Si la mitad de las cosas alguna vez dichas/ resultaran ser una mentira/ ¿Cómo sabrías la verdad?
Buenos dias lunes, buenos días semana, buenos días mes de mayo. Acá estamos otra vez con musiquita, eso que no importa, minucias que palidecen ante lo importante. Pero mientras lo importante siga siendo tan poco importante, al menos siempre habrá un nuevo Musica Cretina para compensar, y el que inaugura mayo arranca con el tema que Prince eligió a su vez para comenzar The Truth --"La verdad", ni mas ni menos--, un disco que regaló como bonus del triple Crystal Ball. Y desde su primer verso nos anuncia que la verdad nunca es tan clara --ni tan verdad-- como parece. La única verdad es la realidad, se dijo siempre por ahí, y la realidad es que Prince la rompe durante todo The Truth, un disco casi acústico, donde aparece despojado, y demuestra el pedazo de músico que fue. Editado en 1998, Crystal Ball fue el segundo triple consecutivo de un Prince que se había emancipado, se había liberado de su contrato con Warner, y estaba abriendo las puertas de legendaria bóveda. Por un rato, al menos. Justo entonces, después de dos triples dos, fue que se escondió (o pudo asomar, depende de cómo elijamos verlo) semejante discazo, injustamente ignorado. Escucharlo en estos días de repasar las noticias que hablaban de su vida y de su muerte, fue una liberación. Y por eso abre este Música Cretina que casi se podría decir que es en su honor. Lei por ahí, creo que en la respetada biografía de Matt Thorne sobre Prince, que al escuchar The Truth --que tuvo su arte de tapa listo como para salir por las suyas, no escondido en Crystal Ball-- junto con otros temas acústicos que dejó afuera, que tiraban mas para el lado del blues, un allegado le dijo que tenía que sacar un disco así, de puro blues. La respuesta de Prince fue que podia ser, pero que lo haría sólo cuando tuviese la edad para hacerlo. Para Prince el blues era música para el final de una vida, para la vejez, para el ocaso. Pero realmente es a partir de temas como estos que se puede volver a pensar en Prince, reconstruir la idea que uno podía tener de él, darse cuenta que era un musico con todas las letras, que era un portento: extraordinario cantante, instrumentista virtuoso, gran compositor, melodista imaginatico, letrista talentoso, productor extraordinario. Difícil encontrar otro que le llegue a los talones, ni siquiera a esos taquitos que usaba todo el tiempo. Brindemos por él, entonces. Redescubrámoslo, pensemos en otras formas de acercarnos a su música, que escapen del disco a disco, de las obviedades que nos hemos acostumbrado a leer, a pensar incluso, sobre él. Brindo por vos, Prince, en esta mañana de lunes que por ahora sólo es de café con leche, Cretino eterno, no somos dignos. Y, si, todo el mundo tiene derecho a decir la verdad. Y, también, todo el mundo tiene derecho a mentir.
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