Voy a empezar a vivir de nuevo/ escucharte en silencio como en misa
¿Qué fue esto que pasó? No lo que sucedió el domingo, sino esto que llevaba nombre de lunes. Porque más que un día feriado pareció una eternidad sellada al vacío. Quedaron tan lejos todos esos momentos en los que aún parecía todo posible, parece otra vida. En realidad, la unica vida posible en estos dias es la que sucede entre canciones, por eso es que los vengo invitando a escuchar Música Cretina. Más que nada porque quiero creer que tiene sentido seguir preocupandose por eso, por poner un tema detrás de otro, y esperar que algo pase, que alguna ficha caiga, que podamos encontrar una respuesta, una palabra, sólo una palabra, como rezaba Luis Alberto. Tal como les decía ayer, cuando empecé a presentar tema a tema, que el tiempo viene haciendo cosas raras. Armé este no-programa hace casi un año, para fines del año pasado. Pero nunca me pude hacer el tiempo para subirlo, y luego se fue postergando porque otras canciones me parecían más urgentes. Cuando me quise dar cuenta, este puñado de canciones parece estar cantando lo que nos está pasando. Bowie dice en el tema que abre el Lado A que tenemos apenas unos años antes del fin del mundo, y ahora viene Calamaro a cantarnos sobre el cansancio de mirar la vida del lado de los reventados. Si volviera a empezar, sería distinto/ se rompió mi corazón de tiza, canta el Andrés que más queremos --no el de ahora, el que se muere por tener siempre la razón; sino el de entonces, que apenas si sabía lo que no quería--, y apenas llega esa voz uno se da cuenta, o mas bien lo siente en la piel --bah, al menos eso me pasa a mi-- que las canciones no se cancelan. Este Los reventados, uno de los tesoros de la reedición ampliada de Honestidad brutal, fue seleccionado un año atrás, no lo elegí para mojarle la oreja a nadie, se los aseguro. Pero sí me parece que ya vendría siendo hora de dejar de lado el odio y los lamentos, porque entre tantos rencores y pases de factura, y mas y mas dedos acusadores y lavados de manos, no escucho nadie que diga lo obvio, y es que la mitad mas cinco de nuestro bendito país no eligió regresar a ningún lado. Sino que optó por lo que, de alguna manera, era lo unico sano de lo que había en oferta: huir hacia adelante, apostar a lo nuevo, a lo desconocido. Si, ya se, son espejitos de colores, lo que viene no es nuevo y es peor. Pero entre tanta crítica, otorguémosle lo que les corresponde. Desgajemos a los nostálgicos y los jueputas, los advenedizos y los traidores: los que decidieron la partida tuvieron la valentía de apostar a lo nuevo contra viento y marea. ¿No nos hemos pasado la vida rezándole a San Spinetta y venerando su negativa al todo tiempo por pasado? Me parece que de este lado hace ya un buen rato que pretendemos detener al tiempo, apostando al pasado solo por pasado. A menudo, me pregunto la razón/ ¿Por qué se inclina la Torre de Pisa?, canta Calamaro, y yo nos pregunto, con una mano en el corazón: ¿quien hubiese votado a Massa-Rossi qué digo un año, medio año atras? ¿Dónde está el futuro en esos dos señores? Hay que decirlo: hasta que lo nuevo no nos alcance, estaremos persiguiéndonos la cola en un agujero. No hay calle para nosotros, al menos hasta que no entendamos de una vez por todas a los que abandonamos. Y otra vez, que cante Calamaro, o mejor, que la canción se cante sola, y nos descubramos moviendo los labios: El destino me clavó su arpón/ Mientras al mundo, mi quebranto le da risa. Desde el limbo en el que estamos penando, desde este particular purgatorio, dejemos que las canciones nos muestren el camino, nos abran los ojos, o aunque mas no sea, los corazones. La música salva, la música cura, la música nos puede también cachetear la cara, nos prefiere despiertxs antes que dormidxs. En especial cuando es Cretina.
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