viernes, 15 de mayo de 2015

No hay nadie en casa, por Martín Pérez


El gran BB. Hace días que la noticia iba y venía. El rey del blues estaba teniendo que entregar su corona. Creo que el año pasado se supo que había decidido dejar de tocar en vivo. Y eso, claro, para esta clase de músico, es la antesala de la despedida final. No recuerdo a BB King joven, no lo recuerdo flaco, para mi siempre fue esto que se fue, un clásico, un icono. Un viejo sabio de la música donde empieza todo esto que llamamos rock. Más Louis Armstrong que Coltrane, es cierto, pero con la dignidad que da ser de verdad. Parece increíble, pero hubo una época que BB King fue casi argentino. Como les sucedió a los Paralamas, como les pasa a los Stones. El increíble furor por el blues de los 90 llenó Obras varias veces, y BB King fue un gran protagonista de esa época. BB y su Lucille, que el viejo siempre llevó siempre colgada a la altura de la panza, lo que le daba el aspecto de un Ekeko del blues. La primera vez que escuché a BB fue con este discazo grabado en Londres. En la tapa aparece BB de traje, caminando con su guitarra en un estuche, pasando frente a los Bobbys de guardia frente al 10 de Downing Street. Pero la contratapa es aún más icónica: ahí está Lucille, en su estuche, apoyada al lado del cartel de Abbey Road. Por supuesto, todos los bluseros locales le rinden sus respetos a BB King en el disco. Aparecen, entre otros, Peter Green, Alexis Korner, Steve Marriot y hasta Ringo Starr. “No hay nadie en casa”, canta BB King en el anteúltimo tema del Lado B, casi el cierre de un disco emblemático, y en un día como hoy, suena como la mejor despedida. Adiós BB, gracias por el blues.

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