la imagen y las particularidades de la relación: Lavaré la sangre de la camioneta/ cuando la temporada de caza termine/ todavía falta una semana / y me gustaría matar uno más. Y justo cuando parece que esto va a terminar mal, el hombre negocia ante el pedido de su mujer diciendo que va a limpiar la vereda otra vez, si con eso alcanza a calmarla. Esta vida que deseamos tan poco/ la salvamos entre las tumbas de nuestros padres y los juguetes de nuestros nietos, canta McMurtry. Imagino que podremos aguantar hasta que llegue la pensión/ entonces venderemos todo/ dejaremos sólo la cerradura en la puerta/ y nos preguntaremos y ahora qué. En una nota publicada en la Rolling Stone norteamericana, y que destaca en su página oficial, el cantante señala que su busqueda es la de "escribir la mejor canción posible, y que eso generalmente sucede manteniéndose en personaje. Sólo de vez en cuando podés conseguir dejar dicho lo que pensás". Las mejores canciones posibles para McMurtry en Complicated game, su último trabajo, que editó el año pasado después de seis años de silencio discográfico, están pobladas de personajes --asegura el artículo-- mirando lo conseguido y ahuyentando la desesperación. "Los veo aguantando antes que desvaneciéndose", asegura McMurtry. "Plantándose ante una corriente que quiere llevárselos, pero todavía no puede". Tal vez por eso me hayan caído tan bien McMurtry y sus canciones, las que descubrí a fines del año pasado, cuando me hice con su disco, que había asomado en las listas de los mejores del año. El tipo no es un novato, anda dando vueltas desde los 80, y uno de sus temas llegó incluso a ser uno de los himnos del acampe de Occupy Wall Street. Su padre, Larry, escribió la novela que adaptó Peter Bognadovich para La última película, ganó el Pulitzer con otro libro, Lonesome dove, y el Oscar por ser uno de los responsables del guión de Secreto en la montaña. Cuando no está de gira, asegura su blog, James McMurtry toca todos los martes y miércoles en el Continental Club de su ciudad, Austin. Los martes el show es acústico, los miércoles con su banda. Su tema suena justo al medio del Lado A de un no-programa digno de esta mañana nublada de jueves, en un junio que también se promete de aguante, contra una correntada que todavía no pudo con ninguno de nosotros. Y que no se atrevan a venir a gritarnos cosas justo cuando estamos limpiando nuestras armas.
Si, ya se, ya se. Una frase como esta no es lo ideal para andar posteando justo un día antes de la segunda marcha de Ni Una Menos. Pero les aseguro que no fue con eso en mente que incluí este tema del texano James McMurtry en el aun reluciente Música Cretina de esta semana, y también hay que aclarar que tampoco el buen McMurtry lo compuso con ningun asunto relacionado con la marcha de mañana en la cabeza. Copper canteen está lejos de la poco ubicua contundencia --con respecto a la víspera, claro está-- de Johnny Cash cantando al comienzo de esa obra maestra que es Delia's gone algo así como Si no la hubiese matado/ me hubiese casado con ella. Porque lo que pinta McMurtry --o el personaje que protagoniza su canción, mejor dicho-- en ese admirable primer verso no es un crimen a punto de cometerse sino apenas una queja marital dentro de la particular contidianeidad conyugal posible en un lugar como Texas. Algo que queda claro en el devenir del resto de la canción, un oscuro retrato de una pareja resignada justo antes de ingresar al último acto de sus vidas. Aun cuando la frase siguiente al verso inicial continúe crudamente con la queja, completando la imagen y las particularidades de la relación: Lavaré la sangre de la camioneta/ cuando la temporada de caza termine/ todavía falta una semana / y me gustaría matar uno más. Y justo cuando parece que esto va a terminar mal, el hombre negocia ante el pedido de su mujer diciendo que va a limpiar la vereda otra vez, si con eso alcanza a calmarla. Esta vida que deseamos tan poco/ la salvamos entre las tumbas de nuestros padres y los juguetes de nuestros nietos, canta McMurtry. Imagino que podremos aguantar hasta que llegue la pensión/ entonces venderemos todo/ dejaremos sólo la cerradura en la puerta/ y nos preguntaremos y ahora qué. En una nota publicada en la Rolling Stone norteamericana, y que destaca en su página oficial, el cantante señala que su busqueda es la de "escribir la mejor canción posible, y que eso generalmente sucede manteniéndose en personaje. Sólo de vez en cuando podés conseguir dejar dicho lo que pensás". Las mejores canciones posibles para McMurtry en Complicated game, su último trabajo, que editó el año pasado después de seis años de silencio discográfico, están pobladas de personajes --asegura el artículo-- mirando lo conseguido y ahuyentando la desesperación. "Los veo aguantando antes que desvaneciéndose", asegura McMurtry. "Plantándose ante una corriente que quiere llevárselos, pero todavía no puede". Tal vez por eso me hayan caído tan bien McMurtry y sus canciones, las que descubrí a fines del año pasado, cuando me hice con su disco, que había asomado en las listas de los mejores del año. El tipo no es un novato, anda dando vueltas desde los 80, y uno de sus temas llegó incluso a ser uno de los himnos del acampe de Occupy Wall Street. Su padre, Larry, escribió la novela que adaptó Peter Bognadovich para La última película, ganó el Pulitzer con otro libro, Lonesome dove, y el Oscar por ser uno de los responsables del guión de Secreto en la montaña. Cuando no está de gira, asegura su blog, James McMurtry toca todos los martes y miércoles en el Continental Club de su ciudad, Austin. Los martes el show es acústico, los miércoles con su banda. Su tema suena justo al medio del Lado A de un no-programa digno de esta mañana nublada de jueves, en un junio que también se promete de aguante, contra una correntada que todavía no pudo con ninguno de nosotros. Y que no se atrevan a venir a gritarnos cosas justo cuando estamos limpiando nuestras armas.
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