No entiendo esas miradas/ teníamos un trato
Hace tiempo que tenía una deuda con José Miguel Conejo Torres, más conocido como Leiva, rocker de Vallecas, que es el barrio del Aleti en Madrid, y que supo formar parte del dúo Pereza. Aunque leo por ahí que con Rubén Pozo sacaron como seis discos, nunca les presté mucha atencion. Me parecían unos Airbag, con mas rock que pop, pero no más que eso. Puro prejuicio, lo confieso, pero los dejé pasar sin culpa, incluso cuando empecé a notar --hacia el final, cuando empezaron a venir seguido y casi a hacerse locales-- que alguna que otra oreja amiga mas o menos confiable los nombraba no solo sin indiferencia, sino incluso sin desprecio. Después de la separación Leiva sacó dos discos como solista, pero recién consiguió entrar en mi radar cuando su nombre insistía en asomar con invitado en los discos de rock español que llamaban mi sincera atencion. Y no solo eso: los temas en los que aparecia en esos discos, generalmente eran los mejores. Comencé a preguntar directamente por él a quienes lo conocían personalmente, y las respuestas fueron siempre alentadoras. Así que prometí prestarle atención a su próximo disco solista, y acá estoy, escuchando su casi flamante --salió en la segunda mitad del año pasado-- Monstruos, su tercer opus, que incluye una balada dedicada a Buenos Aires, Palermo no es Hollywood, casi una respuesta directa a Benjamin Biolay. Y también este temazo que disfruta sin culpa mi parte rocker mas grasa --según algunos-- pero que me resulta particularmente vivificante. Yo me aburría de la chica que tenia entonces/ tú te vengabas de tu novio de siempre/ todo te hacía reír, arranca cantando Leiva, y ya estoy entregado a una canción heroica pero melancólica, en todo caso algo vengativa o saldadora de cuentas. Pero que siempre se mueve hacia adelante, con ese ritmo cuadradote y marchoso que tan bien le calza al rock español del mejor Sabina para acá. Por cierto, creo que escucharemos hablar de Leiva hasta en la sopa en estos días, fue el productor del inminente nuevo disco del buen Joaquín. Pero antes que suene casi al comienzo del Música Cretina de febrero, y tambien durante este mediodía agobiante de jueves. Leiva se merece que lo nombremos un poco solito y solo, confesando una y otra vez que no puede evitar notar, al igual que nosotros en esta ciudad hirviente, el universo en llamas, la lluvia en los zapatos.
Hace tiempo que tenía una deuda con José Miguel Conejo Torres, más conocido como Leiva, rocker de Vallecas, que es el barrio del Aleti en Madrid, y que supo formar parte del dúo Pereza. Aunque leo por ahí que con Rubén Pozo sacaron como seis discos, nunca les presté mucha atencion. Me parecían unos Airbag, con mas rock que pop, pero no más que eso. Puro prejuicio, lo confieso, pero los dejé pasar sin culpa, incluso cuando empecé a notar --hacia el final, cuando empezaron a venir seguido y casi a hacerse locales-- que alguna que otra oreja amiga mas o menos confiable los nombraba no solo sin indiferencia, sino incluso sin desprecio. Después de la separación Leiva sacó dos discos como solista, pero recién consiguió entrar en mi radar cuando su nombre insistía en asomar con invitado en los discos de rock español que llamaban mi sincera atencion. Y no solo eso: los temas en los que aparecia en esos discos, generalmente eran los mejores. Comencé a preguntar directamente por él a quienes lo conocían personalmente, y las respuestas fueron siempre alentadoras. Así que prometí prestarle atención a su próximo disco solista, y acá estoy, escuchando su casi flamante --salió en la segunda mitad del año pasado-- Monstruos, su tercer opus, que incluye una balada dedicada a Buenos Aires, Palermo no es Hollywood, casi una respuesta directa a Benjamin Biolay. Y también este temazo que disfruta sin culpa mi parte rocker mas grasa --según algunos-- pero que me resulta particularmente vivificante. Yo me aburría de la chica que tenia entonces/ tú te vengabas de tu novio de siempre/ todo te hacía reír, arranca cantando Leiva, y ya estoy entregado a una canción heroica pero melancólica, en todo caso algo vengativa o saldadora de cuentas. Pero que siempre se mueve hacia adelante, con ese ritmo cuadradote y marchoso que tan bien le calza al rock español del mejor Sabina para acá. Por cierto, creo que escucharemos hablar de Leiva hasta en la sopa en estos días, fue el productor del inminente nuevo disco del buen Joaquín. Pero antes que suene casi al comienzo del Música Cretina de febrero, y tambien durante este mediodía agobiante de jueves. Leiva se merece que lo nombremos un poco solito y solo, confesando una y otra vez que no puede evitar notar, al igual que nosotros en esta ciudad hirviente, el universo en llamas, la lluvia en los zapatos.
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