Yo estaba mirando una Zanella 125 en un negocio de motos y
de pronto pensé: “Qué lindo sería tener esa moto”. Pero no tengo la plata para
comprarla. Y sin embargo, sigo pensando en montarla y andar por los caminos con
ella. Lo mismo me pasa con la licuadora esa que vi el otro día. No me la puedo
comprar. Pero no paro de pensar, de verme a mí mismo feliz y contento haciendo
licuados de naranja y durazno. Pero si no tengo plata y no la puedo comprar,
¿por qué sigo pensando en eso? “Debe ser porque soy un soñador”. No bien
termino de pensar eso, escucho detrás de mí una voz que me dice: “Sí. Sos un
soñador, pero no sos el único”. Me doy vuelta y veo una imagen medio lumínica
con el pelo largo y lentes redonditos. Era el mismísimo espíritu de Lennon, que
siguió diciéndome: “Yo también era un soñador. Pero no era el único. Y vos sos
un soñador y no sos el único. Mirá. En la esquina hay cuatro soñadores más”.
Entonces nos fuimos y nos pusimos a charlar, que pin que pan, que vos sos un
soñador y yo también pero no somos los únicos y uno dice que tiene un cuñado
que también es un soñador y nos fuimos hasta la casa. Y cuando llegamos, la
esposa, que era la hermana de este soñador que nos había dicho del cuñado
soñador, nos dice que no está. Que fue hasta la sede de Nueva Chicago, porque
había un asado de soñadores. Y entonces nos tomamos el 86 y nos fuimos al asado
y eran unos 14 soñadores. “Son 21 soñadores, pero no son los únicos”, dijo
Lennon. Y entonces llamamos al encargado del bufé, que también era un soñador,
y armamos un cuadrangular de papi. Como faltaban dos para armar cuatro equipos
de seis, otro llamó a dos soñadores más del laburo. Y hubo un par de foules
fuleros y algunas puteadas. Pero todo estuvo muy bien. Y después un soñador
dijo que se tenía que ir hasta Saavedra. Y como estábamos en Mataderos no sabía
muy bien cómo ir. Y Lennon le dijo: “Dale una oportunidad a la General Paz”,
que a esa hora tiene poco tránsito. Y después yo me fui a dormir y al otro día
el espíritu de Lennon me despertó diciendo: “El sueño terminó”. Y yo le pedí que
me dejara cinco minutos más. Y él me dijo que bueno, que me dejaba mientras me
preparaba unos mates porque era un buen cebador, pero no era el único.
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Este cuento forma parte del volumen Peter Capusotto
Fantástico (Reservoir Books, 2012), de Diego Capusotto y Pedro Saborido, con
ilustraciones de Alfonso Sierra. Esta noche comienza la séptima temporada de Peter Capusotto y sus videos, por Canal 7. Todos los lunes, a las 22.30
Necesito saber todas las referencias q hay en el cuento hacia John Lennon.
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