Mi partido/ es un corazón partido
Vengo diciendo hace varios días que hay un nuevo Música
Cretina para todos y para todas, pero para mí, el no-programa empezó con el
rescate de este tema, que desde hace ya un mes vengo cantando en mis pedaleos
de ida y vuelta al trabajo. Junto con Atrapado en libertad son mis
dos anticuerpos contra ese virus llamado Despacito, que se te mete
en la cabeza y necesitas droga fuerte para sacarlo de ahi. El tema de los
Redondos es un clásico y se canta solo, pero el de Cazuza es un gusto adquirido
en años y años de rebuscar en la música brasileña más allá de las ojotas y las
bermudas eternas de una MPB que en un momento parecía pertenecer a los chetos
del verano que despreciaban el rock nacional. Por eso es que mi camino de
ingreso al Brasil musical fue el del BRock, que es como llaman ellos a su rock
de los 80, tal vez el menos musical de todas las vertientes del vasto acerbo de
nuestros vecinos, pero perfecta para el pendejo prejuicioso que era yo
entonces. Pero volvamos a Cazuza, que una década mas tarde hizo pie de este
lado de la frontera de la mano de la Bersuit y su contundente traducción de ese
temazo llamado O tempo nao para, convertido en himno contra el
estado de las cosas en épocas del mememato. Pero hay un Cazuza para cada
momento, como lo demuestra ese otro himno que es su tema Brasil (Brasil/ mostrá tu cara/ quiero ver quién paga) convertido en
estandarte de las marchas brasileñas contra el poder y la corrupción de ahora
mismo, tres décadas más tarde. Lo increíble de este otro clásico, Ideología, que desde que volvió a asomar de mi disco duro se
convirtió mi refugio y puño cerrado para el hoy y el ahora, es que casi todos
sus versos suenan actuales, urgentes e inmediatos. El tema abre con la
contundente frase que abre estas líneas, pero siguen llegando, como una
ametralladora: Mis sueños fueron todos vendidos/ tan barato que no lo
puedo creer. O sino: Mi sexo y drogas/ no tiene ningún rock n
roll. Y también: Voy a pagar la cuenta de mi analista/ para nunca
más tener que saber quién soy. Hasta parece tener un guiño para Cristina
en Sarandí cuando confiesa: Aquel joven que quería cambiar el mundo/
ahora mira todo desde encima del muro. Para desembocar siempre en un
estribillo inmortal, que es como una bandera, una barricada y también un
lamento y pedido de ayuda urgente: Mis héroes murieron de sobredosis/ mis
enemigos están en el poder. Lo sabía Cazuza, el hedonista que sabía
cantar como un asceta, el hijo del poder que levantaba el puño contra el estado
de cosas que le aseguraba sus privilegios. Y también lo sabemos nosotros,
aunque la vida cotidiana nos obligue a mirar para otro lado, a esperar que
llegue como el destino o como el resultado de una cuenta bien hecha. Ideología/ Necesito una para vivir. Y escribo esto y ya estoy
tarareando otra vez el tema, que prácticamente abre el lado B de un no-programa
ideal para este sábado soleado, caluroso y húmedo pero parte de un veranito
falso, como todo lo que ultimamente nos rodea y se impone. Salvo la música,
claro. Hasta Despacito tiene más verdad que otros des-pa-citos que
venimos sufriendo día a día, al menos porque es pegadizo y tambien porque al
final se deja limpiar por canciones más urgentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario