sábado, 9 de abril de 2016

Gene, "Truth, rest your head"


Mi paciencia ha muerto/ primero culpa, ahora el mejor hijo del odio

Esa frase no deja de resonar en mi cabeza desde que elegí este hermoso tema de Gene para el último Música Cretina. Primero culpa, ahora el mejor hijo del odio. Así es como estamos, no se puede negar. Y en esta mañana de sábado nublada y fría, la falta de paciencia, la culpa y el odio, todo construye un escenario que mejor no ponerse a imaginar, mas que nada porque las sumas se deben hacer suponiendo algún tipo de voluntad involucrada en el cambio de forma o de estado, sino cada elemento de la ecuacion se queda en su esquina, rascandose las pulgas solito y solo. Así que entonces mejor volver a la musica, y la música es la de este tema de Gene, encajado casi al final del Lado A del tercer no-programa del año, entre Rosario Bléfari y Julio de la Rosa. Y que elegí no porque sea mi tema preferido del disco (ese lugar creo que lo ocupa London, can you wait?), sino que desde que me puse a pensar en Olympian, me descubrí tarareandolo una y otra vez de manera inexplicable. Con el tiempo Gene se ha convertido en un grupo extraño, una rareza que sólo tuvo sentido en su época, y que siempre pensé que todo el mundo había olvidado, menos yo. Fueron algo así como una descarada versión 90s de los Smiths desde las elecciones estéticas de las portadas de sus primeros simples, pero después de un disco formidable se fueron desvaneciendo lentamente --sacaron un compilado de lados B que no está mal y un segundo disco que todavía tiene algún sentido, pero mucho menos-- y hoy son apenas una nota al pie de una historia decididamente ajena. La magia conectiva de internet me permitió enterarme hace algunos años que Martin Rossiter, su cantante, sigue en activo y tiene algún que otro álbum solista, y no se si incluso alguna vez no sonó uno de esos discos en este no-programa. Pero si no lo recuerdo sin la ayuda del buscador es porque su presencia no debió ser tan contundente como la de cualquiera de los temas del mágico debut de Gene, de una melancolía épica tan poderosa que hasta se puede confundir sin culpa con el entusiasmo. Cuando le seguí la pista al grupo, fui acumulando simples, recopilaciones y hasta sucesores de este iniciático Olympian, esperando el regreso de la magia, creyendo que algo se puede aprender en el rock, no queriendo ceder ante la evidencia de que la chispa no tiene didáctica, el big bang sucede, y ya. Pero qué big bang, eh. De hecho, debo confesar también que alguna vez me rendí ante mi propia culpa de estar disfrutando una copia de los Smiths, cuando hoy en día tanto Gene como Smiths son pasado pero si uno es el original y el otro la copia, entonces para qué reincidir en la copia. Eso me pregunté alguna vez en voz alta en la redacción de Radar, tierra siempre fértil para confesiones que no llevan a nada. Pero del otro lado del escritorio, donde se sienta Mariana Enriquez, me llegó la respuesta de que el primer disco de Gene es una obra maestra. Así que me quedé tranquilo, no estaba solo en mi terquedad estética, y desde entonces he regresado sin culpas al disfrute de Olympian, nave madre de este Truth, rest your head, traducible como Verdad, andá a descansar. Eso. No te necesitamos. Con Gene alcanza y sobra.     

No hay comentarios:

Publicar un comentario