miércoles, 1 de abril de 2020

Danny Cohen, "Palm of my hand"

Alguna vez te tuve/ en la palma de mi mano

Se los presento: el señor que en la foto parece estar esperando pacientemente que lo dejemos entrar a nuestro necrosario se llama Danny Cohen, y es uno de los mejores ejemplos de este primer Música Cretina del 2020, orgullosamente spotify free. En realidad la música del buen Danny está libre de todo, no sólo de la plataforma en cuestión, porque el tipo viene dando vueltas desde hace mucho tiempo —es un contemporáneo de Frank Zappa, digamos— pero no hay muchos que puedan ubicarlo claramente en el mapa. Cuando apareció hacia mediados de la primera década de este siglo publicando sus discos en Anti, el sello que supo ser el hogar de Tom Waits —de hecho fue Tom, un entusiasta de su música, el que lo presentó allí—, la prensa musical empezó a escribir sobre él y todos los artículos justamente se quejaban de eso, de lo difícil que era conseguir información, leer alguna nota, saber quién era este otro Cohen, not Leonard related. Leo por ahí, por ejemplo, que el tipo puso un pie en este negocio a comienzos de los 60, al frente de una banda llamada Charleston Grotto, cuyo estilo era lo suficientemente rústico para la época como para que hoy diga que fueron pre-punks. De hecho, la anécdota que más le gusta contar es que fueron prohibidos en los lugares donde solían tocar porque tenían un tema llamado Disco diarrhea que incluía una representación con torta de chocolate arriba del escenario, pero parece que sus fans decidieron ser, ejem, más literales en los baños y entonces se acabaron los shows para los Charleston Grotto y sus fans. Vaya uno a saber cuánto de verdad hay en esa evocación, pero poco hay de ese explícito espíritu punk en los discos que Cohen sacó por el sello Anti, aunque el desafío, la libertad y la heterogeneidad siguen ahí, por supuesto. No es casualidad que el primero de sus compilados durante aquella reinvención de sí mismo, uno que sacó por las suyas, antes de entrar al sello Anti, llevaba por título Self Indulgent Music, o sea Música Autoindulgente. A un grado de separación de Música Cretina, ¿no les parece? Por lo que se puede ver en las redes, Cohen sigue dando vueltas por ahí. Ha seguido sacando discos, de hecho, otra vez por su cuenta, todos digitales, y en diversos estados de low-fi. Los que editó por el sello donde lo llevó su amigo Tom aún siguen siendo donde mejor despliega su particular oido musical, uno que mezcla una orquestación digna de Van Dyke Parks con una voz que puede recordar tanto la delicada emotividad de Daniel Johnston como las gárgaras de lata del buen Waits. Los inconseguibles que brillan en mi discoteca llevan por título Dannyland o We´re all gunna die, que reflejan muy bien tanto la naturaleza del artista como la del mundo en el que vivimos diariamente. Pero para este primer no-programa del 2020 preferí la sensible intimidad de un tema del que tal vez sea su disco más accesible, Shades of Dorian Gray, en el que evoca el despertar de un estupor como aquel terminal de Dylan Thomas, titulado Palm of my hand. En esa palma que alguna vez lanzó contra las paredes los detritos de su alimentación, también cabe el amor por un mundo o la evocación del mismo, al borde del llanto y de la memoria que es la que nos sostiene en un presente que es solo eso, ni pasado ni futuro, apenas presente y no regalo. Gracias Danny por tanto y por tan poco. Gracias por las canciones y por la música que alcanza a habitar un domingo tan ausente. Y si es Cretina, mejor.

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