Otro bar más, otro mostrador/ y la misma hilera de botellas
Ya se, ya se. Acaba de empezar el viernes, se viene el finde, y es el día de los enamorados. ¿Qué tiene que ver semejante tema invernal y nocturno, y de una épica casi crepuscular, con este día? No tengo ni idea. O si, esperen: si lo escuchan bien, canta una historia de amor. Pero, mucho más importante. fue el tema con el que el Mandrake avisó que no se retiraba del paño. Que todavía tenía un pleno por ganar y cosas para decir. Algo que confirmaría con De, uno de los mejores discos de la música popular uruguaya de los últimos tiempos. Pero ya hablamos de todo eso por acá, así que no hay mucho más que se pueda agregar. Salvo que cada vez que escucho este tema se me pone la piel de gallina, y termino repitiendo las últimas estrofas con el puño cerrado, como los directores técnicos que quieren guardar las formas y no gritan los goles, pero por dentro (y en ese puñito) se les escapa el alma. Ah, y ojo con el Hollywood, eh. Sólo conociéndolo se entiende mejor esta viñeta de Montevideo escrita por un gran hacedor de canciones, que si te cruzás el charco para entrevistarlo durante una tarde invernal –yo lo hice aprovechando un viaje relámpago para entrevistar a Cabrera, que tocaba en Buenos Aires--, se te sienta en un bar cualquiera cerca de Sondor, se pide un vasito de ron sin nada mas, y te contesta todo lo que preguntes. Grande el Mandrake, eh. En la mitad de la vida/ ese premio ni en la lotería, canta casi sin voz desde su particular postal del día de San Valentín en este video de un programa grabado en un terraza montevideana. Pero igual transmite, el Mandrake siempre transmite. Y desde la versión del disco Hay cosas que no importan, suena cerrando el último no-programa, nada menos que después de Daniel Johnston. Santos Cretinos orientales –uno de nacimiento, el otro honorario-- los dos.
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