“Entre la primera y la segunda sesión de lo que terminaría siendo su primer proyecto juntos pasó casi un año, pero durante todo ese tiempo Paulo y Sano se llamaban seguido, una o dos veces por semana. Cada vez que hablaban --uno desde el centro de Ginebra, el otro en las afueras de Barcelona--, los dos músicos colombianos perdidos en Europa se saludaban de la misma manera, casi sin pensarlo. ‘¿Cómo estás? ¿Cómo te va?’, preguntaba Sano. Y su colega contestaba, invariablemente: ‘Pues huevón: contento’. Una y otra vez. Hasta que una noche, después de escucharse decir lo mismo de siempre, se empezaron a matar de risa. Supieron entonces que ése iba a ser el nombre de lo que estaba apenas naciendo entre ambos: Contento”.
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Así empieza la nota que escribí, y salió este domingo en Radar, sobre una de las sorpresas discográficas del año que se fue. Un dúo de colombianos editados por el sello de un venezolano instalado en Barcelona, que descubrí leyendo los recomendados de los suplementos de los diarios británicos. Y que, por supuesto, sonó en Música Cretina antes que el año pasado diese las hurras. Ellos se presentan como salsa punk, y --como digo en la nota-- “lo de la salsa queda claro inmediatamente apenas se los escucha, ya que suenan en un viaje percusivo y lleno de ritmo, pero lo del punk más que pogo, crestas o escupitajos viene por la actitud de hacelo-vos-mismo de su trabajo, bien crudo y decidido”. Un disfrute rítmico que tiene como referencias musicales confesas --y esto me quedó afuera de la nota-- cosas como Mulatu Astatke, Fruko y Sus Tesos o Joe Arroyo... “y todos los exploradores de los sonidos latinos por igual”. Este es el link para los que quieran leer la nota completa. Y también los invito a escuchar su particular versión Black Dog --“un amor de adolescente”, casi que se disculpa Sano-- en el último no-programa de la temporada 2020.
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