viernes, 28 de junio de 2019

Alberto Wolf & Los Terapeutas, "De candombe beat"


Ahora se quién soy/ ahora estoy en paz

El que canta esa frase se llama Alberto Wolf, pero es más conocido como el Mandrake. En Uruguay, claro. Por acá, en Buenos Aires, no muchos lo conocen. Por eso siempre es un lujo para mí presentarlo, algo que en Música Cretina no nos cansamos de hacer nunca con el Mandrake. Si estamos hablando de él es porque, justamente, en el nuevo no-programa suena un tema suyo, apenas arranca el Lado A. La otra voz que lo acompaña en ese tema es la de una leyenda del candombe beat, la del cantante que ocupó el lugar de Rada cuando se fue de El Kinto, nada menos que Urbano Moraes. Por eso es que el tema se llama, lisa y llanamente, De candombe beat. Ese “De” al comienzo del nombre en realidad hace referencia al disco del que proviene, la gran obra maestra de madurez del Mandrake, que se llama así, simplemente De. El nombre de todos los temas del álbum, apenas diez, comienza con “De”. Lo he contado mas de una vez, pero nunca está de más repetirlo: si bien no conocí al Mandrake por ese disco, fue con el que pasé a tomármelo en serio, confieso que demasiado tarde. Porque por entonces ya tenía demasiados logros en su haber. No me excusa el hecho de no haber sido el único que miró para otro lado, ya que los amigos que fueron guiando mis incursiones cada vez más profundas por la música uruguaya tampoco sabían verlo. Me sucedió lo mismo con Dino, por ejemplo. Como el Mandrake, ahora que lo pienso, son artistas que no son fácil de catalogar, demasiado --en el caso del Mandrake-- candombe para el rocker, demasiado rocker para el candombero. Pero lo que gana siempre en esos casos son el artista y las canciones. Dónde ubicarlos es un problema de los demás. En mi caso, diez años atrás, cuando descubrí De quedé fascinado. Recuerdo que me pagaron un viaje a Montevideo para ir a entrevistar a Fernando Cabrera antes de unos shows en Buenos Aires y, sin que nadie me lo pidiese, decidí hacerle una nota también al Mandrake. Eran días como éstos, de invierno profundo, humedad hasta los huesos, niebla por todos lados. Nos encontramos con el Mandrake en un bar cerca de Sondor, un bar cualquiera, tan cualquiera como el Hollywood, y lo primero que hizo al sentarse fue pedirse un dedo de ron. Solo, sin nada. Y me contó su historia. La nota salió en Radar, de esas notas que nadie necesita salvo el que la hizo, y la única forma de publicarla es tenerla cargada para dispararla apenas queden unas páginas libres. Ahí descubrí que el Mandrake no sólo era el Mandrake, sino que también había sido el autor del tema a partir del cual se armaron Los Tontos, el Himno de los conductores imprudentes, hitazo fundacional del rock uruguayo de los ochenta. Pero, siempre incómodo y fuera de lugar, nunca salió en aquella foto. O si lo hizo fue para figurar como justamente eso, uno de los artistas que llegaron tarde, como El Cuarteto de Nos, con los que compartió un vinilo debut en el que, como ninguno quería ser Lado A o B, tiene dos lados C. Me dijo que había conocido al Jaime sin bigote, y también que le había seguido los piques al Mateo. Y me dijo la mejor frase que nadie me dijo alguna vez sobre el candombe y sobre Montevideo: “Porque el candombe, el de verdura y no el de Benetton, era algo fuerte y de guerra, no una cosa alegre, como te lo quieren vender ahora”. El Mandrake es lo más, y mi orgullo es que a algunos de aquellos amigos a los que tanto les debo en materia de música uruguaya fui yo el que los terminó empujando a que lo redescubriesen. Porque el Mandrake siempre estuvo ahí, nadie necesita descubrirlo. Sólo hay que prestarle un poco de atención, borrar lo que uno creía que sabía de él, escucharlo de verdad, y con eso alcanza. A mí me sucedió con De, así que se de lo que hablo. Cuando salga el sol/ estaré cruzando el mar, canta el Mandrake en el nuevo Música Cretina, al frente de sus Terapeutas, justo después del tema que presentamos ayer, el de Jacob Banks. En realidad el que canta es Urbano, pero es apenas un detalle. Simplemente hay que dejar que suene la canción, y este viernes frío, este cielo nublado, este invierno que recién empieza y ya promete durar, todo cambia de color y de sentido, todo importa menos porque cerramos el puño y cantamos con él, con ellos, con todos eso de saber quiénes somos, y entonces estar en paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario