Creo que fue mi amiga Ceci la culpable que una noche
cenásemos con uno de esos cineastas freaks que tanto la entusiasman, un español
encantador que nos contó de su fascinación por el desierto africano, ese que lo
esperaba de brazos abiertos ahí nomás, cruzando el Mediterráneo. Cada vez que
juntaba algún ahorro y tenía libres algunos días, hacia allá iba el amigo de la
Ceci, a sentir en la piel el calor agobiante, la libertad, la nada, esa
eternidad que es el desierto. Y a juntarse con sus amigos, los Tuaregs. El
amigo de Ceci hablaba de otro mundo y otro tiempo, pero acá nomás, y eso
fascina a cualquiera. Pero lo que nos atañe ahora es que de pronto señaló que
todo bien con los Tuaregs, pero lo importante para ellos era saber si creías o
no en Dios. Y en qué Dios creías. Y era una cuestión delicada. Podía haber
armas desenvainadas según la respuesta. “¿Qué responderías si te lo
preguntasen?”, me largó el amigo de la Ceci, sin decir agua va. “Que yo creo.
Pero en Dylan”, le respondí casi sin pensar. “Pues tal vez te vaya bien”, me
dijo, y lanzó una carcajada. “Es que los tuaregs son también grandes bromistas.
Así que en una de esas disfruten de tu respuesta”. Creyendo en Dylan, también,
es que salió este Música Cretina. Para celebrar el fin de semana en que él –así,
con minúscula, tampoco tanto— se sube a un escenario en esta ciudad. A modo de
invitación a escuchar el programa completo, así es como comienza: con unos
jovencísimos Belle and Sebastian cantando eso de si te siguen, no mires hacia atrás, como Dylan en el cine
a ver si ésta vez lo logro, porque mi wordpress no parece llevarse muy bien con tu blogger: muy linda entrada, gracias!
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