Madre-selva/ por el prado va
Uno de los mejores temas del reciente Raíz, el álbum triple
en honor a Luis Alberto Spinetta con versiones folklóricas de sus temas, está a
cargo de Laura Ros, que resume solita con su guitarra y bombo en poco más de
dos minutos los casi ocho en los que se prolonga Madre-selva en su versión
original, incluida en esa biblia perdida del rock nacional que es el doble de
Pescado Rabioso. Sin embargo, a pesar de que es el tema con el que me quedé al
repasar el triple, cuando lo volví a escuchar simplemente tuve ganas de regresar
al original. Hay algo en el devenir hipnótico de esos acordes del órgano de
Cutaia que parecen necesitar –o al menos eso me pasa a mí—el volumen, el tiempo
y el cuelgue de la versión descubierta en ese Pescado 2 que supimos buscar infructuosamente
durante mucho tiempo todos los que empezamos a repasar la obra de Spinetta con
el regreso de la democracia. Porque los discos en aquel tiempo pre-internet y
pre-reedición en CD, eran una heráldica. No los podías comprar, no estaban en
las disquerías, así que la única forma de dar con ellos era heredarlos. Algún
hermano mayor, algún primo, algún familiar de un amigo: alguien tenía que prestártelo
o dejártelo escuchar. Para colmo, este Pescado presentaba un problema adicional:
era doble, y cuando se lo empezó a reeditar ya se había dividido en dos. Perdió
su tapa original, claro, y ni hablar del profuso libro lleno de dibujos, fotos
y letras manuscritas que acompañaba la primera edición. Toda esa información
brilló por su ausencia incluso en la primer reedición en compact. Así que con
Pescado 2 siempre fuimos a ciegas, dando tumbos, cayendo en cada tema sin saber
muy bien qué pasaba ahí. Había que meterse, machete en mano, a perderse en la
selva de esos dieciocho temas. No se muy bien donde leí alguna vez que Spinetta
abjuró luego de la oscuridad de algunos de los temas más largos de esa formación
de Pescado que se le terminó yendo de las manos. Pero imagino que se refiere a
temas como Sombra de la noche negra, que está firmado por Black Amaya. Porque
no hay sombras en este Rock de la Selva Madre –así estaba bautizado en la
contratapa del disco, pero en el profuso y manuscrito libro interno decía
simplemente Madre-selva— sino infinitas luces que brillan y se multiplican en el sonido del Hammond de Cutaia. “Es un tema de símbolos”, escribía Spinetta en ese libro interno.
“Muchas veces se habla de volver a la madre tierra. Creemos que la tierra es la
madre de todos y la selva es la tierra paróxica, donde se acumulan las
variedades más raras de la naturaleza. De la misma manera, el rock combina las
infinitas músicas del pasado y el más allá”. Mas raro que un Pescado Rabioso,
claramente, no hay. Y más frondoso que el rock de Pescado, tampoco. Machete en
mano, ahí vamos, buscándolo en el Lado B del último no-programa, dejándolo
sonar en este martes de un marzo luminoso, perdiéndonos en la Madre Selva, en
la Música Cretina que supimos conseguir.
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