Vida simple y ya/ sin complicarte mas
En estos días se cumplen 21 años sin Kurt Cobain, y siempre
me acuerdo que la mejor versión de Smells like teen spirit –ese
tema que nunca tocaron los Nirvana en Velez-- la escuché en una zapada
improvisada durante una gira a Mendoza del Nuevo Rock Argentino. Y lo que me
dejó con la boca abierta fue que en la batería estaba sentado Francisco
Bochatón. Si, el Bocha, que además de ser un admirable poeta, es un gran
baterista. Por entonces aun estaba al frente de los Gorriones, y yo no lo
conocía demasiado. En ese viaje le saqué una foto hermosa con una guitarra, que
anda por ahí, en algún álbum de Facebook. No recuerdo por qué no estuve ahí,
al pie del cañón, cuando apareció el grupo. Supongo porque recién empezaba a
meter notas en la revista Rock & Pop, y estaba ocupado en otras cosas. Mi
primer nota con Fran fue cuando sacó su debut como solista, pero antes me había
hecho habitué a los shows de los Gorriones. Los que serían los últimos del
grupo. Yo era el que pedía siempre Villancicos, un tema breve y desesperado,
que supongo que resumía muy bien mi vida sentimental por aquel entonces. Esa
primer nota con Bochatón fue tapa del No, en conjunto con Leo García. Los junté
a los dos en mi casa, cada uno con disco solista bajo el brazo, editado por
Indice Virgen. En las fotos que aparecen en el suple ilustrando la nota, está
inmortalizado mi hogar en la calle Guardia Vieja. Aquella época solista de Fran
sigue siendo la que mejor define su lugar como solista, es la época Indice
Virgen, justamente. Los temas perdidos en los compilados low-fi del sello, los
discos Cazuela y Hasta decir palabra, los admirables
EPs Píntame los labios –“pasa un año junto a mi”-- y Mundo de acción –¡Pastillas
celestes!--. Ese Bochatón es único, es
nuestro Elliott Smith, pero haciendo la misma alquimia que con los Gorriones.
Si aquellos eran nuestros Nirvana mas Girondo, el Bochatón solista es nuestro
Elliott sin suicidio, Kurt sin el tiro del final. La canción como rezo, como
sanación, como confesión que libera. Y también algo más, que tiene que ver con
el juego, con poder salirse de ese lugar. Me acuerdo que en una de las tantas
noches largas de los 90, en la inauguración de un boliche efímero, con tragos
gratis que propician esta clase de escenas, discutimos por alguna pavada con el
Bocha, él me recriminó no se qué cosa ante los que compartíamos mesa, y era
como un juego hasta que me pegó una cachetada. Fuerte. Yo me levanté y me le
fui al humo. Le saco una cabeza, y se lo empecé a recordar, empujándolo,
dejándole en claro que no le convenía hacerme enojar. Fue retrocediendo,
caminando hacia atrás, y yo lo llevé hasta un sillón, para darle el ultimo
empujón, y que cayera sobre los almohadones. Puso cara de asustado y me dijo:
“Me hiciste acordar cuando mi hermano me fajaba”. Terminamos todos a las
carcajadas, como corresponde. Por la discusión, la cachetada, los empujones, la
caída. Por ese teatro del recuerdo, la crueldad cotidiana en acción, la risa
del final. El material básico de sus mejores canciones. Cada vez que me vuelvo
a encontrar con Fran –y han sido increíblemente muchas con el correr de los
años-- le recuerdo aquella versión de Teen Spirit, lo celebro como baterista. Y
cada vez que lo escucho tocar como solista, pienso en aquellos temas. Voy a
conservar de tu mirada/ tu claridad temprana. Así canta Bochatón en este
hermoso tema de Mundo de acción, con coros de Marianela Pelzmajer y
María Gabriela Epumer, y el amigo Quique Ilid en la batería. Un tema que suena
encantador en este mediodía de lunes soleado. Y también casi al comienzo de un
Música Cretina para que el también recién está empezando la semana.
Leer este conjunto de historias demuestran y envuelven un costado muy natural del Bocha (Mientras escucho de corrido el disco Antiflash). Una grata sorpresa encontrar palabras sensibles, gracias.
ResponderEliminarde nada! gracias por tu comentario...
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