sábado, 29 de junio de 2019
Peret, "Un tiempo para todo"
La vida son cuatro días/ de los cuatro tres nublados/ Procura estar levantado/ si amanece soleado
El señor de la foto de tapa, y también el que canta estos versos, se llamaba Pedro Pulill, pero era más conocido como Peret. Qué digo “conocido”, Peret era una leyenda española. Y si no amago a decir que se los presento es porque aún lo estoy descubriendo, necesitaría más bien que alguien me lo presente a mí. Lo que apenas se puede hacer en el último Música Cretina es disfrutar de este temazo que, cuando aparece al promediar el Lado B, brilla con luz propia. Es de uno de sus últimos discos, De los cobardes nunca se ha escrito nada (2009), para cuya portada el que siempre ha sido justamente considerado como el padre de la rumba catalana se disfrazó de Billy Bond. Pero en vez de nombres, como pueden ver, Peret lleva la cara llena de palabras y más palabras. Como las que se escribieron cuando murió de cáncer de pulmón, hace ya cinco años. “Por experiencia sé que una enfermedad como ésta hay que afrontarla con entereza y optimismo”, escribió Peret al informar en las redes del diagnóstico. “¿No era acaso yo quien cantaba que es preferible reír que llorar y que así la vida se debe tomar? Pues en ello estoy”, remató, un mes antes de morir, y la cita —que acabo de encontrar googleando para escribir esto— me recuerda con un escalofrío aquella mención a “la curación definitiva” que mencionó Luis Alberto Spinetta al hablar él también por primera vez públicamente del mal que se lo terminaría llevando apenas unos meses más tarde. Podemos recuperar/ aquel paraguas perdido/ el tiempo perdido no/ por poco que haya llovido, canta Peret, y hay que dejarlo cantar, con esa rasposa voz de 74 años con la que cantó los versos de este Un tiempo para todo, tema ideal para un sábado nublado y frío como un mal recuerdo o como un futuro esquivo. Pero, por suerte, si hicieron play a tiempo en el link al no-programa, cuando menos se lo esperen llegará Peret. Llegará esa voz profunda y sabia, resignada y al mismo tiempo compasiva, que nos anuncia que, siempre, pero siempre-siempre, hay tiempo para amar/ tiempo para olvidar/ y para ser feliz.
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