lunes, 16 de enero de 2023

S. G. Goodman, "All my love is coming back to me"

Veo la luz del fin del mundo llegando/ respondiendo al llamado del rock’n’roll

Se las presento, ella es SG Goodman, un ángel en llamas con anteojos y una guitarra en las manos. No vayan a creer que al hacerla sonar lo que hace es pedir por el juicio final, sino que simplemente su mención es la excusa para poder anunciar que puede ver a todo su amor regresando. O al menos eso es lo que canta con sumo entusiasmo en el tema que abre el Lado B del que aún es el nuevo Música Cretina, aunque ahora sea apenas el último no-programa de un año viejo. Leo por ahí que Goodman es nativa de Kentucky, de un pueblito perdido por ahí en realidad, la hija de un granjero de la zona que todos los años les regalaba la cosecha de una planta de maiz dulce para cada uno de sus hijos, que debían cuidar de ella hasta que diese sus frutos. Se fue del pueblo para estudiar filosofía y escritura creativa en la universidad, pero volvió para convertirse en una de sus historiadoras, y también para editar su álbum debut --producido por Jim James, de My Morning Jacket-- justo con el comienzo de la pandemia. “No estuvo mal, porque como recién estaba empezando no sabía lo que me perdía”, dice Goodman, que este año sí se ha lanzado al mundo detras de su música y un nuevo disco, titulado Teeth Marks, o sea “marcas de dientes”. Su nombre y su disco aparecen en todas las listas del año, y bien que se lo merecen su voz y sus canciones, y también ese puño cerrado con el que canta todas sus verdades, aún cuando lo haga con el corazón bien por delante. Se que encontré el cielo yaciendo entre los brazos de una mujer, canta Goodman en el único tema en el que hace una referencia directa a su orientación sexual, si bien no la oculta ni mucho menos. “Cuando firmé un contrato discográfico, lo hice sabiendo que mi orientación sexual no iba a ser un secreto”, ha explicado más de una vez la cantante, pero tampoco se olvida de que cuando Billboard anunció la salida de su disco debut presentándola como una cantante queer, muchos en su pueblo la miraron de otra manera: “Hubo gente que me dejaba mensajes diciendo que rezaban por mí, otros reclamando que no se los hubiese contado”. Se dio cuenta entonces que para mucha más gente de la que se imaginaba, no importaba lo que hiciera y hasta donde llegase en su vida, para ellos siempre iba a ser antes que nada una lesbiana. Si no se endurecía un poco, lo supo en ese exacto momento, la homofobia se la comería cruda. “Asi que, cuando llegó el momento de escribir las canciones de mi nuevo disco, el miedo no era una opción”, contó. Y decidió, explica, sentarse sobre las emociones del amor no correspondido, el trauma, la pena. “En vez esconderme de ellas o jugar a la víctima, decidí expresarlo todo de una manera en que revele alguna gratitud por las lecciones y por el dolor”. Esas son las marcas de los dientes del título, qué duda cabe. Y ese es el fin del mundo que --en los versos que abren este post-- responde al rock’n’roll: el fin de ese mundo, de esos recuerdos, de esos amores y carencias que regresan, antes de crear con todos esas memorias y esas lecciones un mundo nuevo, capaz de mostrar los dientes cuando sea necesario. Música Cretina les da la bienvenida a ese nuevo mundo viejo con la canción en la que la dueña de todas estas palabras decidió hacer explícito que no iba a ser la víctima. Perseguiré la noche a la que alguien se esta aferrando/ y continuaré la lucha dentro de mi alma, canta Goodman, una mujer decidida a cantar y rockear, hasta la victoria siempre. 


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