domingo, 28 de mayo de 2023

Johnnie Ray Daniels, "Somewhere to lay my head"

Se los presento: el señor de la foto se llama Johnny Ray Daniels, y el año pasado, con 76 años, sacó su demoradísimo debut como solista. Daniels nació a finales de los años 40, en Carolina del Norte, y con sus hermanos --eran seis en la familia-- cantaba canciones de iglesia y de los grupos vocales de la época. Johnnie Ray aprendió a tocar la guitarra escuchando cómo lo hacía su padre, que trabajaba en la cosecha hasta que logró entrar a una fábrica de tabaco cercana, donde también terminó ingresando su madre. En vez de seguir su camino hacia la fábrica, el joven guitarrista se dedicó a la música, y a los 20 años ya estaba tocando en un grupo local y prometedor, los Soul Twisters, hasta que tuvo una revelación. Dependiendo de la nota que se lea, sucedió después de un accidente o simplemente en medio de un show --esta es mi versión preferida, que incluye un público blanco en una whiskeria, todos borrachos y bailando--, cuando Daniels escuchó una voz que le decía: “Este no es tu lugar”. Así que lo dejó todo para tocar en la iglesia, y terminó casándose con Dorothy Vines, que tenía un grupo religioso con sus hermanas, Glorifying Vines Sisters, para las que aprendió también a tocar el piano y desde entonces se sumó a la banda. Medio siglo más tarde, Johnny Ray recién publicó su primer tema bajo su propio nombre como parte de Hanging Tree Guitars, un libro que cuenta la historia de un particular artista llamado Freeman Vines, luthier y filósofo, que ha dedicado su vida a deambular por Carolina del Norte, usando todos los materiales que caen en sus manos para tratar de crear la guitarra que genero un sonido que lo persigue en sus sueños. Como el nombre del libro lo anuncia, las guitarras que son su eje --y del disco que lo acompaña-- fueron creadas con maderas halladas en un campo donde hubo árboles utilizados para linchamientos. Vines intenta resignificar ese macabro origen con sus instrumentos, y convocó a Daniels para eso: “Era el primero en mi lista, nadie se le acerca como guitarrista. Toca acordes diferentes al resto. Y su padre,  Jarvis, era igual. Uno mira sus manos y parece que no están haciendo nada, pero hay tanta musica saliendo de esas guitarras”. El tema que Douglas tocó con la guitarra de Vines llamó la atención del mundo de la música, tanto como para que lo invitasen a grabar su primer disco como solista, Whatever you need. Ese tema con el que comenzó todo es el que que suena casi hacia el final del Lado B del que hasta ahora sigue siendo nuestro último no-programa, arrancando largamente con la íncreíble voz del buen Johnnie Ray , y luego toda la banda aparece para acompañarlo a pedir por un lugar donde descansar la cabeza. Ya sabemos de lo que está hablando, ¿no? En este domingo de sol y de frío supongo que, después de la mejor frazada, bien arriba de la lista de la mejor compañía con la que se puede contar hay que anotar a la música. Y si es Cretina, mucho mejor. 


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