Ella siempre me decía/ yo te quiero a ti solito
¿Este tipo tiene onda o qué? Esto es lo que se preguntaba David Byrne ante esta foto de Johnny Pacheco, cuando lo despidió en abril dedicándole su lista mensual de temas, armando en su honor una seleccion musical puramente latina. Y la respuesta a semejante pregunta es que, por supuesto, Pacheco claro que tiene onda. Es más: se podría decir que la tiene toda. Porque el gigante dominicano, que falleció en febrero de este año con 85 años, fue uno de los fundadores del sello Fania, pero más que nada fue el eslabón esencial para la existencia de eso que desde que le puso nombre se llama salsa, una arrasadora mezcla de ritmos y estilos propios del gran caribe y sus centros urbanos que, al decir de Willie Colón, es en realidad --antes que un género musical que sea posible identificar y clasificar-- “una idea, un concepto, un modo de asumir la música desde la perspectiva de la música latinoamericana”. En ese libro ineludible de Leonardo Padura que increíblemente sigue inédito a orillas del Río de la Plata, una antología de entrevistas inequivocamente bautizada Los rostros de la salsa, el escritor cubano presenta a la leyenda musical dominicana aceptando que su obra en sí tal vez no sea la más notable de la salsa, ni su flauta la más exquisita del Caribe, ni su tumbao el más revolucionario, pero que su presencia, con su obra, su flauta y su tumbao, y además el sabor que siempre le ha impuesto a su música, llenan de tal manera la crónica de la salsa “que si esa música existe, es porque existe un hombre llamado Johnny Pacheco”. Eso escribe Padura que, al final de aquella entrevista realizada en Nueva York un cuarto de siglo atrás, transcribe una frase que resume quién era Pacheco y su lugar en todo esto, cuando le dice que “ahora muchos están buscando nuevos caminos pero yo insisto en trabajar mi música, porque sé que ésa es la que necesita el bailaor, y esa comunicación entre músico y bailaor no se puede perder. Es más: yo prohíbo que esta música se muera”. La música sigue viva nomás, pero no ha dicho dicho nada respecto del buen Johnny, que finalmente ha seguido su camino y por eso es que Byrne lo ha terminado celebrando, subrayando que los sonidos de Fania eran tan neoyorquinos como el punk o el hip hop, especialmente en aquella era. Abriendo su playlist se destaca la colaboración entre Pacheco y Celia Cruz titulada Quimbara, indudable referencia para aquel Loco de amor que nos hechizó a todxs en la segunda mitad de los ochenta desde la banda de sonido de la película Totalmente salvaje. En Música Cretina el homenaje al gran Pacheco llega de la mano del cantante puertorriqueño Pedro Juan Rodríguez Ferrer, más conocido como Pete “El Conde” Rodríguez, con quien Johnny firmó a dúo a comienzos de los 70 un álbum clásico como La perfecta combinación, de donde suena el Azuca’ pa’ti, Mami con que arranca ese temazo que es Sin caña y sin platanal, que engalana el Lado B de un no-programa que ya se está despidiendo, pero aún tiene tesoros que compartir.
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