Salí de casa buscando inspiración divina/ Para escribir una canción/ Y me di cuenta que todo el mundo busca y necesita/ exactamente lo mismo que yo
Ultimo lunes de febrero, ese mes que siempre pasa como un
suspiro, aún cuando la realidad intente eternizarlo. Mis tiempos de freelance
me dejaron como recuerdo que, así como enero siempre parece tener una semana
más que lo que anuncia el calendario, este segundo mes nunca alcanza a detener
el comienzo a toda orquesta del año, con la irrupción de la caballería de la
realidad del mes siguiente. Pero antes de que lleguen las liebres de marzo,
disfrutemos de este solazo de mediodía de un verano que aún es capaz de
explotarnos en el rostro escuchando una de las bienvenidas sorpresas del último
no-programa. En el ir y venir de las listas con lo mejor del año pasado, desde
España descubrí a un tal Carlos Cros, que editó un disco bautizado con el
nombre de este temazo, que acá suena en una versión semi acústica, se
recomienda chequear también la del disco. Renuncié a la poesía barata/ que
siempre dulcifica el rock’n’roll/ y me fijé en los escotes de las chicas de mi
barrio/ que fumaban marihuana bajo el sol, reza Cros en su nuevo clásico del rock
macarra español, de jopo y campera de cuero, que no desentonaría en el
repertorio de Tequila o Los Rodríguez. O los Burning, sin ir más lejos. Hasta
que salí en su búsqueda, sabía poco y nada de Cros, pero por suerte Kiko Amat
sabe presentarlo. “Me gusta tenerle de inquilino en este planeta, saber que
anda por Barcelona de noche, por el Chino y Gràcia y cualquier lugar donde
puedan reunirse tropas de guapísimas chicas argentinas, él arrastrando su
tímida bohemia y encantadora caradura y pequeño fatalismo tronchante y sus
perpetuas historias de huidizas chavalas porteñas”. Antes de Nadie se resiste
al amor, Cros tenía sólo un disco como solista. Pero había sacado dos con un
grupo llamado Selenitas, y antes cortó sus dientes en el revival mod –Amat
dixit—de Los Sunglasses. “Nadie se resiste al amor es el disco que debería
hacer famoso a Cros, y conseguirle al fin el favor de todas esas chicas bonaerenses
que aún meditan qué hacer con él y su asombrosa mata de pelo”, insiste el
novelista y redactor estrella de Rockdelux. Y casi se escandaliza: “Parece una
broma, pero a menudo me pregunto por qué Cros no está todo el día sonando en la
radiofórmula”. Por lo pronto, suena por acá, cerrando el Lado B de un
no-programa que ya está en retirada. Y también bajo el sol de un lunes sin
prejuicios, soleado como si febrero –y el verano—durasen para siempre.
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