jueves, 20 de agosto de 2020

Ike & Tina Turner, "Workin' together"

 Llamando a todas mis hermanas y hermanos/ Sin importar la raza, el color o el credo

Eso mismo digo, gracias Tina. La frase con la que comienza el tema que bautiza el disco más exitoso de la pareja musical integrada por Ike & Tina Turner debería sonar bien fuerte por estos días. Lo sé, lo sé, tampoco es cuestión de ponernos mesiánicos. Mejor seguir siendo lo que somos, musicalmente hablando. O sea, cretinos. Y en el no-programa que seguimos considerando como nuevo, y por lo tanto venimos desgranando por estos días, suena el disco de la foto, aunque no exactamente ese. Trabajando juntos, traduce la encantadora portada de esta más que castigada edición local de aquel álbum de comienzos de los setenta, el segundo disco de la dupla para el sello Fantasy, y el más vendedor de toda una carrera principalmente dedicada a los simples. Medio siglo es lo que nos separa de un disco y una canción que aún hoy hechiza a la primera escucha. Lo puedo asegurar porque es lo que me pasó al descubrirla en la banda de sonido de la nueva adaptación de High fidelity, la novela de Nick Hornby, convertida ahora en serie, y con su protagonista devenida en mujer. Como fan de la novela desde antes que fuese novela, ya que leí primero el cuento que Hornby sacó en Granta que funciona como prólogo de todo lo que vino después, y más tarde tuve la suerte de viajar a Los Angeles para entrevistar tanto a Stephen Frears como a John Cusack en el junket previo al estreno de la adaptación cinematográfica --un lugar que pude ocupar porque a los medios locales que estaban antes que yo en la lista no les interesó el asunto--, tengo que decir que la idea de que Rob sea mujer me resulta fascinante. A Hornby también le gustó, supongo que porque lejos de bregar por la virginidad de una idea, lo que un creador debería querer es que se mantenga vigente, y todo lo que la reviva y vuelva a poner en escena no deja de ser excitante. Ahora bien, convertida en serie de diez capítulos, digamos que sufrí un poco con Alta fidelidad convertida en una suerte de telenovela. Las ideas y vueltas románticas fueron lo menos interesante de unos personajes queribles, tantas polémicas musicales innecesarias pero siempre apasionantes y también --cuándo no-- gratuitas, y especialmente una extraordinaria banda de sonido llena de descubrimientos, al menos para mí. Uno de ellos fue el tema del que deberíamos estar hablando acá, el de estos Ike & Tina tan de perfil; él negrísimo, ella un poco menos; el inventor del rock & roll y la reina del ácido, el villano golpeador y la víctima redimida. Ver a Tina bailar en los videos de los años 70, que se pueden encontrar fácilmente en YouTube, es algo que te deja sin aliento: dan ganas de verla una y otra vez, a ver si en algún momento se puede descifrar qué es lo que hacen esas piernas. Mientras escribo esto googleo rápido, y descubro con alivio que sigue viva, que acaba de cumplir a fines del año pasado nada menos que 80 años. Una vez hace no tanto tiempo tuve la suerte de conseguir el teléfono, llamar y que atendiera del otro lado de la línea una leyenda olvidada como Tony Joe White, que ya no está con nosotros. Pero por entonces estaba, y además de hablar de su música, de su amistad con Elvis, y de cómo su hijo llevaba adelante entonces sus cosas online (algo que sigue haciendo luego de la muerte de su padre, dicho sea de paso), el gran Tony Joe me habló inesperadamente de Tina. Me dijo que eran vecinos, y que aunque aseguraba que estaba retirada de la música, una cantante como ella nunca se podía retirar. Me contó también que cada tanto se juntaban, como vecinos que eran, y por supuesto que terminaban cantando algo. Y que estaba intacta. Tony Joe confiaba en poder llegar a convencerla de que saliesen a tocar juntos. Nunca lo logró, hasta donde yo se. Pero lo que también me contó fue que Tina es una gran cocinera. Que se la pasaba cocinando y cocinando. Medio siglo atrás, apenas entrando en sus 30, Tina cantaba --en un tema firmado por Ike-- eso de que trabajando juntos lo podíamos lograr. Vaya uno a saber si a los 80 sigue cocinando sin parar, como la retrató entonces el buen Tony Joe. Pero me gusta imaginar a Tina arremangada ante una olla inmensa, cantando sus canciones mientras alimenta a un mundo que más que nunca necesita todas las cucharadas que le ofrezcan. De lo que sea. Incluso de esta Música Cretina que no puedo menos que invitarles a hacer play bajo este frío sol de invierno.

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