Yo no estuve bien/ dije cosas que nunca debí decir
Antes de sus celebradas nuevas Grabaciones Encontradas --las despojadas Romaphonic Sessions que anticiparon una gira acústica por España y un inminente disco en directo a modo de testimonio--, Andrés Calamaro continuó la aparición de Bohemio con una sucesión de albums en vivo de los que en su momento se habló poco y nada. No fue uno ni dos, sino que fueron tres --uno de ellos como fruto de la gira Mano a Mano con Bunbury por México--, y en todos hay rescates, tesoros y reversiones dignas de mención. Ya han ido asomando en no-programas previos varias de ellas, y lo seguirán haciendo. Ahora le toca el turno a esta perlita para fanáticos del disco incluido (escondido, en realidad) junto al DVD Pura Sangre, rescatada del show realizado en Neuquén. No se por qué, pero me imagino que debe haber sido algún pedido de un integrante de la banda, porque nunca antes Andrés se había remontado a esos tiempos, y porque no parece que haya vuelto a tocar el tema en el resto de la gira. Pero ciertamente es un acto de justicia que Calamaro recuerde aquella época en la que empezó a ser el Andrés que hoy todos conocemos, remontando la cuesta de haber sido acusado de separar a los Abuelos, y también consiguiendo el respeto de la escena de una vez por todas, convertido en artista de culto hacia el final del espejismo alfonsinista. No me vuelvas la espalda por eso forma parte de la primer obra maestra del Calamaro solista, ese discazo llamado Nadie sale vivo de aquí, preludio de lo que luego serían Los Rodríguez (y más también), pero de este lado del Atlántico. Alguna vez debería salir a tocarlo --a recuperarlo-- de punta a punta, como se suele hacer en estos tiempos. No me vuelvas es un tema de menos de dos minutos, como eran casi todos los que integraban aquel disco urgente, y formaba parte del tandem de canciones de amor, que --según escribió Rodrigo Fresán en la contratapa del disco original-- "funcionaban bajo el leit-motiv de esto-se-acabó pero disimulando como Caballo de Troya el hábil contrabando de otros temas y, sí, otras ideas". De esa tropilla, seamos honestos, tal vez sea el menos contrabandista, y también el menos revisitado. Es mucho menos memorable que los otros mencionados por Rodrigo como parte de ese grupo, como Señal que te he perdido, Ni hablar o Pasemos a otro tema. Pero en la versión de Neuquén, Calamaro y su banda le rinden un merecido homenaje, completándolo como tema hecho y derecho, agregándole arreglos y solo de guitarra, hasta acercarse a los cuatro minutos de duración. Sólo se extraña el saxo de Polanuer, que engalanaba el original. Escribí varias veces sobre esto, pero nunca está de mas repetirlo: Calamaro sufrió, como tantos otros que lograron hacer lo mismo que él, el desdén del núcleo duro más endogámico y machista del rock nacional, que siempre despreció a los que acercaron nuevo público --lease chicas-- al llamado "movimiento". La lista es larga: los blancos fueron el Spinetta de Muchacha, Sui Generis, Soda Stéreo, Fito Páez y Babasónicos, entre otros. Para mi la mejor venganza fue cuando, en un Luna Park de la época Alta Suciedad, algunos de aquellos temas de culto que añoraban en soledad los periodistas de rock súbitamente conversos a la época Por mirarte-Nadie sale aparecieron en la lista de temas, y fueron increíblemente coreados por el publico mayoritariamente femenino, dejando en claro el buen gusto de las niñas. Me saqué el sombrero por ellas entonces y me lo saco ahora también, desde un Música Cretina engalanado por el directo de Calamaro de la época 2012-2013, ahí, ahora, casi al arrancar del Lado A, justo al comienzo de una semana que asoma soleada, así que no hay excusas para volverle la espalda.
Antes de sus celebradas nuevas Grabaciones Encontradas --las despojadas Romaphonic Sessions que anticiparon una gira acústica por España y un inminente disco en directo a modo de testimonio--, Andrés Calamaro continuó la aparición de Bohemio con una sucesión de albums en vivo de los que en su momento se habló poco y nada. No fue uno ni dos, sino que fueron tres --uno de ellos como fruto de la gira Mano a Mano con Bunbury por México--, y en todos hay rescates, tesoros y reversiones dignas de mención. Ya han ido asomando en no-programas previos varias de ellas, y lo seguirán haciendo. Ahora le toca el turno a esta perlita para fanáticos del disco incluido (escondido, en realidad) junto al DVD Pura Sangre, rescatada del show realizado en Neuquén. No se por qué, pero me imagino que debe haber sido algún pedido de un integrante de la banda, porque nunca antes Andrés se había remontado a esos tiempos, y porque no parece que haya vuelto a tocar el tema en el resto de la gira. Pero ciertamente es un acto de justicia que Calamaro recuerde aquella época en la que empezó a ser el Andrés que hoy todos conocemos, remontando la cuesta de haber sido acusado de separar a los Abuelos, y también consiguiendo el respeto de la escena de una vez por todas, convertido en artista de culto hacia el final del espejismo alfonsinista. No me vuelvas la espalda por eso forma parte de la primer obra maestra del Calamaro solista, ese discazo llamado Nadie sale vivo de aquí, preludio de lo que luego serían Los Rodríguez (y más también), pero de este lado del Atlántico. Alguna vez debería salir a tocarlo --a recuperarlo-- de punta a punta, como se suele hacer en estos tiempos. No me vuelvas es un tema de menos de dos minutos, como eran casi todos los que integraban aquel disco urgente, y formaba parte del tandem de canciones de amor, que --según escribió Rodrigo Fresán en la contratapa del disco original-- "funcionaban bajo el leit-motiv de esto-se-acabó pero disimulando como Caballo de Troya el hábil contrabando de otros temas y, sí, otras ideas". De esa tropilla, seamos honestos, tal vez sea el menos contrabandista, y también el menos revisitado. Es mucho menos memorable que los otros mencionados por Rodrigo como parte de ese grupo, como Señal que te he perdido, Ni hablar o Pasemos a otro tema. Pero en la versión de Neuquén, Calamaro y su banda le rinden un merecido homenaje, completándolo como tema hecho y derecho, agregándole arreglos y solo de guitarra, hasta acercarse a los cuatro minutos de duración. Sólo se extraña el saxo de Polanuer, que engalanaba el original. Escribí varias veces sobre esto, pero nunca está de mas repetirlo: Calamaro sufrió, como tantos otros que lograron hacer lo mismo que él, el desdén del núcleo duro más endogámico y machista del rock nacional, que siempre despreció a los que acercaron nuevo público --lease chicas-- al llamado "movimiento". La lista es larga: los blancos fueron el Spinetta de Muchacha, Sui Generis, Soda Stéreo, Fito Páez y Babasónicos, entre otros. Para mi la mejor venganza fue cuando, en un Luna Park de la época Alta Suciedad, algunos de aquellos temas de culto que añoraban en soledad los periodistas de rock súbitamente conversos a la época Por mirarte-Nadie sale aparecieron en la lista de temas, y fueron increíblemente coreados por el publico mayoritariamente femenino, dejando en claro el buen gusto de las niñas. Me saqué el sombrero por ellas entonces y me lo saco ahora también, desde un Música Cretina engalanado por el directo de Calamaro de la época 2012-2013, ahí, ahora, casi al arrancar del Lado A, justo al comienzo de una semana que asoma soleada, así que no hay excusas para volverle la espalda.
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