martes, 3 de septiembre de 2019
Hirut Bekele, "Almokerkum Nebere"
No se si puedo presentarles como corresponde a la señora de la foto, porque apenas si alcanzo a saber su historia. Conozco su nombre, eso sí: se llama Hirut Bekele, y es una de las grandes divas de lo que hoy se conoce como Ethio-jazz. Su voz inconfundible suena promediando el Lado B del que aún sigue siendo el último Música Cretina, cantando en amhárico, el idioma oficial de Etiopía, un país que durante el reinado de Haile Sellassie, a fines de los 60 y comienzos de los 70, supo tener una activa escena musical en la que la tradición local se mezcló con la del jazz, soul y rhythm’n’blues que —según leo por ahí— sonaba desde la radio de la base militar norteamericana instalada en Eritrea. Todo eso se terminó en 1974 gracias a un golpe de estado pro-soviético que durante una década y media instaló un toque de queda en Addis Abeba, la capital, con lo que su escena musical —entre tantas otras cosas— dejó de existir. Pero muchos de los viejos simples, cassettes y discos que testimonian aquella época han sido largamente rescatados en compilaciones varias, entre las que destaca claramente la serie Ethiopiques, que el sello francés Buda Musique comenzó a editar en 1997 y que ya lleva 30 volúmenes. Tal vez el más famoso sea el volumen 4, dedicado a la música de Mulatu Astatke, de donde sacó Jim Jarmusch la banda de sonido de su película Broken Flowers. Pero aunque fue el volumen 3 de esa serie el que rescató por primera vez dos décadas atrás el tema de Hirut Bekele que suena en este no-programa, titulado Almokerkum Nebere, confieso que yo lo descubrí en un compilado mucho más reciente, editado apenas del año pasado, titulado Taitu: Soul Fueled Stompers From 1960s-1970s Ethiopía. Su responsable es un DJ libanés, oriundo de Beirut, llamado Ernesto Chahoud, hijo de una familia militante y comunista, que ganó su nombre, obviamente, en honor al Che Guevara. En la biografía que acompaña la edición de su compilación, Chahoud confiesa que fue un simple de Bekele que consiguió en el mercado de pulgas de Beirut el que despertó su fanatismo por la escena del Ethio-jazz. Tardó diez años, cuenta, en cumplir su sueño de viajar a Etiopía para revolver los mercados de segunda mano buscando completar su colección, pero dice que la espera valió la pena. O al menos valió la antología desde la que suena el tema de doña Bekele incluído en un Música Cretina que merece sonar en este frío sol de un martes de esto que ya es septiembre, un mes que es tan cruel como el abril de Eliot, porque promete primavera pero hasta ahora sólo tiene invierno para darnos.
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