jueves, 4 de agosto de 2022

Orquesta La Playa c/Bobby Small, "Negro soy" (Claudio Avila)

Qué culpa tengo/ de que el mundo me desprecie

Las compilaciones llevan por nombre Color de Trópico, y bucean en la música de lo que sus responsables presentan como la Venezuela Saudita: los sonidos que se mezclaban en aquel país opulento que se abría al mundo, una joven democracia --la dictadura de Marcos Pérez Jiménez había terminado recién en 1958-- cuyos petrodólares comenzaban a aceitar los engranajes del progreso. Ellos son el caleño Paulo Olarte a.k.a. El Dragón Criollo, integrante del irresistible grupo de salsa punk Contento, y el venezolano Maurice Aymard, alias El Palmas, que a través del sello El Palmas Music editan su música --en particular la de Olarte, un DJ reconvertido a músico en busca de sus orígenes--, y también estas compilaciones de perlas ocultas de la salsa y de toda clase de estilos, que se editaban en Venezuela y alrededores entre los años 60 y 70 para después perderse en la noche de los tiempos. Y aquí vienen entonces Paulo y Maurice iluminándolo todo, buscando esas pepitas de oro en una correntada de discos y discos recuperados y atesorados. Ya llevan editadas tres antologías bajo el nombre de Color de Trópico --y una más bautizada Sabor Surf, de obvios intereses estilísticos--, y en el último Música Cretina se despliega con toda su gracia su Vol. 2, ya sea por la presencia de Buena suerte, un tema de un cuarteto pionero del ska en Venezuela como Las Cuatro Monedas, como por el contundente Negro soy, de un exitoso conjunto de Maracaibo bautizado como Orquesta La Playa. Más de una vez he confesado que seguramente una de las cosas que más me gustan de armar estos no-programas es el momento de ponerme a buscar en las redes información de artistas y canciones, y también he mencionado mi sorpresa ante la facilidad con la que suelo encontrar información vinculada al rock --por ejemplo, Las Cuatro Monedas tienen su entrada en Wikipedia, donde me entero que es un grupo integrado por los hijos del pianista Pat O’Brien, cuyo primer bautismo fue, justamente, Los Hermanos O’Brien-- pero lo difícil que se me hace encontrar información fehaciente y ordenada de la música latina. Tal vez por eso me he obsesionado con Bobby Small, la voz detrás de la risotada --y la invocación África, África-- que corta al medio el Lado A desde ese Negro soy del que vienen los versos con los que comienza este texto. Según he logrado reconstruir ya sea de escuetas entradas en Discogs como de comentarios en posteos de You Tube, Robert “Bobby” Small fue un cantante panameño que supo girar por diversas orquestas de Ecuador, Perú y Colombia hasta terminar radicándose un tiempo en Venezuela. Leo por ahí que falleció una década atrás, y que su debut en Maracaibo con la Orquesta La Playa sucedió en 1969, la noche de un recordado terremoto en Caracas. Pero apenas si he logrado dar con un par de fotos suyas, una en la contraportada de un disco de La Playa, y otro en una foto grupal de portada de un vinilo del grupo colombiano Los Brillantes. Todas pequeñas, todas compartidas, ningún retrato que lo muestre tan en primer plano como el que ocupa en la grabación rescatada por Olarte y Aymard, que apareció en Ahora a bailar, un disco de la Orquesta con fecha de 1974. Sigo leyendo y descubro que Negro soy fue originalmente un simple publicado en algún momento de los años ’60 por la Orquesta Alegría de Cachi Macías, cantado y compuesto por un sonero panameño llamado Claudio Avila, que hasta comienzos de este año aún compartía con nosotros este mundo. Aquella versión original, en vez de las risas algo macabras que distinguen la relectura de Small, comienza con un diálogo seudo-callejero en el que una voz pregunta si necesitan alguien para trabajar, y la respuesta contundente no se hace esperar: Fuera de aquí, negro feo. El estribillo, eso sí, es el mismo en el original y la versión que suena en este demorado segundo Música Cretina del año: No tengo la culpa/ de haber nacido negro. No hay culpas, claro que no. Pero los invito a que hagan lo necesario para que sí haya música. Y musica negra, cada vez que se pueda. Si es Cretina, mucho mejor.

(La imagen que ilustra este post es de la contratapa del disco Promesas de cumbiambera, de la Orquesta La Playa. Bobby Small es el del medio)


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