Antes de todo, estuvo El Tren Fantasma. Y no había Tren
Fantasma sin Omar Cerasuolo. Ese "todo" al que me refiero es la radio
moderna tal como hoy la conocemos, esa FM porteña de fines de los 70 y comienzos
de los 80 que supo anticipar la cultura rock de la democracia. Por entonces la
radio era el único atajo que permitía asomarse a otro mundo posible. Pero había
que buscar esos espacios, no existía nada parecido a la Rock & Pop, no
había radios de rock, simplemente puertas a mundos desconocidos aquí y allá, y
había que dar vueltas por el dial y los horarios para encontrarlas. Nunca hubo
un nuevo mundo radial mas nuevo y mas mundo propio que El Tren, el programa que según cuenta la leyenda un joven Daniel Morano le logró sacar a su padre Mercidio, que por entonces
dirigía Radio Rivadavia. Al comando de ese Tren estaba una voz que después
seguiría su propio camino, con esa voz de locutor de trasnoche, llegando a
grabar discos leyendo poemas, y trabajando en la Folklórica de Radio Nacional
desde el día de su inauguración y que acaba de difundir la noticia de su
muerte, a la edad de 70 años. Cerasuolo no perteneció a esa renovación radial
que terminaría siendo vanguardia rebelde primero y luego rápidamente integrada.
Pero me quedo con lo que significó esa vanguardia para quienes fuimos náufragos
generacionales, necesitados de alguna clase de pista para encontrarnos. Y
también me quedo con la voz de Cerasuolo, que cada vez que escucho me retrotrae
a aquellos tiempos de búsquedas, a la sorpresa de encontrar nuevos mundos, a la
emoción de descubrir que esos mundos eran anchos y podían ser propios. Y me
quedo, por último, con la tristeza de saber que una parte de ese mundo se fue
para siempre.
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