El gran BB. Hace días que la noticia iba y venía. El rey del
blues estaba teniendo que entregar su corona. Creo que el año pasado se supo
que había decidido dejar de tocar en vivo. Y eso, claro, para esta clase de
músico, es la antesala de la despedida final. No recuerdo a BB King joven, no
lo recuerdo flaco, para mi siempre fue esto que se fue, un clásico, un icono.
Un viejo sabio de la música donde empieza todo esto que llamamos rock. Más
Louis Armstrong que Coltrane, es cierto, pero con la dignidad que da ser de
verdad. Parece increíble, pero hubo una época que BB King fue casi argentino.
Como les sucedió a los Paralamas, como les pasa a los Stones. El increíble
furor por el blues de los 90 llenó Obras varias veces, y BB King fue un gran
protagonista de esa época. BB y su Lucille, que el viejo siempre llevó siempre
colgada a la altura de la panza, lo que le daba el aspecto de un Ekeko del
blues. La primera vez que escuché a BB fue con este discazo grabado en Londres.
En la tapa aparece BB de traje, caminando con su guitarra en un estuche,
pasando frente a los Bobbys de guardia frente al 10 de Downing Street. Pero la
contratapa es aún más icónica: ahí está Lucille, en su estuche, apoyada al lado
del cartel de Abbey Road. Por supuesto, todos los bluseros locales le rinden
sus respetos a BB King en el disco. Aparecen, entre otros, Peter Green, Alexis
Korner, Steve Marriot y hasta Ringo Starr. “No hay nadie en casa”, canta BB
King en el anteúltimo tema del Lado B, casi el cierre de un disco emblemático,
y en un día como hoy, suena como la mejor despedida. Adiós BB, gracias por el
blues.
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