Cuando Eduim baje hasta Riveira/ Olinda entera escuchará su afoxé
Según encuentro en el librito que acompaña la reedición en
compact de Leque moleque, uno de los tantos discos fallidos que Alceu Valenca
grabó en la segunda mitad de los 80, Eduim es el nombre del músico invitado que
toca el atabaque como invitado en este tema, claramente un homenaje a quien
imagino debía ser --porque no pude encontrar ni una referencia en internet-- un
músico popular de la zona. Defensor rocker de los ritmos musicales nativos,
Valenca fue uno de los primeros artistas que intentó durante los años 70
--junto a otros musicos nordestinos como Ze Ramalho y Raimundo Fagner,
denominados como Os violéctricos-- romper con el eje Rio-San Pablo que desde
siempre determinó a la industria de la música brasileña. Encontró su lugar en
los 80, gracias a dos discos contundentes como Coracao bobo (1980) y Cavalo de
pau (1982), que lo convirtieron en estrella justo cuando el rock brasileño de
la década estaba empezando sacar pecho. Hay una historia que pinta de cuerpo
entero su leyenda, y tiene que ver con un tema que aún hoy cuando lo escucho me
pone la piel de gallina. Se llama Anunciacao, y su estribillo
repite una y otra vez: Estás llegando/ yo escucho tus señales. Lo
que estaba llegando era la democracia al Brasil, y el tema se convirtió en uno
de los himnos del triunfo de Tancredo Neves, algo que quedó claro cuando Alceu
se robó el show en la fecha del multitudinario Rock in Rio que se llevó a cabo
justo antes de aquellas elecciones, cuando todo el público se quedó coreando su
estribillo una vez que había terminado su recital. Mi primer disco de Alceu fue
una compilación que tiene todos sus éxitos, incluyendo el tema que tan bien
tradujo e interpretó Claudio Kleiman --uno de los pocos fanáticos de Valenca
que conozco por estos pagos-- en ese incunable y delicioso cassette titulado
Claudio Kleiman y amigos. Para cuando llegó a mis manos Leque moleque, había
ahondado un poco mas en la leyenda de Alceu, con las historias que me contó
otro amigo, Vitor Ramil, al que conocí durante un viaje a Río para ver a los Rolling
Stones antes de que llegasen por primera vez a Buenos Aires, en un hogar que
tenia una gran discoteca brasileña que me dedique a investigar concienzudamente
durante la semana que pasé allí. Leque moleque --junto a Estacao de luz, otro
disco suyo de la misma epoca y similares atributos-- eran los dos vinilos de
Alceu que Eduardo Berti tenía en su disquería, que hasta donde yo recuerdo fue
bastante efímera, perdida bien en el fondo de una galería que ocupaba la
esquina de Pueyrredón y Santa Fe, la misma donde hoy hay un Arredo. Atendí ese
minúsculo negocio lleno durante un par de meses, hacia el final de algún año en
el que había que juntar plata como fuese, y me dediqué a escuchar una y otra
vez esos dos discos, aún a sabiendas que no eran de lo mejor de un artista que
me interesaba seguir descubriendo. Aunque tal vez era Brasil el continente por
descubrir, pero yo siempre me negué a hacerlo a traves del camino de la MPB,
artistas abanderados de los que se iban de vacaciones a Brasil y desdeñaban la
Argentina, y también de paso al rock nacional. Mi ruta la fui encontrando a
través de estos descastados musicales, y luego lo haría gracias al rock
brasilero, que mas tarde me fue devolviendo a esos autores que inicialmente
desdeñé, pero a los que evidentemente necesitaba llegar por otro camino. Fue
Herbert Vianna el que en su momento me llevó hacia Titas, Legao Urbana e
incluso Chico Science --fue él quien me regaló su recién salido primer disco,
Da lama ao caos-- y a partir de entonces fui tirando de ese hilo de Ariadna
gracias al que la música brasileña dejó de ser un laberinto y pasó a ser una
mesa llena de platos que pedían, como las botellitas de Alicia: pruébame,
cómeme. Y además fue Joao Barone el que me contó la anécdota de que una noche que no
tenía donde parar en Rio, se cruzó en un bar con unos amigos y les contó el
problema, y uno de los que compartían la mesa, que él no conocía, lo llamó y le
dio la llave de un departamento donde le dijo que podía quedarse. Cuando Joao
entró, se dio cuenta que era el departamento donde Alceu guardaba todos sus
instrumentos, y hasta había dinero sobre una mesa. Desde entonces y hasta
ahora, el batero de los Paralamas no puede creer la generosidad y la confianza
de semejante personaje. ¿Como no dejarse llevar por su música, entonces? A
pesar de ser un disco fallido, algo que puedo reconocer hoy sin problemas,
después de haber conseguido en CD aquellos vinilos que escuché diariamente pero
no alcancé a comprar cuando cerró la disquería (ni a vender mientras fui
empleado, je), Leque moleque tiene su encanto. Uno que alcanza a este tema que
suena casi al comienzo del Lado B, después del gran Chuck Prophet y antes de
los norteamericanos Woods. Joven bonita/ serás mi mujer, amenaza
Alceu, y el sol del sábado pega más fuerte, mientras los invito a dejar sonar
completito un Musica Cretina que todavía merece escucharse de punta a punta.
Que alegría que alguien me hable de Alceu, gracias por este escrito!Lo escucho desde hace mucho tiempo, es uno de los pocos artistas que realmente me ha sacado de momentos amargos, es increíble la energía y alegría que trasmite. Yo adoro el disco Live in Montreaux, la versiones que hace ahí son tremendas, una vez mas gracias por nombrarlo, ya no me siento un naufrago escuchando a Alceu solo.
ResponderEliminarde nada! los fans de alceu sean unidos... antes de que debutase en buenos aires, en el 2011, tuve la suerte de poder entrevistarlo... aca va el link, por si queres seguir leyendo sobre el
ResponderEliminarhttp://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-7429-2011-10-30.html